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A bordo del barco-hospital civil más grande del mundo

Más de 600 voluntarios forman a personal sanitario y llevan a cabo intervenciones quirúrgicas a bordo del gigantesco ‘Global Mercy’ y de su hermano pequeño, el ‘Africa Mercy’, atracados en Senegal

Global Mercy Senegal
El 'Africa Mercy' y el 'Global Mercy' atracados en el puerto de Dakar este mes de junio.Caleb Brumley (Mercy Ships)
José Naranjo

“Mira, ¡qué pasada de crucero!”, señala Javier, un turista español camino de la histórica isla de Gorée cuando ve la imponente figura del Global Mercy atracado en el puerto de Dakar. Pero no, no es un crucero. Se trata del barco-hospital civil más grande del mundo y ha estado todo el mes de junio en Senegal, donde, junto a su hermano pequeño que llegó unos meses antes, el Africa Mercy, ofreció cirugía gratuita a cientos de pacientes y formación a más de mil enfermeros y doctores gracias al trabajo de unos 600 voluntarios de medio centenar de países del mundo. En funcionamiento desde 2021, Senegal apenas ha sido el estreno de este gigante al que aguardan muchos mares y países con la idea no solo de curar, sino también de transformar.

Desde la impresionante altura del puente de mando, el primer oficial Rodrigo Sousa Fraga tiene una vista privilegiada de la ciudad de Dakar. Este marino brasileño de 40 años es voluntario desde 2016 de la organización Naves de Esperanza (Mercy Ships, en inglés), propietaria de los navíos en los que ha vivido estos seis años con su mujer, que es profesora, y sus tres hijos. “No es difícil manejarlo, está todo automatizado”, asegura mientras muestra el complejo sistema de ordenadores y pantallas que mueven al coloso. “Este barco me permite estar con mi familia y al mismo tiempo hacer lo que me gusta, lo que sé hacer, que es importante para que todo funcione y poder llevar esperanza a tanta gente”, asegura.

Naves de Esperanza vio la luz en 1978 a partir del sueño de Donald y Deyon Stephens, una pareja de misioneros estadounidenses que compró un transatlántico de cruceros llamado Victoria, al que rebautizaron como Anastasis, y lo convirtió en un hospital flotante. Luego vendrían otros dos buques que en la actualidad ya están retirados, el Caribbean Mercy y el Island Mercy. En 2007 vio la luz el Africa Mercy, un ferry danés reconvertido en barco hospital de 152 metros de eslora que cuenta con cinco quirófanos y una planta de ingresos con 82 camas y que ha recorrido prácticamente todo el continente africano. Sin embargo, la puesta en funcionamiento en 2021 del Global Mercy, con sus 174 metros de eslora, 12 cubiertas de altura, seis quirófanos, 200 camas y 600 tripulantes, ha supuesto un auténtico salto cualitativo y un desafío para la organización internacional, que hoy cuenta con sedes en 16 países del mundo.

El Global Mercy tiene 174 metros de eslora, 12 cubiertas de altura, seis quirófanos, 200 camas y 600 tripulantes

Cuando la mexicana Daniela Cruz subió a bordo de la nueva embarcación el año pasado en Sri Lanka durante su singladura desde los astilleros de China hacia Holanda, todo estaba por hacerse. “Empezamos desde cero y hubo que colocar desde las sábanas hasta la vajilla, fue un trabajo muy intenso. Pero hoy tenemos al Global Mercy operativo y es una gran satisfacción”, asegura mientras recorre los pasillos donde están la biblioteca, la escuela, la sala de juegos, la cafetería y hasta una pequeña peluquería.

El Global Mercy es como una pequeña ciudad flotante, donde las viviendas son los camarotes. Y como ocurre en cualquier pueblo, los hay de todos los tamaños, desde los más pequeños para quienes se inscribieron solos o más grandes para parejas con niños. “Somos como una familia”, asegura Cruz mientras entra en la capilla. “Esta es una organización cristiana, pero todos quienes quieran colaborar son bienvenidos si comparten nuestra filosofía”, explica.

El Global Mercy fue recibido en Senegal con gran pompa por el propio presidente del país, Macky Sall. En los meses que ambos barcos han permanecido en el país, en el caso del Africa Mercy una tarea interrumpida por la pandemia de covid-19 que le obligó a confinarse en Tenerife, se han llevado a cabo, de manera gratuita, casi 1.500 cirugías para enfermedades como labio leporino y fístula obstétrica, así como reconstrucción maxilofacial, correcciones ortopédicas, problemas dentales y oculares y operaciones en general. La selección de pacientes corresponde al Ministerio de Sanidad, que participa en todo el proceso. Además, unos 1.200 profesionales sanitarios han sido formados a bordo. Uno de ellos es el cirujano chadiano Djilouba Keredje, quien quedó impresionado por el trabajo de Naves de Esperanza. “Es un concentrado de amor, respeto y sobre todo de competencia, hacen una labor extraordinaria”, asegura.

Algunas de estas operaciones se pueden hacer en Senegal, pero en un sistema de salud que no es gratuito muchos pacientes no pueden pagarlas. “Hay un gran problema de acceso a los tratamientos, sobre todo en el interior del país. Muchas personas no tienen recursos ni siquiera para desplazarse a la capital a hacer una consulta, quedarse allí unos días y luego regresar. Estar ingresado cuesta dinero”, asegura Keren Fuhrmeister, directora médica del Africa Mercy. Otras intervenciones más complicadas son impensables por falta de material. “Hay excelentes profesionales que hacen un trabajo maravilloso”, añade Doug Schulte, cirujano, “pero a veces nos encontramos con hospitales donde no cuentan con monitorización adecuada, bancos de sangre en buen funcionamiento o recursos para la anestesia necesaria”.

