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Los niños yemeníes acuden a trabajos de riesgo en vez de a estudiar

Antes de que estallara el último conflicto, en 2014, Yemen estaba colaborando con las Naciones Unidas para reducir la explotación infantil. Pero la guerra ha multiplicado el número de menores de edad sin escolarizar hasta los dos millones

Imagen y vídeo: Niños yemeníes en un campo de desplazados de las afueras de la capital, Sanaa, el 7 de agosto de 2021. Vídeo: YAHYA ARHAB

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En lugar de ir a la escuela, Harith Mansour, de 15 años, pasa sus días retorciendo cuellos de gallinas, desplumando y empacando carne fresca para los clientes de una pequeña tienda en Sanaa, la capital de Yemen. Él es uno de un número indeterminado de niños de este país que trabajan para mantener a sus familias mientras el saldo de seis años de guerra empuja al país cada vez más hacia la pobreza y el hambre. “Tuve que aceptar este trabajo porque mi padre no puede cubrir los gastos del hogar por sí mismo... No hay suficiente para la escuela u otras cosas”, justifica Mansour, que dejó de estudiar en octavo grado.

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En otro barrio de la capital, Abdo Muhammad Jamales, también de 15 años y vestido con sandalias y camisa, corta largas barras de acero en la calle para usarlas en estructuras de hormigón. Los enfrentamientos en su ciudad natal de Hodeidah, en el oeste de Yemen, obligaron a sus padres y ocho hermanos a instalarse en un campo de desplazados hace dos años. Con su padre enfermo y sin poder trabajar, Jamales y su hermano se mudaron a Sanaa. El adolescente gana entre 3.000 y 4.000 riales (de 10 a 13 euros) al día, pero más de la mitad se destina a comida y alojamiento, por lo que queda poco para enviar a casa. “Antes estudiaba y me sentaba y, gracias a Dios, todo estaba bien: la comida y la bebida eran fáciles. Pero ahora es difícil... Un saco de harina cuesta entre 18.000 y 19.000 riales (unos 60 euros). Antes costaba entre 5.000 y 8.000”, lamenta.

La inflación de precios en una economía golpeada por la guerra es uno de los principales impulsores de la persistente crisis de hambre en Yemen. El coste de una canasta mínima de alimentos ha aumentado más del 20% este año, según datos de la ONU. Antes de que estallara el último conflicto, a finales de 2014, el país estaba trabajando con las Naciones Unidas para reducir el trabajo infantil. La edad mínima para trabajar era 14 años y 18 para trabajos peligrosos. Pero la organización infantil UNICEF asegura en su informe Educación interrumpida: impacto del conflicto en la educación de los niños y niñas en Yemen que la guerra ha multiplicado el número de niños sin escolarizar hasta los dos millones desde los 890.000 que ya no estaban en las aulas antes de la guerra y advierte de que, sin un apoyo urgente, el número podría aumentar a seis millones.

De los niños que no asisten a la escuela, más de 400.000 han sido expulsados de ellas directamente por la guerra: hasta 2.507 centros educativos han sido dañados, utilizados como refugio por desplazados internos u ocupados por grupos armados. Se estima que 8.1 millones menores de edad necesitan asistencia educativa, cuando en 2014 esta cifra era de 1,1 millones.

Es esta situación (la guerra) lo que me llevó a trabajar... Este empleo nos da nuestro pan cada día
Zakaria Naguib, de 16 años, trabaja en un taller de metal en Sanaa

La pobreza también está empeorando. Según los datos más recientes, casi la mitad de todos los yemeníes vivían en la pobreza en 2014. Ahora se estima que las tasas nacionales de pobreza han aumentado hasta el 80%. Unicef estima que al menos ocho de cada 10 niños viven en familias que no tienen ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas.

Con los presupuestos familiares al límite, las niñas se casan a edades más tempranas y a los niños se les recluta como soldados cuando no son enviados a trabajar. Más de 3.600 menores de edad han sido captados para participar en conflictos armados en los últimos seis años, según la ONU.

Zakaria Naguib, de 16 años, comenzó a trabajar en un taller de metal en Sanaa hace dos años. “Es esta situación (la guerra) lo que me llevó a trabajar... Este empleo nos da nuestro pan cada día”, dice Naguib, mientras las chispas del acero molido vuelan alrededor de su rostro desprotegido.

La peor situación humanitaria del mundo

Yemen sigue siendo el país con la peor crisis humanitaria del mundo. Dos tercios de la población (20,7 millones de personas en total) necesitan asistencia humanitaria urgente debido a múltiples emergencias como conflictos, pandemias y desastres naturales. Los niños siguen siendo las principales víctimas de esta terrible crisis, y 11,3 millones necesitan algún tipo de ayuda humanitaria o asistencia de protección. Actualmente, más de cuatro millones de yemeníes desplazados viven en más de 1.500 campamentos y necesitan apoyo urgente para sobrevivir. La situación de seguridad sigue siendo impredecible y terrible, con acceso humanitario a las poblaciones vulnerables, incluso para la prestación de servicios de educación básica, severamente restringida.

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