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Pitchfork: el negocio de los árbitros del indie

Empezó como un blog humilde y ahora lo que escribe va a misa. Y no solo cuando publica noticias musicales. También cuando celebra festivales y conciertos por todo el mundo.

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Cortesía de Pichfork Festival.

Se han convertido en árbitros del indie y han apartado de la escena a pesos pesados como Spin o Village Voice. Pitchfork Media, o simplemente Pitchfork, es el campeón de la nueva era digital. Lo que escribe esta plataforma periodística va a misa. Y no solo cuando publica críticas, reportajes, entrevistas y noticias musicales. También cuando celebra festivales y conciertos.

Es el evento que más cerca nos pilla: el Pitchfork Festival de París (hasta el 2 de noviembre) también quiere sentar cátedra. Lleva dos años haciéndolo (esta será su tercera edición): Warpaint, Yo La Tengo, Sky Ferreira, Ariel Pink, Savages, Disclosure son algunas de las bandas confirmadas.. "El 35% de nuestros seguidores proviene de fuera de Norteamérica. Contar con una edición europea era necesario. Esperamos que acudan unas 16.500 personas en total", nos cuenta Chris Kaskie, presidente de la plataforma.

Pitchfork es más que una página web, es una comunidad, de la misma manera que Facebook y Twitter lo son. Y también es un lugar (en la mente de sus seguidores, no solo en Chicago, donde están sus oficinas). "Materializar esa experiencia era vital, por eso nacieron los festivales", aclara Kaskie. Por eso y porque hoy no poseemos (casi) nada: Spotify, YouTube, SoundCloud… como no pasemos la contraseña de la cuenta a nuestros herederos, esas canciones se perderán. "Exacto, la propiedad es una zona gris… Los temas y los videoclips están disponibles online. Poseer música ha dejado de ser crucial. Sin embargo, experimentar, asistir a conciertos, sí. Seguimos necesitando emociones a las que aferrarnos".

La filosofía es la misma que en el caso del medio: "Honestidad, actualidad y paciencia. Lo más importante en nuestros festivales es la música, todo pivota a su alrededor", sentencia Kaskie. Y añade: "Nuestro modelo de negocio no depende de estos eventos, no tenemos tanta presión. Así que podemos concentrar nuestra energía en que salgan lo mejor posible". Su hermano mayor, el festival que se celebra desde hace casi diez años en Chicago, es todo un éxito. Y también se asienta en las mismas bases que Pitchfork.  

Pueden alzar o hundir a un grupo con una nota (puntúan los discos con una escala del 0 al 10). "Desde 1995, cuando nacimos, solo una decena ha recibido la máxima puntuación", apunta Kaskie. Son la respuesta a la pregunta, ¿quién vigila a los vigilantes? (buena parte de los críticos de medios sesudos consultan la página). Ya llevan 120.000 entradas publicadas y unos 25 eventos musicales organizados. También son comisarios de festivales. Valga como ejemplo el escenario homónimo del Primavera Sound (existe desde 2009; lleva 5 ediciones). "Las bandas se escogen de forma consensuada con Pitchfork, pero siempre partimos de una lista que ellos nos envían", explican desde Primavera Sound. Grimes, Solange, Justice o James Blake han tocado allí.  

"Cuando empezamos, el motor estaba en marcha: la música estaba en Internet. Existía un nicho que los medios tradicionales no estaban llenando. Era el momento adecuado", afirma Kaskie.

Los internautas creen en su palabra. Pitchfork ha conseguido lo que la MTV logró en los noventa: emocionar. Encima, un aura de integridad y autenticidad los rodea desde sus incios. Los filtros tradicionales se han difuminado y ellos son los garantes de un nuevo orden donde no pesa tanto el número de seguidores (5 millones de visitantes únicos y 40 millones de páginas vistas al mes) como el ruido que generan. Además, desde un punto de vista económico, no tener que vender revistas ayuda. "Es una ventaja, pero no la principal. Tenemos éxito porque tomamos las decisiones acertadas y sabemos llevar el negocio. Preferimos ser importantes para unos pocos antes de para todo el mundo".

Animal Collective tocando en Pichfork Festival.

Cortesía de Pichfork Festival.

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