La Cumbre de las mujeres que ya no piden permiso
La conferencia ‘Los puentes de las mujeres. Propuestas desde el sur para el cambio global’ reúne en Madrid a casi un centenar mujeres relevantes del ámbito social y político latinoamericano y africano para debatir sobre paz, justicia económica y de género, creatividad y comunicación
La Fundación Mujeres por África cumple diez años y lo ha celebrado en dos jornadas que han sido Los puentes de las mujeres, entre ellas, las más inquietas, llegadas a España desde tres continentes: África, Europa y Latinoamérica. En un rincón especialmente verde de un campus universitario de Madrid, el jueves 19 y el viernes 20 de mayo, se sintió el entusiasmo de un centenar de ellas. Tomaron la palabra como exministras de grandes países, representantes de asociaciones de la sociedad civil, de pequeñas naciones, activistas del ámbito rural y urbano, portavoces de importantes organizaciones internacionales, ejecutivas de banca, periodistas y cineastas independientes. Porque si hay algo que distingue un encuentro mayoritariamente femenino de uno masculino es la alegría que se respira en el primero y, sobre todo, la espontaneidad. No importa lo sobrio o solemne que sea el contexto, el acartonamiento protocolar no fue inventado ni por ni para las mujeres. De eso no cabe ninguna duda.
Durante la reunión, inaugurada por S.M. la reina Letizia, presidenta de honor de la Fundación, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta de Mujeres por África y expresidenta del Gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, entre otras personalidades, se abarcaron asuntos tan variados como las propuestas del sur y la mirada feminista para el avance democrático. También hubo lugar para la economía por el desarrollo inclusivo, el acceso equitativo al espacio político y la participación pública, el empoderamiento económico y tecnológico, los grandes retos globales en materia de gobierno, así como las violencias y su contrapartida, las políticas sociales, o las vías de expresión artística y comunicación que pueden ayudar a concienciar y conseguir derechos humanos e igualdad.
Líderes tan relevantes en sus ámbitos y geografías como Michelle Bachelet, expresidenta de Chile y actual alta comisionada de la ONU para los Derechos humanos, o Ellen Johnson-Sirleaf, expresidenta de Liberia y premio Nobel de la Paz, entre otras, se refirieron a los temas que, desde el sur global, identifican claramente como factores que obstruyen la consecución de la igualdad –tanto de género como de justicia económica– y, por tanto, en frenos contra la libertad, la salud y la prosperidad de ciudadanos y ciudadanas, así como las posibles soluciones, que siempre vendrán de la mano de aliadas.
Así, durante la primera mañana de debates, se puso en valor la educación a la hora de prevenir riesgos perfectamente evitables, como el de contraer enfermedades. En especial, de la importancia del acceso a la educación (y la permanencia en el sistema escolar) entre niñas y mujeres entre 15 y 19 años, quienes, en África subsahariana, representan seis de cada siete nuevas infecciones de VIH entre adolescentes, según cifras de Onusida disponibles a 2021; no obstante, ese riesgo disminuye notablemente cuando las adolescentes alcanzan a cursar el ciclo completo de educación secundaria.
En efecto, los derechos sexuales y reproductivos de las niñas y mujeres de todo el mundo están ligados a su continuidad en los procesos formativos que posibilitan su inclusión social y la posibilidad de su autonomía financiera. En este sentido, Epsy Campbell Barr, quien se define como una “afroamericana” que llegó a la vicepresidencia de Costa Rica, exclamó: “El peor indicador de la exclusión es una niña embarazada”. Campbell Barr ejerce, actualmente, la presidencia del Centro de Mujeres Afro del país centroamericano.
La cuestión de la inclusión financiera como un elemento axial para la independencia económica femenina estuvo sobre la mesa, aunque también hubo acuerdo en que, por sí sola, la economía no libera a las mujeres del patriarcado, que sigue funcionando con su propia inercia. En este sentido, un grupo de mujeres guatemaltecas reclamó la insuficiencia de los microcréditos, que hace que ciertas iniciativas empresariales y cooperativas agrícolas no progresen y, sin embargo, sus gestoras queden endeudadas. De ahí que el documento final de conclusiones recoja la reivindicación de poder obtener créditos (y no microcréditos) y el acceso a la propiedad de la tierra, así como la igualdad en los derechos sucesorios y herencias.
