Blake Lively: una historia de machismo, millones y mentiras en Hollywood
Parece increíble lo fácil que sigue siendo desprestigiar a una mujer, incluso poderosa, rica y talentosa. Si pueden con ella, pueden con todas
Qué poco sabemos y cuánto hablamos. Feliz 2025, donde todo cambia para que todo siga igual. Esta historia que vengo a contarles podría parecer más antigua que el propio tiempo, o tan moderna como efectivamente lo es. Quizá sea escandalosa, aunque no demasiado novedosa, pero nos deja ciertas lecciones que más nos valdría aprender: que el poder del dinero es el de la desinformación, y que suele ser, en muchos casos, el de los hombres contra las mujeres, a las que sigue resultando tristemente fácil aplastar, con verdades o mentiras.
La historia arranca en 2023, con el rodaje de la película Cerrar el círculo, basada en el libro de la superventas Coleen Hoover. Dirige y coprotagoniza Justin Baldoni, con la superestrella Blake Lively como protagonista. La huelga de escritores y actores de Hollywood paraliza el rodaje unos meses, pero todo cambia cuando el equipo regresa al plató, en enero de 2024. Eso se ha sabido ahora gracias a una denuncia de la propia Lively (también productora), en la que explica cómo Baldoni, junto a poderosas agencias y a un presupuesto ilimitado de, tomen aire, 100 millones de dólares, orquestó una campaña para hundirla. Sí, para “enterrarla”, para acabar con ella, con su imagen pública, con su carrera y su familia.
La demanda es, obviamente, de parte, pero todos (la escritora, los coprotagonistas, la agencia de representación de Baldoni, actrices como Amber Heard, que tuvo a esas mismas publicistas contra ella en su caso contra Johnny Depp) van cayendo del lado de Lively. No hace falta que lean las 80 páginas de la misma, basta con ir a la segunda. En ella se recoge cómo la actriz exigió, por escrito y por contrato, poner límites con él. A saber: que no le enseñara “más vídeos de mujeres desnudas”, que no le hablara más de su “adicción a la pornografía” ni le describiera sus genitales, que no le contara sus experiencias sexuales con su esposa u otras personas, que no mencionara los momentos en los que no tuvo consentimiento en actos sexuales (por tanto, da por hecho que violó a alguien), que no entrara más en su camerino sin su consentimiento, especialmente cuando estaba semidesnuda dándole el pecho a su bebé, o que no le hablara de su peso.
Se ve que poner límites no es algo que Baldoni lleve bien: su enfado le llevó a fabricar esa campaña de hundimiento, especialmente en redes. Sus agentes, dos mujeres contratadas específicamente para ello, crearon y difundieron historias falsas y animaron a hacerlo, aplaudiendo sus mutuos logros en mensajes que aparecen en la denuncia y en The New York Times. “No podemos decir que la destruiremos”, avanzan; “Sabes que podemos enterrar a quien queramos”, siguen; “La campaña es increíble. Hemos confundido a la gente. Tantos mensajes cruzados. Divertidísimo, si lo piensas”, continúan.
Obviamente, la reputación de Lively se vio dañada: sus marcas comerciales, sus proyectos, los de su familia —está casada con el también actor Ryan Reynolds—, su nombre. Las lecturas son muchas. Una, que la industria siempre está movida por fuerzas invisibles, inapreciables al ojo humano, hasta el entrenado: las publicistas insistían en que todo fuera “imposible de rastrear”. Es fundamental que la prensa abra, abramos, los ojos, que hilemos fino. La desinformación está presente y cunde en redes, y no solo en cuestiones políticas o económicas: puede destrozar vidas. Ir más allá de comentaristas en redes, de análisis sibilinos y de parte nos convierte en ciudadanos mejor informados. En nuestros grupos de WhatsApp o cenas de amigos se habla de la inflación o el precio de la vivienda, sí, pero también de la última peli o del cotilleo de turno. Son la espuma de la vida, pero no caigamos en viejas trampas ahí. Son tan malignas y tan serias como en cualquier otro asunto.
Y está la cuestión del machismo, cristalina en este caso. Parece increíble lo fácil que es, más bien, que sigue siendo, desprestigiar a una mujer, incluso poderosa, rica y talentosa. Si pueden con ella, pueden con todas. Cualquier resquicio sirve. La campaña de Lively en Cerrar el círculo —que es, además, una historia de supervivencia tras malos tratos— se basó en la ropa y en los comentarios ligeros; eso la convirtió en blanco de las críticas. Hoy sabemos que fue así como lo quiso el estudio. Que no fue ella quien ignoró a Baldoni: todos decidieron alejarse de él. Como siempre, la piedra contra nosotras vuela mucho más ligero. Nadie puso en duda al director. Por cierto, en una entrevista reciente, Baldoni llegó a decir: “Nosotros, como hombres, tenemos que dar un paso más y descubrir cómo ser mejores aliados”. Ajá. Un cuento tan viejo como el tiempo. Feliz 2025.
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