¡Viva Aramburu!
Consoló a amigos que llamaban llorando su muerte fallida. Oyó panegíricos. Concluyó que esto de morirse en vida tiene su encanto. Desde entonces, su mujer le llama ‘El muerto’ y, él a ella, ‘La viuda’


Al escritor vasco Fernando Aramburu lo despertaron muerto a las dos de la tarde del martes pasado. Estaba el hombre traspuestísimo, en lo mejorcito de una siesta tempranera después de almorzar en su domicilio germano de Hannover, cuando, a base de freírle el móvil a llamadas, su editor logró sacarle de la fase REM aguda y comunicarle oficialmente que había pasado a mejor vida. Oír tal dato alto y claro al otro lado del teléfono no le resultó especialmente doloroso al finado. El comunicante esgrimía, además, fuentes del máximo crédito. La noticia del óbito por infarto fulminante la había publicado la agencia pública Efe en su cuenta de X, después de tragarse el enésimo bulo de un farsante italiano y tardar 11 eternos minutos en desmentirla y pedirle disculpas públicas y privadas por haber propagado por las prisas una información cuya falsedad hubiera podido comprobarse con una simple llamada. Pero esa es otra historia.
Volviendo al muerto viviente, la alarma sustituyó a la euforia en el ánimo del falso finado y, solo después de llamar a su esposa, sus hijas y su anciana madre, de 99 años, no fuera a ser que alguien le fuera con el cuento fúnebre y tuvieran un disgusto serio, se permitió el capricho de dedicar el resto de la tarde a disfrutar en vida de sus propios cantos funerarios. Así, consoló a amigos que le llamaron llorando a moco tendido su muerte fallida. Oyó panegíricos que ni sospechaba haber inspirado. Él, que se había despedido hace dos semanas de los lectores de su columna semanal en esta misma página por querer apartarse del mundanal ruido a escribir novelas sin sospechar que iban a tomárselo tan al pie de la letra, recogió, en fin, lo sembrado, y concluyó que eso de morirse en vida tiene su encanto. Desde entonces, su mujer le llama a él El muerto y él a ella, La viuda. Que conste que no me invento nada. Todo esto me lo contó el finado en persona ayer miércoles, a las tres de la tarde, en la antesala de una charla sobre su último libro El niño en Palma de Mallorca sin que, a esa hora, 24 horas después del pufo, en Efe hubieran rodado aún más cabezas que la suya propia. Rodarán, seguro. Y moriremos todos. Pero no adelantemos acontecimientos. ¡Viva Aramburu!
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
El Bernabéu señala a Vinicius, pitado tras ser sustituido contra el Sevilla
El tren interoceánico con 148 pasajeros choca en México con un tráiler sin dejar heridos
Un récord para Mbappé en la noche del desencanto del Bernabéu con el Real Madrid
La Real Sociedad ya tiene nuevo entrenador: Pellegrino Matarazzo
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- La Administración de Trump publica solo una parte muy censurada de los papeles de Epstein, aunque la ley le exigía difundirlos “todos”




























































