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Sanda Ojiambo: “Cualquier empresa debe cumplir los derechos humanos, cuidar el medio ambiente y luchar contra la corrupción”

La nueva directora del Pacto Mundial de la ONU, que promueve la implicación del sector privado en el desarrollo sostenible, visita España para fortalecer su relación con las pymes y apoyarlas en su camino hacia prácticas respetuosas con el planeta

Sanda Ojiambo, directora ejecutiva del Pacto Mundial de la ONU, en la sede del ICEX en Madrid.
Sanda Ojiambo, directora ejecutiva del Pacto Mundial de la ONU, en la sede del ICEX en Madrid.Jaime Villanueva
Alejandra Agudo

La keniana Sanda Ojiambo recibió la noticia de que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, la quería al frente del Pacto Mundial de Naciones Unidas, en su casa de Nairobi. Fue hace dos años, cuando el mundo estaba paralizado por la pandemia y todo sucedía por teléfono y conversaciones virtuales. Con su nombramiento oficial el 17 de junio de 2020, se convirtió la segunda mujer y la primera africana en liderar este organismo cuyo objetivo es promover que el sector privado sea más sostenible y respete los derechos humanos.

Desde entonces, Ojiambo ha lanzado la estrategia 2021-2023 de la entidad y se ha afanado en ampliar el número de empresas que se comprometen a cumplir con los Diez Principios del Pacto Mundial para hacer negocios. Esto significa, en palabras del organismo, operar de forma que, como mínimo, cumplan las responsabilidades fundamentales en materia de derechos humanos, trabajo, medioambiente y lucha contra la corrupción. Y con ese objetivo, la keniana ha visitado España esta semana, donde, de la mano de su brazo local, junto con la Fundación ICO e ICEX España Exportación e Inversiones, han anunciado una colaboración “para impulsar la gestión responsable de la cadena de suministro global de empresas españolas”.

Pregunta. Cuando asumió su cargo, su antecesora, Lise Kingo, se declaró “feliz de entregarle el testigo a una gran mujer líder del Sur Global”, ¿cree que aporta una perspectiva distinta como tal?

Respuesta. Soy consciente de que soy la primera africana en dirigir la organización; y vengo del Sur Global, pero estoy muy preparada: estudié en Europa, Canadá y en EE UU. Y he viajado mucho. Así que en realidad aporto algo más que la perspectiva del Sur Global. Tengo un conocimiento bastante profundo de muchos países, marcos normativos y sectores. He trabajado antes en desarrollo, en políticas públicas y en el sector privado.

Dicho eso, está muy claro que hay áreas del mundo donde quizás el progreso no ha sido tan rápido como debería debido a un desequilibrio de poder y recursos. Es muy importante abordar esto. Por ejemplo, en el debate climático, una de las claves subyacentes es si el Fondo de Adaptación Climática se refinanciará para apoyar las transiciones necesarias en el Sur Global. Además, la desigualdad frena el impulso para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Me gustaría devolver el equilibrio a este trabajo de desarrollo sostenible.

P. Se dijo durante la pandemia que de saldríamos mejores de la crisis. ¿Cree que las empresas lo están haciendo mejor en términos de sostenibilidad y derechos humanos?

R. Antes de la pandemia no estábamos progresando tanto como necesitábamos para alcanzar los ODS. Las desigualdades se estaban ampliando. Y en el período de pausa muchas empresas pensaron en cuál era su misión y propósito, cómo reorientar su trabajo. Se habló mucho de un crecimiento más sostenible e inclusivo, reconociendo que las prácticas anteriores no eran las mejores. ¿Ha sucedido? Sí y no. Una de las cosas que hemos visto a nivel mundial, y también aquí en España, es que cada vez más empresas están interesadas en el trabajo que hacemos en el Pacto Mundial. La membresía ha crecido a un ritmo sin precedentes. Es una señal muy positiva.

