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A golpes de bate contra la obesidad

La mitad de los habitantes de la provincia de Mérida (México) padecen diabetes, enfermedad asociada con el sobrepeso y el consumo excesivo de azúcar. Las Amazonas de Yucatán, un equipo de sóftbol integrado por mujeres, existe por amor al deporte, pero también con la intención de adelgazar

Enedina (de izquierda a derecha) y sus dos hijas, Alvi Yajaira y Yessica Yazmin, y Fermina, capitana del equipo. No siempre tienen dinero para segar el césped del campo de entrenamiento, a las afueras de Yaxunah, pero procuran hacerlo una vez al mes.Foto: Antonio López Díaz | Vídeo: Laura de Mingo

Son las cuatro de la tarde en Izamal, estado de Yucatán. La gente empieza a llegar al campo de béisbol. Unos en su pick-up, otros en taxis colectivos, la mayoría en motos con dos, tres y hasta cuatro ocupantes, nadie viene solo. Hoy juegan las Amazonas de Yucatán y el estadio se va a llenar, como el de cada localidad de la península que visitan. Para el público, las Amazonas representan los valores de sus ancestros, empoderan a la mujer y a la cultura maya por jugar descalzas y vestir huipiles como uniformes, la blusa tradicional de la mujer maya. Por eso, por lejos que estén de su pueblo Yaxunah, siempre juegan en casa. Pero su historia no solamente existe por amor al deporte, también montaron el equipo con la intención de adelgazar.

En 2019, un grupo de mujeres de Yaxunah, una población maya de la selva yucateca que no llega a 400 habitantes, a 25 kilómetros de las famosas ruinas de Chichén Itzá, debían realizar alguna actividad cultural o deportiva para acceder a los recursos comunitarios que ofrecía un programa social federal. Enedina Canul convenció al resto de practicar sóftbol, una variante del béisbol. Ella llevaba desde niña compitiendo para dar a la bola más fuerte y mandarla más lejos que los varones de la localidad. El deporte les vendría bien para bajar peso y mejorar su salud divirtiéndose juntas. Yesica Yasmin ha adelgazado dos kilos; Albi, siete; Dominga, cuatro; Domi, 10 kilos…

Luis Felipe Ceh, enfermero del centro de salud de Yaxunah, ha incluido al equipo en el grupo de mujeres de ayuda mutua con el que trabajan para monitorizar los problemas derivados de la obesidad entre los lugareños. El 15 de cada mes les toma los datos de presión arterial, frecuencia cardiaca, azúcar, peso y circunferencia de cintura. “Lo importante es que lleven un control para demostrar que con el deporte tendrán una mejor salud. Aquí hay mucho obeso, gente que no hace ejercicio, sedentarios”, declara el enfermero. El consumo excesivo de refrescos embotellados en la zona es un factor de obesidad. “De nada sirve la actividad física si no lleva una dieta sin productos que hacen más daño. Se consume menos agua que refrescos. Antes no había posibilidad, ahora tienen ingresos y hay más tiendas en el pueblo, es más fácil conseguirlos”, lamenta Ceh.

Luis Felipe Ceh, enfermero de Yaxunha, realiza un seguimiento continuo a las Amazonas donde controla su presión arterial y peso corporal.
Luis Felipe Ceh, enfermero de Yaxunha, realiza un seguimiento continuo a las Amazonas donde controla su presión arterial y peso corporal.Antonio Lopez Diaz

En muchas comunidades de Yucatán no hay abastecimiento continuo de agua, en un Estado donde hay sobreexplotación del acuífero por parte de la industria, incluida la de bebidas azucaradas. En un estudio realizado por la Universidad de Twente en los Países Bajos en colaboración con Coca-Cola, explican que para obtener medio litro de producto se necesitan 34 litros de agua, incluyendo la fabricación de la botella. En 2016, diferentes medios mexicanos recogieron las declaraciones del director de comercialización de Bepensa, productora y distribuidora de las marcas de Coca-Cola Company en México, Juan Luis Mac Grégor, en las que afirmaba que cada habitante de Yucatán bebía un promedio de 240 litros al año de este refresco. En la página web de la empresa en México, FEMSA, afirman vender más de 1.700 millones de cajas al año en el país norteamericano.

Los datos que arroja la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Instituto Nacional de Salud Pública Mexicano, publicado el pasado verano, son alarmantes. El 72% de los adultos y el 44% de los adolescentes tienen sobrepeso u obesidad. Prácticamente, la mitad de los habitantes de la provincia de Mérida, padecen diabetes, enfermedad asociada con la obesidad y el consumo excesivo de azúcar.

Las Amazonas de Yucatán está formado por 16 mujeres de entre 15 y 65 años. Dominga Mex Chan, Abuela Dominga, es la mayor y dice sentirse con fuerzas para jugar. Solo habla maya y si le hablan en castellano alguien del equipo le traduce. Comparte juego con su nuera Belinda y sus tres nietas Delmi, Esmeralda y Lidzi. Hace unos meses, Mex Chan pidió un adelanto de 20 euros para los gastos del viaje de sus nietas y ella misma al partido en Cuyo. Devolvió lo prestado segando unas tierras a poco más de cuatro euros el mecate (20 metros cuadrados).

