¿Qué quiere ser Feijóo de mayor?
La confusión bajo su liderazgo desconcierta incluso a los suyos: ¿El PP está en la incompetencia o en la incoherencia? ¿En dos sitios a la vez o en ninguno?
El bache en el que ha tropezado el PP esta semana es de los profundos, pero no es el primero. Su comportamiento bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo empieza a repetir un patrón de confusión que desconcierta hasta a los suyos. Ocurrió con su primer acercamiento al Gobierno para renovar el CGPJ después de años de estancamiento: Feijóo se disponía a cumplir con su promesa de moderación cuando un titular de prensa y las admoniciones de Isabel Díaz Ayuso le hicieron frenar en seco y romper el pacto anunciado. El presidente del PP fue capaz, así, de ofrecer dos caras el mismo día de una forma tan forzada que sembró la imagen que le persigue desde entonces: su falta de autenticidad. Porque: ¿cuál es el Feijóo real? ¿Y qué quiere ser de mayor?
Las mismas preguntas se plantean cada vez que se ve espoleado por la ultraderecha y hasta en relación con Carles Puigdemont, a quien demoniza salvo cuando se declara dispuesto a negociar con él. ¿Dónde está el eje ideológico de Feijóo? ¿Dónde se sitúa en los dilemas entre la visceralidad, por un lado, y la racionalidad, por otro? ¿Es el partido que se decide al fin a aportar propuestas sociales en vivienda y conciliación al modo europeo o el que cuela una cumbre antiabortista en el Senado al modo de Trump? ¿Qué es el PP de Feijóo?
El esquema se ha repetido estos días y ha dejado al descubierto una falta de liderazgo preocupante. Sus diputados en el Congreso aceptaron el cambio legal que trasponía una norma europea para que los condenados españoles no paguen dos veces por los mismos hechos. El Gobierno ha actuado una vez más con opacidad y sin argumentos, sí, pero los diputados populares sabían lo que estaban votando. Y ha sido un titular de prensa, de nuevo, el que ha provocado el estallido de la crisis probablemente más delicada de la actual etapa del PP. El Confidencial informaba el lunes de que el cambio legal iba a acortar las penas a 41 etarras, Ayuso dijo que ETA está más fuerte que nunca y una especie de huracán Milton nubló el cielo político español.
Los monstruos de la utilización de las víctimas se despertaron al paso del huracán y el PP recuperó la bandera facilona de un ensañamiento penal contra los terroristas cuyo capítulo anterior —la doctrina Parot— Europa ya echó atrás. Ver a Miguel Tellado agitando las fotos de víctimas socialistas fue obsceno. Y verles culpar al Gobierno de lo que han votado ellos, infantil. Hasta un juez de la Audiencia Nacional (y no Bildu) ha acudido al Tribunal de Justicia de la UE al considerar “grave desproporción punitiva” en el caso de la terrorista Anboto. ¿Y el PP dónde está? ¿En la incompetencia o en la incoherencia? ¿En dos sitios a la vez o en ninguno?
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