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RED DE REDES
Columna
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Escapar de Twitter

Un matemático francés lidera un proyecto que permita a los tuiteros irse de X llevándose los contenidos que han generado durante años

Twitter
UNSPLASH
Carmela Ríos

La victoria de Trump y la consolidación de X como un parque de atracciones para los populismos del mundo alimenta día a día un anhelo creciente en miles de personas: mandar a paseo a Elon Musk y a su plataforma. Esto es, literalmente, y cara a cara, lo que hizo uno de los ingenieros de datos de Twitter poco después que Musk asumiera las riendas de la empresa. El episodio ha quedado reflejado con todo detalle en el libro Character Limit: How Elon Musk Destroyed Twitter (“Límite de caracteres. Cómo Elon Musk destruyó Twitter”), de los periodistas estadounidenses Kate Conger y Ryan Mac. El científico de datos, cuyo nombre no se ha revelado, acumulaba una experiencia previa de cinco años en Facebook, donde analizó las dinámicas de los discursos de odio y desinformación. En la primavera de 2022, acogió con entusiasmo el desembarco de Musk en Twitter. Poco después, constató que el gurú tecnológico era también un intoxicador que usaba su propio perfil de Twitter para lanzar o alimentar bulos como hizo en el caso de la agresión de la que fue objeto en octubre de 2022 el marido de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

Desencantado, el trabajador decidió entonces solicitar una reunión con Musk con el pretexto de presentarle algunas ideas para mejorar el futuro de la compañía. El día 11 de noviembre, entró en una sala de conferencias de la sede de San Francisco, donde le esperaba el nuevo patrón, quien le escuchó atentamente hasta que la secretaria de Musk asomó la cabeza para indicar que el tiempo llegaba a su fin.

“¿Has terminado?”, preguntó Musk. “Una última cosa”, respondió el empleado. “Hoy presento mi dimisión. Tu llegada a Twitter me alegró mucho pero tu tuit sobre Paul Pelosi me ha decepcionado. Era evidente que se trataba de una campaña de desinformación partidaria, y por eso ahora me preocupan tus puntos de vista y el tipo de amigos de los que obtienes estas informaciones”. Según el relato de Conger y Mac, Musk palideció. Enfadado, clavó su mirada en el empleado saliente y le lanzó un “¡vete a la mierda!”. Minutos después, el ingeniero de Twitter abandonaba la sede acompañado de dos empleados de seguridad. “¿Qué le has dicho?”, le preguntó uno de ellos. “Algunas cosas que no le han gustado”, respondió el ingeniero.

A Musk y a su Twitter se les puede dejar de muchas formas. De un arrebato, como hemos visto hacer a medios de comunicación y a muchos usuarios recientemente, o con método, premeditación y alevosía. En Francia, David Chavalarias, matemático y director de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS, en sus siglas en francés) lidera estos días el proyecto #HelloQuitteX (HolaDejaX) en las redes sociales y en una página web donde ofrece las pautas para una migración ordenada desde X a otra red que permita a los usuarios salir de la órbita de X llevándose consigo todos los contenidos que han generado durante años. Como si de una mudanza cualquiera se tratara, hay que trabajar con método: descargar el archivo de tuits personales, visitar otras redes sociales “democráticas”, analizar sus posibilidades, elegir una de ellas y esperar al día D. La fecha clave es el 20 de enero, día de la toma de posesión de Trump, cuando, sugieren, estará disponible una herramienta que permitirá a los fugitivos, a partir de su archivo de tuits, realizar una “reconexión” fuera de X con todos los perfiles que les siguen y a los que siguen en la red de Musk. Para Chavalarias el 20 de enero se presenta una situación inédita y peligrosa porque X, asegura, estará entonces fuera de todo control.

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