El ‘greenwashing’ sucederá, estén esas empresas en el Pacto Mundial o no

Por otro lado, muchos países no habían salido de la crisis de la covid-19 cuando comenzó la guerra en Ucrania, que ha impactado en el precio de la energía y los alimentos, y ha generado inestabilidad y desplazamientos. Todos los días leemos cómo los países europeos luchan por reconfigurar los suministros y recursos energéticos. Pero en lugares como Egipto, el acceso al trigo y el pan es su preocupación más básica. Sin una revisión seria de cómo reconstruir los sistemas alimentarios e incrementar su resiliencia, el escenario no es muy optimista. Pero ahora hay un alto sentido de conciencia en el sector privado. Una de las lecciones que las empresas aprendieron durante la pandemia fue que tienen que asociarse de manera diferente con diferentes actores, con su propia competencia y los gobiernos. Esos son los modelos que nos ayudarán a avanzar durante este período.

P. ¿Teme que las nuevas empresas en el Pacto Mundial usen su membresía para un lavado de imagen (greenwashing), pero no cambien nada?

R. El greenwashing sucederá, estén esas empresas en el Pacto Mundial o no. Muchas publicitan compromisos, algunas con buenas intenciones, pero no necesariamente se pueden medir y reportar. Es importante que, cuando se comprometen con la sostenibilidad corporativa, rindan cuentas. Los accionistas o cualquiera que tenga un interés en esa empresa e incluso los empleados tienen derecho a solicitar información sobre los progresos. La clave es la credibilidad. ¿Cómo se mide lo que se ha dicho? ¿Cómo de creíbles son todas estas promesas? Un segundo aspecto es la financiación para el desarrollo. ¿Cómo nos aseguramos de que se movilicen los recursos priorizando a quienes que contribuyan a los ODS? Dados los desafíos que tenemos, las empresas deben ser audaces y asumir compromisos ambiciosos, pero también deben cumplirlos.

P. Rendir cuentas es voluntario. ¿Cree que debería ser obligatorio o tiene algún plan que lo sea entre las empresas miembro del Pacto Mundial?

R. En la UE, hay lo que llamamos una combinación inteligente de medidas nacionales e internacionales voluntarias y obligatorias en torno al clima y los derechos humanos. La exigencia excesiva de cumplimiento tiene un pequeño inconveniente: podría convertirse en un ejercicio de marcar la casilla y poder decir que has logrado algo, pero quizá no cambie nada. Lo importante es que las actuaciones sean significativas.

P. La mayoría de las empresas del mundo son pequeñas y medianas, ¿cómo trabajan con ellas?

R. Cerca del 90% de las empresas del mundo son pymes; muchas forman parte de la cadena de suministro de compañías mucho más grandes. Son una parte muy importante de la economía y tienen necesidades muy singulares. Muchas además están dirigidas y son propiedad de mujeres que se enfrentan a desafíos únicos en términos de acceso a financiación, tecnología y los mercados. Durante la pandemia hemos sido testigos de la vulnerabilidad de las pymes. Vimos cómo muchas pequeñas empresas quebraron. Hay que fortalecer su resiliencia, ayudarlas a que accedan más fácilmente a financiación cuando la necesiten. Lo segundo es lograr que se involucren más con los Objetivos de Desarrollo Sostenible si queremos conseguirlos para 2030. Uno de los mayores desafíos en cuanto a los derechos humanos es la transparencia en la cadena de suministro. Uno puede estar al tanto de lo que sucede en la sede central, pero desconocer lo que ocurre en todos los países donde su empresa tiene presencia.

Todos los directores ejecutivos con buenas intenciones deben investigar de dónde obtienen sus suministros y cuáles son las condiciones laborales de sus trabajadores

P. Pero iniciativas para garantizar la transparencia en la cadena de suministro son, a menudo, rechazadas por las grandes corporaciones.

