_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Karol G y el estalinismo

Ya sabemos que todo vale y que si no consumes de todo es que eres una persona llena de prejuicios

Karol G Madrid
Karol G, durante uno de sus recientes conciertos en el Santiago Bernabéu.JUAN BARBOSA
Xavi Sancho

Hace unos meses, cuando salieron a la venta las entradas para los conciertos en el Santiago Bernabéu de Karol G, una cómica, analista y podcaster publicó en redes sociales su momento de angustia ante la fatídica perspectiva de quedarse sin tiques para poder ir a ver a la colombiana actuar en la morada de Belcebú.

Al parecer, recibió un puñado de críticas —el que las sufre en redes siempre dice que son muchas; creerles es un acto de fe— sobre sus gustos musicales, algo que no le sentó demasiado bien, pues los reguetoneros tienen un prurito que ríete de los fans de U2 en los ochenta. Al cabo de unas horas, subió a sus cuentas una respuesta en la que, indignada, atacaba a todos aquellos esnobs que habían osado cuestionar su pasión por Karol G. Y no se le ocurrió otra que calificarles de fans de… ¡Arde Bogotá! De verdad, ¿hemos llegado a un punto en el que a los gafapastas se nos respeta tan poco que se cree que podemos ser fans de Arde Bogotá? Neu!, amiga, escuchamos a Neu!

Todo empezó hace más o menos una década, cuando en uno de los giros de guion más inesperados vistos por el universo cultural desde que a Pitchfork le gustó un tema de La Oreja de Van Gogh, empezaron a circular por las redes listas con las mejores películas de la historia en las que se incluía en puestos de honor a Los Goonies. Lo que parecía un chiste fue cogiendo cuerpo y retuits, y quienes proponían el filme de Richard Donner de 1985 como una de las cimas del séptimo arte, superior a, yo qué sé, Ciudadano Kane o Los 400 golpes, se empezaron a armar de algo que resultó incluso más sorprendente que su boutade: argumentos. Aquello de “si no se puede bailar, no es mi revolución”, pero hecho de plastilina. No contentos con eso, empezaron a reivindicar el legado musical de Operación Triunfo, desarrollaron sesudos análisis alrededor de los sencillos de La Oreja de Van Gogh y certificaron La casa de papel como la mejor serie de la historia. Un verdadero Chernóbil cultural, cuya radiación no tiene visos de remitir.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Algunos a todo esto lo llaman insurrección. Una bien rara que nace de una mezcla de revanchismo, ignorancia y complejo de inferioridad mal metabolizado. Solo así se explica que 20 años después de su nacimiento, y en un momento en el que domina la industria, aún haya gente quejándose de la mala fama del reguetón, argumentando desde una posición de debilidad cuando no hay nada más poderoso, rentable y omnipresente que esta música. ¿Qué más quieren? ¿Quemar nuestros discos de Gang Of Four? Ya murió la cultura del experto, ya se enterró al canon, ya sabemos que todo vale y que si no consumes de todo, no es que tengas cierto criterio, es que eres una persona llena de prejuicios que se está perdiendo el lado soleado de la vida, encerrado en casa revisitando Ordet.

Nos domina la gente esa que se planta en un restaurante y, cuando le preguntan si come de todo, miente y dice sí. En el imperio del populismo cultural ya no se pone el sol, y su régimen es casi más cruel que el que instauró el esnobismo cuando levantó aquel imperio en el que nunca salía el sol. Se hacen tiktoks ridiculizando a los sesudos críticos de cine, se publican listas de los mejores discos de la historia en las que la mitad de los primeros puestos están ocupados por álbumes que se lanzaron ayer. De los zares al estalinismo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_