Orgullo sin prejuicio
Los lectores escriben sobre las reivindicaciones de las personas LGTBIQ+, el sistema electoral británico, las malas formas en la sociedad y la importancia de llevar una vida sana
Orgullo de ser lo que somos y queremos ser. Sin tener que justificarnos ni dar explicaciones. Orgullo de humanidad, en el amplio sentido de la palabra. Sin distinción de raza, género, ideología o religión. Orgullo de poder cambiar de opinión y de respetar a los que son diferentes, de amar y ser amado sin tener que escondernos. Orgullo de compartir públicamente y sin miedo lo que somos y pensamos. La primera vez que asistí a la celebración del Día del Orgullo, en Madrid, en 2017, sentí la emoción del novato de la libertad, y eso que yo venía de la anhelada transición. La calle era una fiesta popular, colorista y desinhibida, plagada de afectos y respeto no reprimidos, de gozo de vida compartida, de puertas abiertas y de armarios rotos, de mestizaje y música, de sueños hechos realidad. Y me sentí feliz, libre. Desde ese día paseo mi orgullo allá donde me encuentre, lo comparto, y me voy desnudando de prejuicios día a día.
Víctor Calvo Luna. Valencia
El sistema electoral británico
Los resultados de las elecciones en el Reino Unido han demostrado otra vez que el sistema electoral, a veces resumido como “quien gana se lo lleva todo”, es malo para los votantes, para el Gobierno y para la democracia. El Partido Laborista obtuvo una victoria aplastante con 412 de los 650 escaños pero solo el 33,8% de los votos. El partido Reformar obtuvo cinco escaños con el 14,3% del voto; los liberales, 71 escaños (12,2%); y los conservadores, 121 escaños (23,7%). Ningún sistema electoral es perfecto, pero el sistema proporcional que tiene España es más representativo de la gama de opciones políticas. Da un trato más justo, anima a la gente a votar, reduce la apatía y con frecuencia produce consensos más amplios en la toma de decisiones políticas. Espero que el nuevo Gobierno cambie el sistema.
William Chislett. Madrid
Dejemos de increpar
Veo atónita cómo se ha establecido, como si fuera algo normal, increpar de forma muy maleducada a los demás. Ocurre en muchos sectores: se increpa a los profesores porque no aprueban a un estudiante, a los médicos porque no conceden el tratamiento que un paciente considera que necesita según internet... también la clase política anda a la gresca continuamente. Mal va nuestra sociedad. Espero que aquellos que aún pensamos que la educación, el esfuerzo, el respeto y la democracia son fundamentales para que esto siga adelante, consigamos hacérselo ver al resto de ciudadanos que, a veces, tengo la impresión de que parecen impasibles ante tanta desfachatez.
Christine A. Sanz Ahrens. Villaviciosa de Odón (Madrid)
Vida sana
La salud nos preocupa. Por ello se invierten ingentes recursos en sanidad. Los ciudadanos acudimos en masa al sistema, nos sentimos mal. Y nunca es suficiente. Pero olvidamos que en la salud de la población también influyen los determinantes sociales: vivienda, salario, condiciones laborales, conciliación. Gastamos en pruebas, en centros, en fármacos, en salud mental, pero la solución también está en extender la mirada e invertir recursos para una vida digna y saludable. Enfermaremos menos. Estaremos mejor.
Blas Bernácer Alpera. Requena (Valencia)
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