Feminista, lo has arruinado todo
Ahora no solo tenemos que aguantar a los de “¿dónde están las feministas?”, sino que nos culpan de fastidiar sus trabajos tóxicos. Esto sí es una cruz y no la de Rosalía


¿Las mujeres han arruinado el trabajo? No me lo pregunto yo, es lo que planteó el periodista conservador Ross Douthat hace unos días en Interesting Times, el podcast que presenta y coordina para The New York Times. “Los hombres y mujeres son diferentes. Esta es una premisa fundamental del conservadurismo en la era de Trump: que el liberalismo y el feminismo han fracasado al pretender que ambos sexos son iguales. Pero, ¿qué significa realmente esa diferencia? ¿Debería la derecha intentar revertir toda la era feminista? ¿O existe una forma de feminismo conservador que corrija los errores del liberalismo?”, anticipó en su alegato al iniciar un programa de una hora de duración. Para probar su ¿teoría?, una que daba al movimiento feminista interseccional por perdido, el también columnista invitó a dos mujeres a defender, dentro de la postura de que solo el conservadurismo nos salvará, dos lados en una balanza que siempre se inclinaba hacia la derecha. Por un lado, Helen Andrews, autora de la teoría de la “gran feminización”, que viene a decir que la igualdad es malísima para las mujeres. Por otro, Leah Libresco Sargent, una escritora atea que se convirtió al catolicismo y que predica la dependencia femenina con valores cristianos. Cuando The New York Times subió el podcast a su web, lo hizo con el discreto titular “¿Arruinaron las mujeres el lugar de trabajo?“. Como era previsible, se montó una buena.
You ok @nytimes? pic.twitter.com/VoJqpmVQ7O
— Shannon Watts (@shannonrwatts) November 7, 2025
“Que un importante medio de comunicación publique un titular como “¿Arruinaron las mujeres el lugar de trabajo?” en un mundo actualmente dirigido por algunos de los hombres más sociópatas, mediocres y narcisistas que uno pueda imaginar, que exprimen hasta la última gota de todos los demás mientras queman vivo el planeta porque nunca pueden estar satisfechos con lo que ya tienen, es sin duda una elección extraña”, denunció la científica Katie Jgln desde Substack. “Ya que el NYT se pregunta “¿Acaso las mujeres arruinaron el entorno laboral?”, por qué no se pregunta también: ¿Acaso los hombres arruinaron la seguridad en los lugares de trabajo? ¿Acaso los hombres arruinaron la seguridad doméstica? ¿Acaso los hombres arruinaron la seguridad internacional? ¿Acaso los hombres arruinaron la tranquilidad de no tener que preocuparse por una guerra nuclear? ¿Acaso los hombres arruinaron la tranquilidad de no tener que preocuparse por un colapso económico global? ¿O es que el rotundo “SÍ” a todas estas preguntas es demasiado difícil de aceptar para los hombres más vulnerables, y por eso el NYT lo evita?”, se preguntó, también en esa plataforma, el comunicador y abogado especialista en derechos humanos Qasim Rashid. A las horas, y ante la avalancha de críticas, la publicación modificó el titular al no menos problemático “¿Arruinó el feminismo liberal el lugar de trabajo?”, que volvió a levantar otra oleada de críticas.
Hace unas semanas, la periodista Susan Faludi explicó en este diario que el antifeminismo de los 90 era un juego de niños comparado con el que vivimos, uno que ha declarado la guerra a los avances en igualdad. “La reacción actual es mucho más virulenta y menos sutil. Antes, se aplicaba con guante de seda. Aquella reacción venía a decir: ‘Solo estamos aquí para ayudaros a ser felices’. Eso no es lo que está pasando ahora. El antifeminismo quiere sangre. Hay un ataque coordinado para privar a las mujeres de la autonomía corporal básica y su libertad reproductiva. Se está expulsando a las mujeres de la fuerza de trabajo, destruyendo todas las leyes, políticas y agencias que sirven al bienestar femenino”, explicó. Cuando una analiza esta nueva oleada ultra, una siente hasta ternura por los machistas de antaño que nos decían que las feministas éramos unas amargadas y acabaríamos solas. Ahora no solo tenemos que aguantar eso y a los que preguntan “¿dónde están las feministas?”, como si fuéramos bomberas solícitas ante cualquier indigencia moral, sino que nos culpan de arruinarlo todo. Hasta sus trabajos tóxicos. Esto sí es una cruz y no la de Rosalía.
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