Cuando alguien visitaba el pueblo, los padres de Aissatou la escondían en una habitación. No querían que la pequeña, de cuatro años, sintiera cómo la miraban esos extraños o que mostraran preocupación por su aspecto. “Amo mucho a mi hija, yo nunca dejaría de mirarla a causa de su cicatriz”, aseguraba Ousmane, su padre, al personal del Africa Mercy, pero quería protegerla del mundo. La pequeña Aissatou sufría de labio leporino. Tras llevarla a un puñado de hospitales, en todos obtenían la misma respuesta: aquí no podemos hacer nada por ella.

Ousmane con su hija en brazos, sube al barco médico 'Global Mercy', en Dakar, para que la niña sea operada de labio leporino.
Ousmane con su hija en brazos, sube al barco médico 'Global Mercy', en Dakar, para que la niña sea operada de labio leporino.Mercy Ships

Sin embargo, Ousmane nunca arrojó la toalla y cuando escuchó hablar de esos barcos-hospital atracados en el puerto de Dakar, cogió a su hija, atravesó medio Senegal y se plantó en la capital. Aissatou fue seleccionada y tras una operación a bordo del Africa Mercy ya sonríe sin tener que esconderse. “Sabía en el fondo de mi corazón que estas personas podrían ayudar a mi hija”, asegura el padre. Debido a la covid-19, los responsables del barco han restringido el acceso a los pacientes para poder entrevistarlos.

Casi todo el personal del barco está formado por voluntarios que pagan entre 200 y 400 dólares (190 a 380 euros) al mes, dinero que cubre todos sus gastos a bordo y permite que todas las intervenciones médicas y formación sean gratuitas, y hacen estancias que van desde unas semanas o meses hasta varios años. Una de las recién llegadas es la pedagoga canaria Rut Martín, de 29 años cumplidos a bordo, que embarcó hace un mes y medio cuando este se encontraba anclado en Tenerife. “Conozco a esta organización desde que tenía siete años y para mí ha sido como cumplir un sueño. Estar en una mesa con personas cada una de un país diferente y compartir un mismo objetivo es maravilloso”, asegura con una sonrisa. Martín se encarga de atender a los niños, hijos de otros voluntarios, en el comedor y de que todo esté en su sitio. “La gente te lo pone muy fácil”, añade.

El doctor Odry Agbessi enseña técnicas de laparotomía a los participantes del curso de "habilidades quirúrgicas" del MCB en el Centro de Simulación.
El doctor Odry Agbessi enseña técnicas de laparotomía a los participantes del curso de "habilidades quirúrgicas" del MCB en el Centro de Simulación.Judit Maier

En una de las grandes salas del Global Mercy, una decena de enfermeros pediátricos se forma en la reanimación de bebés. Otra de las huellas que dejan estos hospitales flotantes allí por donde pasan es la mejora de los recursos sanitarios mediante la financiación de proyectos de todo tipo, que van desde la inseguridad alimentaria a la construcción de nuevas infraestructuras. A lo largo de sus más de 40 años de historia, los barcos de Mercy Ships han visitado unos 550 puertos de todo el mundo y en ellos se han llevado a cabo más de 100.000 cirugías, formando a unos 42.000 profesionales sanitarios, sobre todo en África, gracias a la labor desarrollada por unos 1.000 voluntarios cada año. La financiación procede de empresas y donantes particulares, y cuentan con el apoyo de numerosos gobiernos.

En África muere el doble de pacientes de complicaciones postquirúrgicas que en el resto del mundo, según un estudio del profesor sudafricano Bruce Biccard publicado en The Lancet en 2018, para el que coordinó una investigación en 247 hospitales de 25 países del continente. Según sus conclusiones, uno de cada cinco pacientes desarrolló alguna complicación y un 2,1% fallecieron, mientras que la tasa media mundial es del 1%. Pero el problema es que muchos ni siquiera llegan al quirófano. Según Naves de Esperanza, el 93% de la población de África subsahariana no tiene acceso a la cirugía segura. El pasado 30 de mayo, el Global Mercy acogió la firma de la Declaración de Dakar, en el que seis presidentes africanos acordaron una hoja de ruta para mejorar su atención quirúrgica.

“Cuando acabo una intervención y veo el resultado positivo”, comenta el cirujano Doug Shulte, “tengo un sentimiento doble. Feliz por ser parte del equipo que ha mejorado la vida de una persona y muy triste pensando que quizás lleva 20 o 30 años con un tumor o una enfermedad que en otro sitio se podría arreglar fácilmente. Esa es la brecha que tenemos que superar”.

Por ahora, ambos barcos se reparten las tareas: el Global Mercy acoge la formación y es el hogar de la mayoría de los voluntarios, mientras que las operaciones se llevan a cabo en el Africa Mercy. El primero zarpó de Dakar a principios de julio rumbo de nuevo a Tenerife para la puesta a punto de sus quirófanos y área de hospitalización, mientras que el segundo continúa en la capital senegalesa. Una vez se lleven a cabo estos trabajos, el hospital civil flotante más grande del mundo volverá al continente africano para continuar su gigantesca labor, primero en Senegal y luego en Sierra Leona, donde está prevista su llegada el año que viene.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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