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Un nuevo método para vacunar contra los bulos

La OMS ya advertía en 2020 del brote de desinformación que se producía de manera paralela a la pandemia. Ahora nace el Observatorio para la Demanda de Vacunación, una iniciativa que combate las mentiras con datos de las comunidades locales

Un médico de una unidad móvil coloca la vacuna en una jeringuilla para administrarla a un niño en un asentamiento en Toro, Nigeria, en octubre de 2020.
Un médico de una unidad móvil coloca la vacuna en una jeringuilla para administrarla a un niño en un asentamiento en Toro, Nigeria, en octubre de 2020.Andrew Esiebo (Unicef)
Belén Hernández

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La ciencia ha podido tardar décadas, incluso siglos, en encontrar la vacuna para erradicar o paliar los efectos de una enfermedad, pero los bulos que se generan alrededor de la inmunización han acabado, en muy poco tiempo, con los avances del trabajo científico de muchos años. Ocurrió con la polio en Pakistán, uno de los países en los que, junto a Afganistán, esta dolencia sigue siendo endémica.

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La Iniciativa de Erradicación Mundial de la Polio (GPEI en sus siglas en inglés) había conseguido vacunar a más de 37 millones de niños en toda la región, acercándose a su objetivo de vacunar a 39 millones menores de cinco años. Sin embargo, el proyecto se estancó en 2019. Varios vídeos, que acabaron haciéndose virales, en los que se aseguraba que un grupo de niños habían enfermado tras la administración de la dosis contra la poliomielitis dio al traste con los buenos resultados: el miedo se apoderó de miles de padres, que llevaron a sus hijos inmunizados al hospital sin que estos sufrieran síntomas; muchos otros rechazaron vacunarlos y hasta las mezquitas locales advertían a través de sus altavoces del peligro de hacerlo. Desde entonces, más de dos millones de niños no fueron vacunados y se notificaron 144 casos ese mismo año, en comparación con los 12 que se habían registrado en 2018.

Esta incertidumbre que vivió Pakistán en 2019 es similar a la que se da en el momento actual, con toda la desconfianza que se ha generado alrededor de las vacunas contra la covid-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advertía en 2020 del brote de desinformación que se producía de manera paralela a la pandemia, a la que bautizó como infodemia, una epidemia tan peligrosa como la sanitaria. De modo que para combatir la desconfianza en materia de vacunación en todo el mundo, pero especialmente en los países en desarrollo, Unicef, The Public Good Projects y el Instituto de Salud Mundial de la Universidad de Yale se han unido para crear el Observatorio para la Demanda de Vacunación (Vaccination Demand Observatory en inglés), una nueva iniciativa que nace para inocular a la sociedad contra los bulos sobre las vacunas.

“En estos tiempos en que impera una mayor ansiedad e incertidumbre, la gente tiene muchas preguntas y preocupaciones perfectamente razonables sobre las vacunas. Y no podemos abordar sus dudas si primero no las entendemos”, explica por teléfono Angus Thomson, científico de Unicef y uno de los expertos al frente de este proyecto. Desde que arrancase el programa, hace aproximadamente un año, han desarrollado estrategias de escucha social en 10 países de África Occidental para introducir las vacunas contra la polio y la covid-19.

Desde que arrancase el Observatorio para la Demanda de Vacunación han desarrollado estrategias de escucha social en 10 países de África Occidental para introducir las vacunas contra la polio y la covid-19

“Damos prioridad a la agregación de fuentes de escucha tanto en línea como analógicas, para garantizar que también se tienen en cuenta las opiniones de las personas que no tienen acceso a la información digital”, añade Thomson, que explica que se ha formado en cómo gestionar los bulos sobre las vacunas a más de 90 miembros del personal de Unicef y los distintos ministerios de sanidad en los países que ya está instalado. Además, el programa se ha aliado con Facebook en 6 países: Ucrania, Pakistán, Indonesia, India, Kenia y Filipinas. Junto a Unicef y los distintos gobiernos, el observatorio ha creado equipos para estudiar las campañas de vacunación a través de esta red social y su impacto, para así poder “vacunar” a las personas contra la información errónea, añade Thomson.

La diferencia de este proyecto con anteriores iniciativas es que esta gira en torno a un “gestor de la infodemia sobre el terreno”, como explica Joe Smyser, director general de The Public Good Projects, en lugar de que sea un grupo externo el que tome las decisiones. Este gestor coordina la escucha, el análisis y la identificación y evaluación de los rumores, y las lagunas en la información, para proporcionar en tiempo real ideas y recomendaciones prácticas a los equipos que trabajan con las comunidades.

