Vox no es feminista
Las mujeres nacidas en contextos musulmanes vivimos entre dos misoginias: la de los intransigentes islamistas y la de los morófobos que se apropian de nuestro sufrimiento

Qué tiempos estos en los que hay que señalar evidencias. Pero tendremos que hacerlo porque la difusión de bulos y mentiras y manipulaciones de todo tipo tiene dimensiones torrenciales y hay que defender la verdad. Incluso la realidad, a veces. Que Vox no es feminista lo sabe cualquiera que conozca sus antecedentes y sus políticas: allá donde tienen poder han retrocedido las políticas de igualdad, sus discursos niegan el machismo y la violencia específica contra las mujeres. Añoran un modelo de familia basado en la subyugación de las esposas y las hijas aunque lo disfracen de protección. Pretenden acabar con derechos reproductivos y aunque dicen estar en contra del género (cuando hablan de “ideología de género”) no hacen más que promoverlo y defenderlo al promover y defender la feminidad.
Si Vox no tiene credencial alguna como feminista, ¿por qué en algunos casos se aceptan y se validan sus opiniones? Ocurre con el tema de las mujeres musulmanas, la religión y el hiyab. Las feministas nacidas en estos contextos llevamos toda la vida defendiendo nuestros derechos, llega Vox, dice que el hiyab es misoginia y automáticamente salen a defenderlo algunos sectores de izquierdas que aceptan el marco de la ultraderecha y reaccionan a sus afirmaciones. En ese proceso quedamos automáticamente borradas del debate público.
Vivimos, de hecho, entre dos misoginias: la de los intransigentes islamistas que quieren convertirnos en banderas que se plantan en suelo europeo y la de los morófobos que se apropian de nuestro sufrimiento y nuestras reivindicaciones para hundirnos más aún en la miseria. Y no nos podemos permitir salir del fuego para acabar en las brasas, no podemos defender el islam solamente porque lo rechace Vox aunque salgan miles de estudiantes a hablar por nosotras ninguneando nuestra situación.
La diferencia entre una feminista nacida musulmana y Vox es que a la primera lo que la mueve es un amor profundo hacia otras como ella misma: su madre, sus tías, sus abuelas, sus hijas y amigas, mientras que los de Abascal nos odian a todas sin igual tanto si llevamos velo como si no, nos odian por moras y por mujeres del mismo modo que odian a las españolas que se apellidan Fernández o Rodríguez. Habría que dejar de darles tanta cancha, de dar validez a sus posturas. No nos representan. Y menos cuando ya fue demostrado que practican el arte de la más vil hipocresía porque en su día no le hicieron ascos al dinero musulmán procedente de una secta religiosa iraní que contribuyó a su financiación.
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