Gracias a la repercusión que ha tenido el equipo, a principios de enero el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, acudió a su campo de entrenamiento de Yaxunah para entregarles personalmente equipamiento deportivo

Salvo las más jóvenes que están exentas por sus estudios, las Amazonas entrenan dos tardes por semana, cuando han terminado las tareas de la casa. Fermina Dzib, la capitana del equipo, comienzan al alba preparando el desayuno a su marido Humberto, que marcha temprano a Mérida a vender tallas de madera a los turistas, y para la hija que le queda en casa, que entra pronto a la escuela. Cuando se queda sola saca a pastar al campo a sus tres ovejas y un carnero de mal carácter que controla con un palo. Por la tarde sale con ellos de nuevo, pero esta vez los lleva al campo de entrenamiento, en las afueras del pueblo, para que coman hierba mientras entrena. El césped en la selva crece constantemente y para cortarlo deben enviar una solicitud al ayuntamiento y pagar seis euros y medio. “Queremos que la municipalidad se encargue de eso”, declara la capitana.

Canul construyó los primeros bates que usaron y las pelotas las compraron con el dinero ganado en un concurso de altares del día de muertos. Gracias a la repercusión que ha tenido el equipo, a principios de enero el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, acudió a su campo de entrenamiento de Yaxunah para entregarles personalmente equipamiento deportivo.

Deportistas y emprendedoras

Las Amazonas son unas emprendedoras. Dzib no para de buscar soluciones porque la venta de tallas de madera no da para sacar a la familia adelante. Consiguió un lechón de cerdo en un programa de la Universidad de UADY con la condición de devolver una cría cuando las tuviera. Dzib se siente afortunada porque tras invertir en hacerla crecer y llevar a la cerda con un semental, nacieron diez crías. Devolvió una al programa y se quedó con nueve y la madre. Rechazó las ofertas por los nuevos lechones y los crio para obtener mayor beneficio vendiendo su carne ya de cerdos adultos. Todo se fue al traste cuando Dzib enfermó y tuvo que someterse a una operación de vesícula durante la pandemia. Su marido vendió los cerdos y tocó empezar de nuevo, esta vez con pollos conseguidos en el Programa Comunidad Diferente DIF a cambio de recoger basura.

El pasado agosto, el huracán Grace les destrozó el tejado de palma de guano de la choza en la que viven. Cada rama cuesta 20 céntimos de euro, así que por ahora, y como dice su marido, viven “en una casa de cinco estrellas”, las que ven de noche por el agujero del techo.

Canul trabaja confeccionando hamacas con un telar. La Fundacion Haciendas del Mundo Maya la formó en el oficio y las comercializa a través de la cooperativa Semillero, formada por 15 mujeres de la comunidad. Han conseguido que las hamacas de algodón que confeccionan las indígenas sean valoradas correctamente y Canul consigue 80 euros por cada una, aunque lo que más beneficio genera son las hamacas que le traen a reparar.

María Adela Peraza es una de las jóvenes del equipo. Siempre está tallando tortuguitas de madera que entrega a un comerciante por 65 céntimos la unidad. Él las vende a 4,50 euros en Chichén Itzá.

Ahora, los equipos rivales pagan los viajes y la merienda de las Amazonas y de los niños que las acompañan, hijos o nietos que nunca son menos de siete u ocho. Los maridos no suelen ir con ellas, pues dicen que están encantados de disponer de su tiempo libre cuando las mujeres salen a jugar.

En las gradas del estadio de Izamal ya no cabe un alma y el público ha llenado también el lateral del campo hasta meterse prácticamente en el terreno de juego. A los organizadores se les terminaron las entradas al poco de abrir la taquilla y dejaron de cobrar por el acceso. Para Canul es una gran responsabilidad jugar delante del público porque la gente paga para ir a verlas. Todo el equipo se siente obligado a dar el máximo rendimiento en el campo. La grada truena cada vez que las Amazonas logran una carrera, el público se vuelca con ellas en cada estadio.

Las Amazonas reciben muchas visitas, hoy ha venido a su campo de entrenamiento, desde la ciudad de Mérida, un famoso predicador al que ellas admiran.
Las Amazonas reciben muchas visitas, hoy ha venido a su campo de entrenamiento, desde la ciudad de Mérida, un famoso predicador al que ellas admiran.Antonio Lopez Diaz

Esther Can ha venido a verlas desde Citilcum, a 10 kilómetros de Izamal. Tienen conocidas entre las Guerreras, el equipo rival, pero hoy apoya a las Amazonas “Esta vez pusimos de lado a las conocidas y venimos a apoyar a las Amazonas porque no cualquiera juega descalza y con su ropa típica. Nos representan como yucatecos, representan a nuestros abuelitos y abuelitas”, expresa Can. Geni es de Izamal y está deslumbrada con las visitantes: “Yo no puedo caminar ni en el césped sin zapatos y mira ellas”. Canul cuenta que cuando juegan en zonas húmedas cerca del mar les salen ampollas en los pies, y se queman con el césped por el calor.

Dzib nunca pierde la sonrisa por mal que vaya el partido. No era la primera vez que jugaban en este campo y aunque en su anterior visita salieron ganadoras, esta vez les tocó perder. Canul, enfadada porque las jóvenes no hacen caso de sus consejos, no salió a saludar a las rivales al final del partido, no soporta perder. Tras el partido, el público baja al campo a hacerse fotos con ellas. En esta ocasión recibieron de manos del alcalde local un reconocimiento del pueblo de Izamal por su esfuerzo y motivación que anima a muchas mujeres a seguir hacia adelante.

Entre el público, un representante del equipo de Tecantho les invitó a jugar allí. Las Amazonas se reunieron, votaron que sí a la propuesta, terminaron su merienda y, ya de noche, se metieron con los niños en la furgoneta para cubrir las dos horas de camino de regreso a casa.

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