R. Esto es un viaje. Este es el área probablemente de menor transparencia, donde mayor es el riesgo. Todos los directores ejecutivos con buenas intenciones deben investigar de dónde obtienen sus suministros y cuáles son las condiciones laborales de sus trabajadores. Una empresa es tan fuerte como su eslabón más débil. No se puede ser una empresa exitosa en Madrid si en la cadena de suministro se producen violaciones de los derechos humanos. Es solo cuestión de tiempo que trascienda. Los clientes, los consumidores, los ciudadanos son muy conscientes. Y basta una foto, un mensaje en las redes sociales, y se acabó. Lo importante es comprender qué sucede en su cadena de suministro, qué principios necesita aplicar, hacer un análisis de brechas y las acciones correctivas a implementar. Y luego evaluar qué recursos se necesitan para cumplir.

P. ¿Cómo convencer a la ciudadanía del Sur Global de que es importante que se desarrollen de una manera diferente a como lo hemos hecho los países occidentales?

R. Nos enfrentamos a una crisis climática impulsada por el elevado uso de combustibles fósiles. Y ahora tenemos economías en el Sur Global que buscan industrializarse, pero se les dice que deben adaptarse muy rápidamente a las energías verdes. No creo que haya una resistencia a la adaptación, la cuestión es cómo se hace esta transición energética y climática de una manera que sea equitativa, justa, sostenible e inclusiva, sin que los países se endeuden más ni se pierdan empleos. Por eso el Fondo para la Adaptación es muy importante para que los países del sur tengan acceso a capital al ritmo que necesitan para esta transición. No solo se trata de cambiar de una tecnología a otra, sino que hay que tener en cuenta los elementos sociales.

P. ¿Es necesaria una mayor implicación del Norte en la lucha contra el cambio climático?

R. Una figura clave son los subsidios a los combustibles fósiles. Solo el 3% se destinan a las energías renovables, mientras que un porcentaje mucho mayor van a combustibles fósiles. ¿Qué mensaje están lanzando? Pongamos los recursos en los lugares correctos. No se puede hablar de la transición a las energías renovables, pero que no reciban la cantidad adecuada de ayudas.

P. ¿Hay algún país o región del mundo en el que le gustaría que más empresas se involucrasen en Pacto Mundial?

R. Europa siempre ha sido líder en negocios sostenibles. Pero tenemos que centrarnos en aumentar la membresía en Asia, en África y en América Latina, aunque allí algunos países lo están haciendo muy bien, como Brasil y México. También lanzamos en junio nuestra estrategia para China: necesitamos aumentar la membresía de empresas chinas que hacen negocios en su país. Pero nuestra preocupación no son simplemente los números. Una vez que aumentamos la cantidad de miembros, ¿cómo canalizamos esa energía para abordar el cambio climático, la agenda de derechos humanos y el progreso hacia los ODS en su conjunto?

P. ¿Cree que los 10 Principios del Pacto Mundial siguen vigentes 20 años después de su formulación?

R. El mundo ha cambiado. Pero todavía sentimos que son una buena base para las empresas. Tal vez por la forma en que están escritos, es posible que algunos de ellos estén un poco anticuados. Tenemos una buena discusión interna al respecto. Pero aún es muy importante para cualquier empresa que quiera hacer negocios a largo plazo asegurarse de cumplir los derechos humanos, laborales, cuidar el medio ambiente y luchar contra la corrupción. Son buenos pilares.

P. Cuando se probaron los ODS se criticó que se sentara al sector privado en la mesa de decisión. ¿Qué opina al respecto?

R. El sector privado tiene muchas soluciones: innovación, tecnología, velocidad de comercialización. También es parte del problema. Si dejásemos de lado al sector privado, no estaríamos haciendo justicia a la magnitud de los actuales desafíos, que requieren la implicación de múltiples actores. Lo importante es que cada uno rinda cuentas y esté claro su papel.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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