¿Cómo te crees que somos?
Las lectoras y los lectores escriben sobre los estereotipos culturales, la designación de la isla de San Simón como lugar de memoria y el estrés de los educadores de infantil

A veces, no nos damos cuenta de que la mayoría de cosas que pensamos o decimos las hacemos dictaminadas por nuestro entorno. ¿Realmente crees que todos los que se llaman Mamadou escuchan el mismo tipo de música? ¿En serio piensas que todos hablan de la misma manera, se visten de la misma manera y tienen los mismos comportamientos? Está completamente normalizado que Juan pueda escoger su propia personalidad, gustos y manera de ser, pero Hakim tiene que ser exactamente como el resto de personas racializadas que has conocido. Porque, querido lector blanco, ya sé que te resulta difícil de creer que Mohamed escuche música clásica mientras que Francisco escucha rap. Las diferencias culturales son algo innegable, pero también es innegable saber que cada persona es diferente independientemente de su raza o procedencia. No esperes cosas de mí solo por mi procedencia, ni tampoco que seré igual que tu amiga la africana que conociste en el bar. Sean estereotipos positivos o negativos, siguen siendo estereotipos.
Astou Diop Niang. Aoiz (Navarra)
Un lugar de memoria
En el necesario “trabajo de memoria”, en palabras de Paul Ricoeur, sobre la resistencia al mal absoluto que representan los fascismos, la sobria ficción documental San Simón (2025), del cineasta Miguel Ángel Delgado, reflexiona sobre la memoria del penal de esta isla ubicada en la ría de Vigo y sobre la construcción de dicha memoria. La creación artística se une así a la investigación histórica y a la voluntad del activismo memorialista. La Xunta de Galicia, ya en el período de Alberto Núñez Feijóo, intentó borrar esa memoria, y la isla de San Simón se quiso reconvertir en lugar de ocio, anunciándose fiestas de Halloween en el campo de concentración en el que han estado recluidos más de 5.600 presos republicanos. Su declaración como “lugar de memoria democrática” honrará definitivamente el espacio de dolor y muerte y a los hombres y mujeres que los sufrieron.
Carmen Mata Barreiro. Madrid
Donde el cuidado no cabe
Llego a casa de noche, con un par de bolsas y la energía agotada. Me tiro en la cama y entro en las redes. Gaza. Cáncer de mama. Discursos de odio. Por suerte, o no, un meme de una chica riendo me hace reír a carcajadas y, de pronto, toda la ansiedad y estrés acumulados se me desbordan y lloro desconsolada. ¿Por qué? Tengo techo, amo mi profesión y estoy sana, pero el año pasado cambié de centro de trabajo. Ya no es esa escuela infantil respetuosa, con grupos pequeños y atención a la infancia. Tuve que renunciar a eso por algo más “estable”, una tradicional en la que se respetan las ratios de 20 niños de dos años por cada educador (o educadora, como casi todos los trabajos del cuidado) y ahora tengo un aula en la que no hay tiempo para acariciar siquiera. Y lloro porque no entiendo cómo esto (pasar cinco, seis, siete horas escuchando sus llantos sin poder hacer nada) es normal para el sistema. Salud mental. Já. Ni mía ni suya, porque, ¿qué infancia estamos cuidando si no podemos acunar a un niño que ni sabe hablar porque estás sola y hay otros 19 más necesitando tu atención?
Rosa Hernández. Sevilla
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.






























































