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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La prioridad son los usuarios

Renfe y Talgo deben dejar claro a los viajeros qué problemas tienen los trenes Avril y qué van a hacer para solventarlos

Tren S106 de Talgo, conocido como Avril, en el primer AVE Vigo-Madrid, el 21 de mayo.
Tren S106 de Talgo, conocido como Avril, en el primer AVE Vigo-Madrid, el 21 de mayo.Salvador Sas (EFE)
El País

Los trenes Avril de alta velocidad, un producto estrella de la española Talgo, acumulan problemas técnicos. La semana pasada, Renfe Operadora, el único operador de este tipo de trenes, calculó en 479 los incidentes en solo dos meses y medio de operación, una media de seis al día. En el incidente más grave hasta ahora, casi 500 personas se pasaron dos horas atrapadas en un túnel de Madrid. Esto sucede, además, en lo más alto de la temporada turística, con millones de desplazamientos.

Los trenes Avril, que reciben el nombre de Clase 106, fueron adquiridos por Renfe en 2016 por 1.495,4 millones de euros, una rebaja de un 43% sobre el precio inicial de licitación. La cifra incluye 30 trenes y su mantenimiento durante 40 años. El tamaño del descuento fue tal que dos de las rivales de Renfe, la francesa Alstom y la canadiense Bombardier (hoy parte de Alstom) presentaron alegaciones. Esta última llegó a llevar la decisión del Ejecutivo a la Justicia, que le dio parte de razón. Los primeros trenes fueron entregados en abril de este año, con casi dos años de retraso, a tiempo para la temporada de verano y la puesta en servicio de la alta velocidad a Asturias. Renfe reclama a Talgo 166 millones de euros por la demora en la entrega.

En la Clase 106, Talgo apostó por la innovación tecnológica. Los Avril tienen un sistema de cambio de ancho de vía que es una de las marcas de la casa y son los primeros trenes capaces de ir a 300 kilómetros por hora tanto en vías de ancho internacional (el de la red de alta velocidad) como en las de ancho ibérico de la red convencional.

Los problemas que están dando estos trenes son sobre todo para los usuarios que los sufren, pero también es una cuestión reputacional. Llega en un momento crucial para la compañía, que está pendiente de una oferta pública de adquisición por parte de la compañía húngara Magyar Wagon. Esta operación preocupa al Gobierno. El ministro de Transportes, Óscar Puente, ha afirmado la voluntad del Ejecutivo de auspiciar una contraoferta, una opción que todavía no se ha concretado completamente. La preocupación está justificada por el futuro de un símbolo de la industria española, poseedora de varias patentes de alta tecnología y que emplea directamente a más de 2.000 personas en España, la mayoría en trabajos de alta calidad y formación.

Lo inmediato, sin embargo, es una explicación detallada de por qué fallan los trenes. Sobre todo, responder a la sospecha de que las deficiencias en el servicio estén relacionadas con la forma en que se ejecutó el contrato. No basta con pedir disculpas y paciencia. Más allá del contencioso entre Talgo y el Ministerio, que ante la crisis ha pedido la cabeza del responsable de la empresa encargada del mantenimiento —Renfe, además, pretende tomar el control de esa compañía—, ninguno de los dos ha aclarado a los usuarios exactamente dónde está el problema con los trenes y qué van a hacer para solucionarlo.

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