El cine se cita en Tarifa con sed de África
Arranca la 19ª edición del festival FCAT con más de 60 películas desde y sobre el continente africano; la cinta ‘Caminar sobre el agua’, de Aïssa Maïga abre el certamen
Hay en el norte de Níger una aldea, de nombre Tatiste, en la que sus moradores viven sin acceso a electricidad o tecnología, no hay teles o radios en las casas, tampoco disponen carreteras ni vehículos a motor. Pero lo que más necesitan sus habitantes es agua. La sequía y la carencia de infraestructuras obligan a las mujeres y niñas a recorrer 10 kilómetros (y otros 10 de regreso) para su recolecta en el pozo más cercano. Y no siempre tienen la fortuna de volver cargadas. Los hombres se marchan largas temporadas en busca de pasto para sus bestias y las madres dejan a sus hijos a cargo de las hermanas mayores, mientras ellas se ausentan durante semanas para vender artesanías en otros países de la región y contribuir a la economía familiar.
Este lugar es el que eligió la actriz franco-senegalesa Aïssa Maïga para rodar su segunda película como directora, Marcher Sur L’Eau (caminar sobre el agua). La proyección de la cinta abrió la 19ª edición del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT). “Era la película ideal: sensible, con una fotografía impresionante y que trata una temática crucial: el acceso a agua. Que, aunque está ambientada en el norte de Níger, es un problema universal”, explica Marion Berger, programadora del certamen. “No la metimos en competición oficial porque optamos por narrativas y propuestas más arriesgadas. Pero no queríamos dejar de proyectarla”.
La falta de agua y el impacto del cambio climático a nivel global, y especialmente en África, fue el tema tratado en el primer debate de Los aperitivos del FCAT, una de las múltiples actividades paralelas para comprender mejor al continente vecino. “Viven sobre el agua del subsuelo y pasando sed. Eso debería hacernos reflexionar”, lanzó Antonio Vegara, jefe de estudios delegado de la Sección de Educación Permanente Tarifa, que moderó el encuentro con Ana Díaz, del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea en Sevilla, y Beatriz Poncela, de la asociación Agaden Ecologista en Acción.
Houlaye, la joven de 14 años que protagoniza la película de Maïga, no se termina de creer que tal afirmación sea cierta, por mucho que se lo explique su profesor en clase. Pero lo es. Debajo del desierto que pisan sus pies, a unos 200 metros de profundidad, hay una gran reserva de agua subterránea. Sin embargo, los moradores del inhóspito paisaje no pueden acceder a ella a menos que se realice una perforación. Esa es su gran lucha en el año que la directora siguió su cotidianidad.
Como científica, me parece pertinente que la cultura, el cine, denuncien cuestiones como la sequíaAna Díaz, Centro Común de Investigación de la Comisión Europea en Sevilla
“Como científica, me parece pertinente que la cultura, el cine, denuncien estas cuestiones”, comentó Díaz. “La distancia para la recolección de agua no debería superar los 30 minutos, según la ONU. Pero de 7.000 millones personas que habitamos el planeta, 2.200 millones carecen de acceso a agua potable”, contextualizó ante el público congregado en el primer aperitivo diario que, una vez vista la película, quería conocer más sobre esta problemática.
Un cartel para denunciar y deconstruir estereotipos
Los más de 60 títulos que proyectará el FCAT en tres salas de Tarifa ―Teatro Alameda, Iglesia de Santa María y la Casa de la Cultura― también abordarán otros temas como los derechos de las mujeres o las emigraciones de ida y vuelta. Además de los 10 largos de la sección oficial (Hipermetropía) y los 10 cortos del certamen En breve, también se incluyen 16 adaptaciones de títulos literarios africanos a la gran pantalla desde 1960 y películas programadas en ediciones anteriores. “Queremos deconstruir estereotipos”, afirmó Federico Olivieri, coordinador del Árbol de las palabras, el foro de reflexión y formación del Festival, y presentador de la gala inaugural junto con el actor local Juan Fleta.
“Esta edición, además, hacemos un homenaje a los jóvenes”, subrayó Cisneros. Así, se proyectarán en la gala de clausura del FCAT, el próximo 3 de junio, los cortos que han rodado adolescentes de los barrios de El Saladillo (Algeciras) y Puente Mayorga (San Roque). Lo han hecho en el marco del proyecto formativo Salto del Eje para que 20 chavales de entornos desfavorecidos aprendan a producir una película en todas sus etapas y expresen sus propios mensajes a través de la imagen.
El proyecto, apoyado por el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, financiado por Red Eléctrica Española e implementado por la Fundación Márgenes y Vínculos, ha funcionado tan bien que Cisneros no solo espera repetir experiencia en próximas ediciones, sino que además anunció que sus creaciones tendrán vida más allá del FCAT y se moverán por un circuito más amplio de festivales.
“Se trata de dar voz a los chicos. Un grupo de 20 han hecho todo el proceso de creación, desde elegir las temáticas, redactar el guion, actuar…”, resumió José Ángel Ponce, de Márgenes y Vínculos, tras la proyección en Algeciras de El universo de Oliver, la primera película de ficción del tinerfeño Alexis Morante y a la que asistieron los chavales para conocer al director y parte del elenco de la película. “Estoy emocionado. En muchos pueblos, en muchas barriadas populares, hay jóvenes que tienen mucho que decir y únicamente necesitan las oportunidades, y se las tienen que dar quienes tienen poder”, añadió Ponce. “Serán por primera vez los protagonistas en nuestras pantallas”, completó Cisneros.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.