Ni becarios ni precarios
Los lectores escriben sobre los bajos salarios en el mundo cultural, el papel de las inmobiliarias en la crisis de la vivienda, las acusaciones del PP al Gobierno sobre Venezuela y las columnas de Millás
El Ministerio de Cultura convocó la semana pasada las becas FormArte, unas ayudas dirigidas a jóvenes formados en el ámbito cultural que desean tener una primera experiencia en el sector público. Aunque el objeto de estas ayudas es contribuir a la formación de los jóvenes, con el tiempo se han convertido en la única oportunidad de tener un trabajo más o menos estable dentro de un cada vez más precario sector cultural. Entre las quejas más habituales de sus beneficiarios se encuentra su escasa remuneración: 1.100 euros brutos al mes por 30 horas semanales de trabajo. Aunque si parece escaso el salario de los becarios de FormArte, no debemos olvidar que en ocasiones es superior al que perciben los funcionarios encargados de formarles, todavía más precarizados. Ni becarios ni precarios. Ya es hora de que el sector cultural disponga de unas condiciones laborales dignas.
Sofía Illana. Alcalá de Henares (Madrid)
Las inmobiliarias
En el debate actual sobre la crisis de la vivienda, me gustaría que se hablara del papel de las inmobiliarias que son, a mi humilde entender, muy culpables de las subidas de precio que afectan al sector. Trabajan a porcentaje y aconsejan a los propietarios tanto sobre los precios de venta como del alquiler; evidentemente, mientras más caro vendan o alquilen, más ganan. Creo que sería muy importante que el Gobierno impusiera una ganancia máxima por la venta o por el alquiler a estas empresas. Hace poco vendí mi piso, y el precio que me sugería la inmobiliaria me pareció una barbaridad. Lo justificaron alegando que ellos saben “mejor que nadie cuáles son los precios de la zona”. A más precios, más ganancia.
Francisco Álvarez Pérez. Sevilla
Desvergüenza
Los que ya teníamos uso de razón en el tardofranquismo y la Transición, no salimos del asombro de ver cómo un partido fundado por un ministro importante del régimen de Franco, favorable a conservar edulcorada la dictadura tras la muerte de su caudillo, al que además le cuesta reconocer y condenar los crímenes generalizados del mismo, se muestre ahora tan radical e intransigente con otra dictadura, cerrando el paso a transiciones pactadas como ocurrió en su día con España. Sólo el vacío de sus propuestas y su odio al Gobierno justifica tamaña incoherencia histórica.
Pablo de Vera Moreno. Madrid
Las rosas de Millás
Pasé por el quiosco, recogí EL PAÍS y, mientras caminaba por la acera, le iba echando un vistazo a Un instante fundacional, la columna de Juan José Millás. Sé que eso de caminar mientras se lee tampoco está bien. Qué le vamos a hacer… El caso es que, como tantos otros viernes, tuve que hacer un alto para adentrarme sin peligro físico y con calma en la historia que Millás nos propone; en este caso, la de unas rosas que pueden cambiar dos vidas. No soy experto, pero yo diría que sus columnas constituyen un género literario en sí mismas. Unas cuantas palabras aportan, emocionan tanto o más que escritos de cientos de páginas. Imagino un sencillo bodegón: sobre una mesa, la magdalena de Proust y, al lado, las rosas de Millás. Y no exagero.
Julián Lagullón Escamilla. Villena (Alicante)
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