Víctimas deshumanizadas
Los lectores escriben sobre la guerra de Israel en Gaza, las “bajas flexibles” propuestas por el Gobierno, la crisis de la vivienda y los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
Corren tiempos en los que la tragedia nos ahonda. La guerra arrasa implacable, llenado las páginas de nuestros periódicos e inundando nuestras redes sociales, pero ¿con qué impacto y a qué costo? Resulta atroz la deshumanización que sufren las víctimas, consecuencia arraigada a una carencia de empatía presente tanto en los medios como en nosotros, receptores de la información de estos países en conflicto. Hemos pasado de pensar en esas personas como individuos, con vidas que se asemejan a las nuestras, a verlos como cifras mientras bebemos café, inmutables, una mañana cualquiera. “Si no me salpica no me concierne”. Algunos pondrán de justificación que es preferible “vivir en la ignorancia para subsistir a la desgracia”. Por eso, conviene recordar que nuestra ignorancia es su sentencia.
María Ramírez Martín. Pontevedra
Baja flexible y pensiones
Una vez implantada una jubilación demorada, que tendrá rostro de mujer, con períodos largos de desempleo, trabajos precarios y que se tomará por supervivencia económica, el Gobierno estudia ahora la “baja flexible”. Una mujer con, por ejemplo, 60 años, y que esté de baja médica, probablemente decidirá trabajar (estando de baja) para poder cobrar el 100% y no el 75% que cubre la Seguridad Social y para no perder su empleo por un posible despido improcedente. Esto no es progresismo.
Luis Ortiga Giménez. Barcelona
No valen excusas
El problema de la vivienda se ha vuelto acuciante, y ya no vale la excusa de que la política de vivienda está transferida a las comunidades autónomas. Si las comunidades, como es el caso de la de Madrid, se niegan a construir vivienda social, salvo en proporciones ridículas, ¿hemos de resignarnos a que las casas sigan sin hacerse? Si me lo permiten, propongo una solución. El Gobierno podría hacer una ley según la cual, cuando una comunidad se niegue a construir viviendas sociales en cantidad suficiente, el Estado asumirá dicha construcción y les descontará a los gobiernos autonómicos los gastos ocasionados con cargo a los presupuestos regionales.
Carlos Osorio García de Oteyza. Madrid
Seis años para 2030
Aunque la Agenda 2030 establece metas globales para un desarrollo más equitativo y sostenible, los retos que los jóvenes deben afrontar parecen cada vez más complejos y lejanos a los 17 objetivos de desarrollo sostenible. Uno de los problemas más graves es el desempleo juvenil, agravado por la precariedad. Además, el acceso a la vivienda es un obstáculo creciente, los precios de alquiler y compra superan con creces la capacidad económica de la mayoría de jóvenes. Esto se suma a la presión de un sistema educativo que no siempre garantiza un empleo acorde a la formación. La generación Z heredará también una crisis ambiental y social: aunque tenemos bolsas y pajitas de papel y moda sostenible, estos jóvenes no tienen el poder adquisitivo para hacer frente a un compromiso real contra el cambio climático. A seis años de 2030, ¿estamos cambiando o empeorando?
Anna Puigpelat Giné. Barcelona
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