El discurso de Virginia Ortiz
Cuando de las cifras se pasa a los nombres, cambia la perspectiva y no hay forma de escaparse del dolor que disimulan los números


Juan Alejandro Ortiz murió en Letur (Albacete) cuando la riada se llevó la furgoneta del Ayuntamiento en la que estaba trabajando junto a un compañero que también falleció. Se tardó unos días en identificarlos. Su prima Virginia Ortiz fue una de los tres familiares de las víctimas que intervino en el funeral de estado que se celebró en el Museo de las Artes y las Ciencias de Valencia.
En una situación de máxima tensión provocada sobre todo por la incomodísima presencia del Presidente de la Generalitat en la segunda fila de autoridades, Ortiz elaboró un razonamiento que señalaba a los políticos como responsables primeros de la tragedia. “Las inundaciones son en España el fenómeno natural que más muertes provoca, pero no fue este fenómeno el causante de la catástrofe que hemos sufrido. Es quien omite su deber, a sabiendas de que su omisión puede suponer la pérdida de vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva en sus muertes”. En ese instante la interrumpieron los aplausos. Y si yo hubiese estado allí, como hizo la Reina, también habría aplaudido para manifestar respetuosamente el dolor y tanta rabia acumulada. Además de expresar con entereza el dolor por la pérdida, sumó una crítica dura, contundente y patriótica.
Su discurso, breve, fue el más impactante. En los pocos minutos de los que dispuso, Ortiz quiso recordar a uno de los miles de voluntarios que se desplazaron a Valencia cuando parecía que el Estado no llegaba. Lo nombró: David Lafoz. Entonces organizó equipos de tractoristas y camioneros para ayudar. En su caso, concretamente, trabajó en Catarroja, donde fallecieron 25 personas. Era un agricultor de Belchite (Zaragoza) que desde la adolescencia quiso ganarse así la vida.
“Para mí el campo es la vida”, dijo en una entrevista al Heraldo al poco de cumplir los 18 años en 2017. Tenía título de FP como técnico agropecuario y pronto, entre ayudas de los padres, subvenciones y créditos, invirtió para profesionalizarse: compró tierras y maquinaria. Cuando a principios de 2024 los agricultores impulsaron diversos focos de protesta por todo el país, se plantó con su tractor ante en Palacio de la Alfajería, la sede de las Cortes de Aragón. La fotografía del instante es icónica. Fue imputado. El pasado 10 de julio el Ayuntamiento del pueblo de Catarroja expresó el pésame por él en un comunicado. Ahogado por la burocracia, como escribió en un post de Instagram devastador, se suicidó.
Cuando de las cifras se pasa a los nombres, cambia la perspectiva y no hay forma de escaparse del dolor que disimulan los números porque, de repente, tan solo con nombrarlos, adquieren rostro y biografía. Nunca había escuchado el nombre de Carlos Lafoz, pero desde hace un año largo era conocido como un referente de la protesta de los agricultores y tras su muerte se ha convertido en un símbolo.
Los homenajes se han replicado por toda España, casi siempre organizados por compañeros, y su caso ha sido motivo de conversación en canales de la extrema derecha presentándolo como una víctima de la amenaza que representa el Estado y la Agenda 2030. Por supuesto Alvise Pérez y Vox hicieron acto de presencia en su funeral, había sido candidato municipal por el partido en las municipales de 2023.
“Abandonó este mundo tras luchar por él por no conformarse a vivir bajo las injusticias”, explicó Ortiz el miércoles en Valencia, “le menciono para recordaros porque somos fuertes, que no estamos solos y que hoy más que nunca tenemos que estar unidos”. El gran problema democrático es que alguien como él, frustrado, no tuviera otra esperanza con la política. Él, como tantos valencianos tras la tragedia.
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