Ciudadana Vilaplana
La periodista que comió con Mazón el día de la dana puede justificar su falta de ética profesional, pero no la personal

En los terribles días que siguieron a la dana de Valencia, el 29 de octubre hará un año, atronaba una pregunta mientras se buscaba contrarreloj a vivos y muertos bajo las aguas: ¿con quién tan importante había comido el presidente Mazón durante tres horas largas para no haber acudido al puesto de mando mientras sus conciudadanos se ahogaban en barro? Cuando por fin se supo el nombre, la profesión y, sobre todo, el aspecto del comensal misterioso, a muchos les cuadraron todos los círculos de sus prejuicios. Era Maribel Vilaplana, una prestigiosa y, sí, atractiva comunicadora a la que Mazón había citado para ofrecerle un cargo y que, cuando cayó sobre ella la consiguiente ola del oprobio machista, decidió quitarse de en medio sin más explicaciones. Mucho ha llovido desde entonces. Pero solo ahora ha creído oportuno tomar la palabra en su descargo. Tarde, tarde.
Porque da igual la naturaleza de aquella cita entre el político y la periodista. Que fuera laboral, personal, o una mezcla de ambas cosas, algo mucho más habitual de lo que luego se trasluce en ambos gremios, como sabemos todas y todos los que nos dedicamos a uno de los dos oficios. Vilaplana tiene razón en el fondo: ella no es responsable de nada; es él quien lo es de todo. Quizá no menos cierto, pero sí menos elegante es alegar sufrir estrés postraumático para no haber hablado antes cuando las familias de las 227 víctimas han tenido y tienen que seguir escuchando las mentiras de su presidente sin que quien podía hacerlo, y ella pudo, se las desmintiera a la cara. No se trata aquí de lapidarla. Ella misma confiesa que nunca podrá quitarse ese tormento. Anteayer mismo, el muy feminista ministro Óscar Puente soltó en el Senado que Mazón andaba ese día “entregado a los placeres de la carne”, incluyéndola a ella en el exabrupto tabernario, como si tal cosa fuera indecente, o relevante. Y no. La decencia es otra cosa. La periodista Maribel podría haber faltado a la verdad y a su ética profesional porque no estaba de servicio. Pero la personal no tiene horario, y, de esa, la ciudadana Vilaplana ha andado bastante escasa. Igual no es demasiado tarde para admitirlo y remediarlo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