Uno de los rumores a los que el equipo del observatorio ha tenido que hacer frente es el de que los africanos iban a ser usados como conejillos de indias para probar la eficacia de las vacunas contra la covid-19, a raíz de la polémica tras una charla de dos expertos en una televisión francesa. “Es un bulo que surgió al inicio de la pandemia y que tiene su raíz en el legado colonial que tienen muchos de los países africanos en los que trabajamos, lo que también provoca la desconfianza entre la gente del continente en la medicina occidental”, explica Thomson.

“Dado que la comunicación local es clave para el éxito de cualquier campaña de vacunación, nos centramos en crear programas a nivel local que sean tan potentes y sofisticados como cualquier sistema global. Cada país tiene sus propios matices culturales, por lo que el sistema del observatorio creará métodos cuantitativos y cualitativos adaptados a la narrativa de cada uno de ellos”, contextualiza Smyser. Como primer paso, el proyecto publicó en diciembre de 2020 la Guía práctica para gestionar las informaciones erróneas sobre las vacunas. Este informe, disponible en seis idiomas, tiene como objetivo establecer protocolos y criterios a la hora de gestionar los bulos. En definitiva, ayudar a las organizaciones a hacer frente a la infodemia mundial.

Los movimientos antivacunas, viejos conocidos de la ciencia

En 1998, el médico Andrew Wakefield presentó una investigación preliminar, publicada en la prestigiosa revista científica The Lancet, en la que aseguraba que 12 niños vacunados contra el sarampión habían desarrollado comportamientos autistas e inflamación intestinal grave. Aquel informe, que se demostraría más tarde un fraude, sentaría las bases de la desconfianza de muchos y afianzó el movimiento negacionista. Pero los antivacunas no son un fenómeno reciente, según los expertos. “Podríamos recopilar viñetas de hace 100 años en los que se puede ver que se dibuja contra la eficacia de las vacunas. Hemos tenido que lidiar contra la desinformación desde siempre”, asegura Angus Thomson, de Unicef.

Si bien no ha nacido ahora, sí que la pandemia ha incrementado el número de voces que se han alzado contra la ciencia o que han dudado de ella, y lo han hecho a través de las redes sociales, una arma indispensable para su rápida difusión. “La covid-19 ha amplificado los bulos. Esta situación inédita, en la que se han aprendido cosas sobre la marcha, se presta a que todo el mundo opine. La información que nos da el amigo de un amigo pesa más que lo que nos dice un experto sentado en la OMS. Lo próximo nos convence más”, argumenta Adelaida Sarukhan, doctora en inmunología y redactora científica en el Instituto de Salud Global de Barcelona.

En esta lucha contra las noticias falsas, ISGlobal participa desde hace algo más de seis meses en un proyecto, junto a Verificat, por el que se desmiente los bulos sobre la covid-19 a través de una plataforma web de la que beben los medios católicos afiliados. “En un momento en que hay páginas web que se autodefinen como católicas, que lanzan el mensaje contrario a las vacunas, o incluso llegan a decir que son un instrumento del demonio, es importante que haya un consorcio potente que se dedique a desmentir ese tipo de afirmaciones usando la ciencia y tratando de llegar a esas mismas comunidades”, explica Pau Rubio, portavoz de ISGlobal. Una de las dificultades que tiene la verificación, añade Rubio, es que a menudo resulta muy difícil llegar a las mismas comunidades que han recibido la desinformación. “Es indispensable que se combatan porque se quedan impregnados en la mente de las personas con mayor facilidad”, explica Sarukhan.

“Las fakes news llenan todo hueco que quede. Si hay un vacío de información, sobre todo los que había al principio de la pandemia, se tiende a llenar con ellas. La mejor estrategia contra esto es ser proactivos, más que reactivos. No hay que esperar a que surjan bulos para contraatacarlos, sino que hay que dar información veraz desde el principio”, argumenta Sakukhan. Desde hace un año, ISGlobal también publica cada semana los avances científicos más relevantes, para tratar de atajar las dudas y preocupaciones. “No quiere decir que la ciencia pueda dar ya todas las respuestas, pero no nos debe importar decir que no sabemos algo cuando aún no se ha descubierto. Lo esencial es dar información veraz”.

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Sobre la firma

Belén Hernández
Redactora de Estilo de Vida, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde escribe sobre cultura y tendencias, pero también sobre infancia, medio ambiente y pobreza en países en desarrollo. Antes trabajó en El Mundo y Granada Hoy. Es granadina, licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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