La vida a través del espejo
El manifiesto que pide prohibir la síntesis de bacterias invertidas es elocuente por lo poco dados al alarmismo que suelen ser los firmantes
Un heresiarca de Uqbar dejó dicho: “Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. Los 38 científicos que acaban de firmar un manifiesto en la revista Science no han entrado en la cuestión de la cópula, pero coinciden con el heresiarca de Uqbar en que los espejos son abominables. Se refieren a lo que llaman la “vida espejo”, un concepto importante que entenderemos en el siguiente párrafo. Más tarde volveremos a Uqbar.
Si superpones tus dos manos con los dorsos para arriba, verás que no encajan. El pulgar se va para un lado en la de abajo, para el otro en la de arriba, y los dedos no cuadran ni bajo soborno. Tus dos manos son iguales en todo menos en una cosa: que una es la imagen en el espejo de la otra. A las moléculas básicas de la vida les ocurre igual. El término químico es “quiralidad”, pero no significa más que eso. Las proteínas son collares de 20 tipos de cuentas (aminoácidos), y cada aminoácido puede ser de izquierdas o de derechas, como tus manos. El ADN es un collar de cuatro tipos de cuentas (bases, o letras), y cada cuenta puede también ser de izquierdas o de derechas. Un hecho enigmático es que todas las proteínas de la Tierra están hechas de cuentas de izquierdas, y todo el ADN está hecho de cuentas de derechas. Nadie entiende muy bien por qué, pero es así.
Los químicos, sin embargo, saben sintetizar lo contrario: proteínas de derechas y genes de izquierdas. De hecho, hay pequeñas proteínas de derechas que están aprobadas como medicamentos de diverso tipo, y por una razón sólida: como las proteínas de derechas no existen en el cuerpo, nuestros sistemas de reciclado no las gestionan bien, y, por tanto, duran mucho más en el organismo que sus frágiles imágenes especulares. Es como pedir a un guante izquierdo que entre en tu mano derecha. Estos fármacos funcionan bien y nadie se mete con ellos.
Una cuestión muy distinta, sin embargo, sería construir una bacteria entera y autónoma donde todo esté del revés, con un genoma de izquierdas y un proteoma de derechas. Porque esa “vida espejo” conservaría mucho de su capacidad de infectar a otras bacterias, animales y plantas, pero sería muy resbaladiza para las defensas de sus víctimas. Los mecanismos defensivos de las plantas y nuestro sistema inmune se verían impotentes para atacar a unas moléculas que pertenecen a un universo paralelo, como el que Alicia experimentó al cruzar el espejo.
Entre los 38 firmantes del manifiesto se encuentran George Church, un genetista de Harvard con pocos complejos a la hora de hacer avanzar la biomedicina; Craig Venter, artífice del proyecto del genoma humano privado y pionero de la biología sintética, y el premio Nobel Jack Szostak, codescubridor de la telomerasa junto a Elizabeth Blackburn y Carol Greider. No son gente dada a las alarmas ni al pesimismo biotecnológico. Son más bien todo lo contrario. De ahí que su llamamiento a los Gobiernos para que prohíban y eviten financiar todo proyecto que pretenda construir vida espejo resulte particularmente elocuente. Szostak cree realmente que esas bacterias nacidas al otro lado del espejo podrían causar una catástrofe irreversible, “mucho peor que nada de lo que hayamos encontrado antes”.
Bien, y ¿qué fue del heresiarca que abominó de los espejos? No existe, o solo existe en mi cuento favorito de Jorge Luis Borges, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde Adolfo Bioy Casares le cuenta al propio Borges esa trola. Borges le pregunta que de dónde demonios ha sacado eso, y Bioy responde que lo ha leído en el artículo sobre Uqbar de The Anglo-American Cyclopedia. Los dos van a comprobarlo a la biblioteca, pero Uqbar no aparece allí por ningún lado. Este Bioy es de lo que no hay: una proteína de derechas.
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