Santos Cerdán no vio ‘Uno de los nuestros’
Es de primero de dinero negro hacer en El Corte Inglés lo que se hace con los crupieres de los casinos: “Cuando me vea, no me salude, ni mucho menos me abrace”.


Hay pocos asuntos más costumbristas que el de un matrimonio hablando de otro matrimonio, casi siempre en los mismos términos: mucho están gastando esos, en qué andarán metidos. La importante novedad en las conversaciones difundidas por la UCO entre Karmele Atxuxa y su marido Antxon Alonso —a la espera de que no falte contexto— es que ya saben de dónde saca el dinero el matrimonio del que hablan, Santos Cerdán y Paqui Muñoz. De una sociedad de Antxon Alonso, según la Guardia Civil participada al 45% por Cerdán, cuyo 75% de beneficios provenía de Acciona a cambio de una comisión. (No deja de ser impresionante que la corrupción política ponga siempre tanto el acento en los corruptos y tan poco en los corruptores). La novedad de esas conversaciones intervenidas no es, pues, el origen del dinero, sino su destino. La paradoja del dinero negro: cuanto más se gana, menos se puede enseñar. Pero a Paqui, según le dice Karmele Atxuxa a su marido, la conocen ya todas las vendedoras en El Corte Inglés. Y es que “no son nada discretos”. Así que le dice a su esposo que llame a Cerdán, marido de Paqui, para hacer una intervención: “La tenéis que coger entre los dos y hablarle claro”. En Uno de los nuestros, la banda de Jimmy Conway (Robert de Niro) da un golpe en la terminal de carga de Lufthansa. La orden es clara: después del atraco millonario, todo el mundo en perfil bajo. Pero una copa antes de Navidad lo revienta todo. De Niro observa, alucinado, como los Paquis de la mafia aparecen en el bar luciendo trajes, joyas y vestidos; que si un cadillac rosa, que si un visón blanco. Hay bronca al principio. Luego, después que se le hable claro a los petulantes y los petulantes no quieran devolver sus abrigos, empiezan a aparecer cuerpos congelados: el imperio se desmorona a partir de su mejor golpe y de sus consecuencias. Es de primero de dinero negro hacer con las vendedoras de El Corte Inglés lo que se hace con los crupieres de los casinos: “Cuando me vea, no me salude, ni mucho menos me abrace”.
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