¿De qué trata tu enfermedad?

Es la pregunta que siempre me hacen cada vez que digo que tengo dermatomiositis. La mayoría no sabe que es una “enfermedad rara”, crónica y degenerativa. Fui diagnosticada con 17 años; tardaron 10 meses en detectar lo que tenía; tuve suerte, ya que un paciente puede esperar hasta una media de seis años. He pasado tantas horas en el hospital que es como mi segunda casa. Ahora, con 32 años y conviviendo con cinco enfermedades más, quiero recordar que no somos personas raras; lo raro es no invertir en investigación sobre este tipo de enfermedades, para que las personas puedan tener un diagnóstico temprano, mejorar su calidad de vida y hacer visible lo invisible.

Talía Lizarbe Castro. Madrid.

Un sistema sanguinario y cómplice

Denunciar la violencia de género es una espiral sin salida. Nos piden que lo hagamos, pero una vez lo haces, encuentras negativas por todos lados. El proceso es lo más parecido al castigo constante. Las mujeres que denunciamos nos enterramos económica y psicológicamente y la lucha es un barco a la deriva. Ni el sistema judicial, ni la sociedad, ni los servicios sociales están preparados para entender el dolor que es, mucho menos para acompañarnos y creernos. Yo, a día de hoy, habiendo denunciado, no puedo recomendar a una sola mujer que lo haga. Y la culpa es del sistema y su estructura patriarcal. Un sistema sanguinario y cómplice que hace todo lo posible por silenciarnos.

Romina Llaguno Nieves. Madrid.

Agur, Aitor

El miércoles se despidió a Aitor Esteban con un aplauso en el Congreso. Algo muy difícil de conseguir, pero el vasco ha demostrado una calidad democrática enorme en un recinto hundido por la discusión nada eficaz y empujada por una derecha que sabe que aunque se dediquen al insulto o la procacidad eso le dará votos. Una pena para la salud intelectual. Aitor nunca levantó la voz, nunca insultó y creó siempre una atmósfera distinta. Le recordaremos. Zorionak eta gero arte Aitor.

César Moya Villasante. Madrid.

La marcha de Mazón, un asunto ético

El reconocimiento por parte de Carlos Mazón este miércoles, no de la hora a la que llegó al Cecopi el pasado 29 de octubre, sino del ya más que evidente hecho de que durante meses ha mentido a toda la ciudadanía, hace obligatoria su marcha: una tragedia a sus espaldas como la que azotó a Valencia y que todos los españoles sentimos en la que más de doscientas personas perdieron la vida rebasa cualquier límite partidista y personalista. Es este, pues, el momento en el que el PP, si realmente quiere ser un partido solvente y proyectar una certera capacidad de gestión ha de exigir al presidente de los populares valencianos su dimisión. Nombres y partidos son secundarios en cuestiones como esta, donde la dimensión ética, despojada de toda ideología, ha de vertebrar la acción y toma de decisiones de cualquier partido en tanto en cuanto estos quieran ser herramienta efectiva de representación social y no meras agencias de colocación.

Raúl Calleja Fuentes. Palma del Río (Córdoba)