Los indígenas son imprescindibles para un planeta más saludable
Este año brinda una oportunidad sin precedentes para que los líderes mundiales reconozcan a los pueblos originarios y a las comunidades forestales su papel esencial en la prevención de las crisis globales
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El 17 de febrero de este año, a causa de la covid-19, murió Aruká Juma, el último anciano del pueblo juma en la selva amazónica del Brasil. Según la ONG Instituto Socioambiental, él es uno de los más de mil indígenas que han muerto por el coronavirus en el Brasil, donde la pandemia ha afectado a más de 150 comunidades originarias.
La muerte de un miembro impacta enormemente en las pequeñas sociedades indígenas de la Amazonía, que a veces están compuestas solamente de un puñado de familias. Asimismo, con su fallecimiento, todos perdemos sistemas ancestrales de conocimiento y prácticas para vivir de manera sostenible y proteger nuestros bosques, nuestra fauna y flora silvestres.
Al conmemorar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo este 9 de agosto, debemos reconocer que ellos son la clave para enfrentar la emergencia planetaria actual. Si bien constituyen solo el 6% de la población mundial, tienen experiencias y visiones del planeta singulares que pueden ayudarnos a combatir nuestras crisis climáticas, de la naturaleza y sanitarias a nivel mundial.
Un paso en la dirección correcta este año fue el lanzamiento del primer estudio de una agencia de las Naciones Unidas que reconoce y documenta rigurosamente que los pueblos indígenas son los mejores guardianes de nuestros bosques. Dicho informe de la FAO y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe pone de relieve, sin lugar a dudas, que los pueblos indígenas y las comunidades forestales afrodescendientes en América Latina abordan la deforestación y la pérdida de biodiversidad mejor que nadie.
Al hacerlo, también luchan contra los efectos del cambio climático. De hecho, los territorios indígenas titulados en la Amazonía boliviana, brasileña y colombiana evitan la emisión de entre 42,8 y 59,7 millones de toneladas métricas de CO2 por año. Eso es el equivalente a sacar de circulación entre 9 y 12,6 millones de vehículos durante un año.
La deforestación es uno de los principales impulsores de los brotes de enfermedades zoonóticas y, al proteger nuestros bosques, los pueblos indígenas también están ayudando a proteger la salud humana y a evitar nuevas pandemias.
Los hallazgos de América Latina se han reforzado a escala global en un reciente estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que establece inequívocamente que los objetivos de biodiversidad son inalcanzables sin la inclusión total de los pueblos indígenas y las comunidades locales, cuyas tierras cubren alrededor del 32% de la superficie terrestre del mundo.
Necesitamos compensar a las comunidades indígenas y tribales por todos los beneficios ambientales que brindan sus bosques, además de facilitar la gestión forestal
Sin embargo, para que puedan seguir protegiendo el bosque de manera eficaz, necesitan el apoyo de todos. Los países tendrán que invertir en proyectos que fortalezcan el papel de los pueblos indígenas y tribales en la gobernanza forestal y refuercen y reconozcan los derechos territoriales comunales.
Necesitamos compensarles por todos los beneficios ambientales que brindan sus bosques, además de facilitar la gestión forestal. La financiación para el clima y la biodiversidad debe asignarse específicamente para estos fines. Por último, debemos asegurar que tengan un asiento en la mesa de diálogo. Este año habrá cuatro reuniones mundiales importantes en las que se deben escuchar sus voces. Por primera vez, tendrán su propia categoría de membresía en el Congreso Mundial de la Naturaleza de septiembre, lo que refleja el creciente reconocimiento de su papel central en la conservación.
La Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, en septiembre, también destacará el papel de los pueblos indígenas en los sistemas alimentarios mundiales. Los suyos son, en muchos casos, más diversos, sostenibles y nutritivos; y las selvas tropicales que estos grupos manejan ayudan a mantener las lluvias, a reducir las temperaturas locales y sirven como sumideros de carbono, con enormes beneficios para la agricultura en otros lugares.
En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad, de octubre, se pedirá a los líderes mundiales que se comprometan con el plan “30x30”, que protegería al menos el 30% de las áreas terrestres para 2030. Este objetivo, a menos de nueve años, solo se puede lograr trabajando junto con los pueblos indígenas y respetando sus derechos territoriales.
Por último, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en noviembre, debe reconocer el papel de los pueblos indígenas, dado que estos pueblos y las comunidades locales manejan al menos el 24% del total de carbono sobre el suelo almacenado en los bosques tropicales del mundo.
Este año brinda oportunidades sin precedentes para que los líderes mundiales reconozcan a los pueblos indígenas y las comunidades forestales por su papel esencial en la prevención de las crisis mundiales. Es hora de escuchar, proteger y unir fuerzas con los pueblos indígenas por el bien del planeta.
David Kaimowitz es oficial forestal superior de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y Director del Mecanismo para Bosques y Fincas.
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