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1.400 millones de personas son pobres digitales y la mitad está en África

Un nuevo índice sobre el acceso a internet determina que un 18% de la población mundial no se puede permitir al menos 40 minutos de conexión al día. El dato está lejos del objetivo de desarrollo sostenible de garantizar el acceso universal a la Red en los países menos adelantados en 2020

Pobreza digital
Un aficionado al fútbol usa su teléfono móvil para apostar durante una transmisión televisiva de un partido de la Premier League inglesa, en el distrito de Kibera, Nairobi (Kenia).THOMAS MUKOYA (Reuters)
Alejandra Agudo

Un 18% de la población del planeta, 1.400 millones de personas, vive en situación de pobreza digital. Así lo ha estimado un estudio de la Internet Society Foundation y el World Data Lab que establece que alguien es pobre en esta dimensión cuando no se puede permitir un acceso al menos a 1Gb al mes con una velocidad de descarga de 10Mb por segundo (40 minutos de conexión al día) sin que ello represente más del 10% de sus gastos. El dato está lejos del propósito expresado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU de “facilitar el acceso universal y asequible a internet en los países menos adelantados a más tardar en 2020″ como requisito para fomentar la innovación, aumentar la investigación científica y mejorar la capacidad tecnológica especialmente en los países en desarrollo (ODS 9).

Este indicador está relacionado con la consecución de otras metas de la agenda internacional. “El acceso a internet juega un papel importante en la reducción de la pobreza global al proporcionar oportunidades para las personas de bajos ingresos en términos de empleo, información, educación...”, señaló Shana Robinson, responsable de programas de la Internet Society Foundation, durante la presentación virtual del nuevo índice este jueves. La pandemia ha demostrado que “internet es más importante ahora que nunca”, continuó. “Es un salvavidas para muchos y tenemos que asegurar que todo mundo tenga acceso, pero todavía hay demasiadas personas desconectadas”. En esta misma línea, Homi Kharasm, cofundador del World Data Lab, subrayó la estrecha relación entre conexión y trabajo: “El hecho de que estemos conectados hoy por videollamada dice mucho sobre esto”.

Según los datos del estudio, la mitad de quienes sufren esta carencia viven en África (709 millones). De los 10 países con mayor proporción de sus habitantes pobres digitales, ocho son africanos: Burundi, Madagascar, Malaui, Guinea-Bisáu, Togo, República Centroafricana, Ruanda y Zambia. Todos con más del 88% de su población sin acceso al paquete mínimo mencionado arriba, establecido por los expertos del World Data Lab. Las dos excepciones no africanas en esa lista son Venezuela y Yemen, en las posiciones quinta y sexta de la clasificación. Desde el punto de vista de la brecha de género, como en otras medidas de la pobreza, las mujeres salen peor paradas. Ellas representan el 52% de la estadística del índice.

Como en otras medidas de la pobreza, las mujeres salen peor paradas: ellas representan el 52% de quienes carecen de acceso a internet

“Internet es un recurso para mejorar la vida de las personas y una herramienta para el bien en la sociedad. Nuestra visión es que es para todo el mundo”, comentó Sarah Armstrong, directora ejecutiva de la Internet Society Foundation. ¿Cómo lograrlo? “Hay dos formas diferentes. La primera es lograr que la gente sea más rica y la otra es bajar los precios”, resumió Katharina Fenz, científica de datos del World Data Lab, que fue la encargada de presentar las estadísticas. Aumentar el ingreso disponible es una vía en línea con los esfuerzos para favorecer el crecimiento económico, el desarrollo internacional y, en definitiva, ligada a la meta de la reducción de la pobreza en todas sus formas, recogida en el ODS 1. Por otra parte, “los países pueden trabajar en la disminución de los precios mediante la implementación de reducciones de impuestos o regulando el mercado para asegurar su buen funcionamiento”, añadió la experta. “Algunos países en vías de desarrollo lo han hecho con éxito”.

Entre los ejemplos destacados están India, Túnez o Bangladés, donde los usuarios pueden tener acceso al paquete mínimo por menos de cinco dólares al mes (4,5 euros). “Eso permite que su población con ingresos más bajos también esté conectada”, anotó Fenz. De hecho, si los precios de India se globalizaran, habría la mitad de pobres de internet en el mundo, según sus cálculos. Por contra, si los precios fueran los de Kenia, habría 46 millones menos en África (porque el coste en este país es inferior al de la media del continente), pero aumentaría en siete millones en el planeta (pues el precio keniano es muy superior al que se oferta en Asia).

Ravi Shankar, director de investigación de la Digital Planet Tufts University, se mostró menos optimista sobre los progresos de India. En su intervención como invitado a la presentación del índice, advirtió que el amplio acceso a internet en el país asiático es todavía mejorable. Este país es el segundo que más cantidad de pobres de internet tiene, con algo más de 100 millones (de una población de 1.400 millones), solo superado por Nigeria, donde viven más de 103 millones de personas privadas de conexión (casi la mitad de sus habitantes).

Añadió Shankar que los progresos en India en cuanto a la democratización de la conexión no necesariamente se traducen en una mejora económica de los usuarios. “Se podría pensar que todo este consumo digital facilitado por la reducción de las barreras de acceso puede resultar en una actividad económica significativa. En la medida en que internet se ha vuelto central en el modo en que las sociedades compran, vende, trabajan, pagan, podríamos suponer que un elevado consumo digital se traducirá en economías más prósperas. Pero los datos en la India muestran que la mayor parte del consumo se concentra en clips de Bollywood y juegos de cricket”, afirmó. “India aún no ha llegado al punto en que toda su acceso y actividad digital resulte en un crecimiento económico inclusivo. Y esto es algo sobre lo que debemos reflexionar”, pidió.

“Hay una gran brecha entre el potencial y lo que realmente se hace”, aportó en este capítulo Kharas. “Pero creo que si se regula adecuadamente, el acceso a internet puede ser enormemente positivo para el crecimiento económico”, matizó. “Cuando observamos la forma en que las personas realmente pobres se han desarrollado y la forma en que sus ingresos han aumentado, casi siempre es consiguiendo que se conecten a mercados más grandes. A menudo, la razón por la que las personas pobres en las zonas rurales tan pobres es porque la única persona a la que pueden vender su excedente es a un solo intermediario. Es un monopolio y las ganancias del valor agregado son percibidas exclusivamente por ese intermediario. Lo que hacen las tecnologías digitales es conectar a muchas de estos productores de escasos recursos con más mercados más grandes. Esa es la gran oportunidad de aumentar sus ganancias para muchas de las personas más necesitadas del mundo que todavía viven en áreas rurales”, detalló el cofundador del World Data Lab.

En opinión del experto, quien cerró la charla en la que se analizaron los datos presentados, la carencia de internet tendría que ser incluida en el listado de privaciones con las que se mide la llamada pobreza multidimensional. “Al hablar de pobreza en general, ahora pensamos en todo un conjunto de dimensiones. Por supuesto, nos centramos en los ingresos, en el umbral del 1,90 dólares al día, pero muchos analistas hablan de pobreza multidimensional: de hambre, de acceso a la salud, a la educación, el agua potable y la electricidad moderna. Toda una gama de elementos que, como diría Amartya Sen, son necesarios para desarrollar realmente sus capacidades económicas. En esa medición, todavía no se ha incluido el acceso a internet”, lamentó.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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