Desde el punto de vista feminista, la paz no es opcional
A la hora de preguntarse por qué hay tanta desilusión y ha crecido tanto la desconfianza en la democracia en todo el mundo, durante esta última década, todas las portavoces políticas y sociales coinciden en que las cuotas femeninas no son suficientes en los poderes ejecutivos, ni en los parlamentos ni en los estamentos judiciales. Y que hay que avanzar hacia la paridad. Si existe una verdadera voluntad de alejar la violencia política de las mujeres que actúan en materia social o en el activismo medioambiental o el periodismo, hay que acceder a los lugares de la toma de decisiones, en absoluta paridad, porque la búsqueda de nuevas salidas permitirá no reproducir la lógica masculina del poder. En la actualidad, algo menos de 30 Estados del mundo tienen a una mujer como jefa de Estado o de Gobierno.
La plena participación política de las mujeres significa que, en el constitucionalismo, se pueda elevar la jerarquía de los derechos de ellas, al tiempo que una garantía de bienestar colectivo. “Cuando las mujeres están en el poder, los discursos se transforman en realidad”, explicó la exministra Bibiana Aído en la recopilación de reivindicaciones, tanto en la lucha contra la corrupción y los paraísos fiscales como en la adopción de medidas antibelicistas, para acotar los gastos militares e, incluso, en la consideración de sanciones internacionales para con los estados que no cumplan con las resoluciones internacionales relativas a mujeres, paz y seguridad.
En este punto, Fernández de la Vega se expresó con firmeza: “La resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre mujeres, paz y seguridad (aprobada en el año 2000) jamás se ha cumplido y no respaldaremos a ningún secretario general de Naciones Unidas que no ponga en marcha la resolución que insta a incrementar la participación y representación de mujeres en la prevención, la gestión y la solución de conflictos y a garantizar la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, contra todas las violencias”.
Precisamente, en cuanto a la posibilidad de lograr la paz con mayúsculas en países y regiones azotados por la guerra (se citó a Ucrania y, también, a Yemen y Siria), la exministra de Educación de Nigeria, Obiageli Ezekwesili, exhortó a las responsables políticas europeas a intentar lo imposible porque Europa, “que está entre dos potencias internacionales irresponsables, debe unirse a África”.
Catherine Samba-Panza, expresidenta de la República Centroafricana, quiso pronunciarse antes como una “mujer comprometida” que como una “mujer de Estado”, para decir que el área que le concierne especialmente es justamente la de la mediación y prevención de conflictos, dentro del marco de la Unión Africana (UA), y reclamar que muchas veces su voz no es tenida en cuenta en el seno mismo del organismo continental: “Hay que entrar en política, incluso si tenemos que sobreponernos a grandes barreras, también si venimos de la sociedad civil y los hombres intentan destruir nuestra imagen para que no podamos llegar”.
Los algoritmos y la ciencia
La vulnerabilidad y la desigualdad (o el sesgo) que suelen acentuar las innovaciones fue la materia que quiso presentar, a su turno, la exministra española de Ciencia, Cristina Garmendia, para poner el énfasis en el déficit de mujeres ingenieras y la necesidad de que las tecnólogas e informáticas se embarquen a crear un lenguaje libre de sesgos para los algoritmos de la era digital.
Y, junto al empoderamiento económico, científico, tecnológico y digital, resulta indispensable volver a incidir en la redistribución del trabajo de cuidados como un ámbito esencial para el sostenimiento de la vida, según se acordó mayoritariamente en el plenario. El otro punto clave en la agenda es tener en cuenta las interseccionalidades que conllevan las dobles y triples discriminaciones sufridas por demasiadas mujeres de nuestro planeta. “El mundo necesita otro contrato social”, remarcó Aído. Para conseguirlo, resulta necesario contar con monitoreos basados en datos desagregados y actualizados.
Por último, además de promover la alfabetización digital, en el decálogo de recomendaciones que leyó la propia presidenta de Mujeres por África, se resalta “el poder transformador del cine y el sector audiovisual” así como el valor del periodismo. “El feminismo es la causa de la igualdad”, subrayó Fernández de la Vega, antes de que las “gracias” las cantaran en varios idiomas todas estas mujeres que no están dispuestas a volver a pedir permiso.
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