Pedro Sánchez y la épica
Es impensable que el próximo lunes no pase nada. Un presidente del Gobierno no puede escribir una carta de esa naturaleza a la ciudadanía sin que tenga consecuencias
Mal puede entenderse la política si se olvida que la hacen los humanos. Visiblemente afectado por la apertura de diligencias a petición de Manos Limpias contra su pareja, Begoña Gómez, el presidente del Gobierno ha decidido poner pie en pared ante lo que califica de un ataque personal de la derecha y la ultraderecha contra él y los suyos como representantes de un proyecto y un Gobierno progresista.
Lo hace desde un folio en blanco, sin membrete ni ningún logotipo institucional, hablando a la ciudadanía de manera directa y con un lenguaje y estilo alejado de los estándares formales. En este movimiento inédito, Pedro Sánchez establece el relato de los hechos, elabora toda una narrativa y le da un nombre que toma prestado de Umberto Eco, “la máquina del fango”. El argumento de fondo, la estrategia de “acoso y derribo por tierra, mar y aire” a su persona y a su mujer.
El presidente Sánchez mira atrás y hace historia, denunciando que esta ofensiva la lleva sufriendo desde “la defensa que hicimos de la autonomía política de la organización que mejor representa a la España progresista, el Partido Socialista”, pasando por la moción de censura y las últimas convocatorias electorales. Une así todos los puntos para denunciar la estrategia de deslegitimación del Gobierno seguida por la derecha.
Señala directamente a Santiago Abascal y a Alberto Núñez Feijóo, a quienes sitúa, junto a Manos Limpias, la asociación que ha promovido la denuncia contra su esposa, como parte de una “una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que se extiende a lo largo y ancho de las principales democracias occidentales”. Es imposible no acordarse de Portugal y de la dimisión del primer ministro António Costa ante las acusaciones de tráfico de influencias que los tribunales acaban de dejar en nada, pero que acabó con un Gobierno progresista con mayoría absoluta.
Los cinco días que el presidente estará sin agenda pública serán momentos de tensión y especulación que previsiblemente generarán un movimiento de adhesión de todos los ámbitos progresistas de la sociedad, impactando también sobre la campaña electoral catalana y en la europea. Quienes piensen que esto forma parte de una estrategia fría y calculada que relean la carta un par de veces y comprueben la carga emocional que lleva.
A partir de aquí, el próximo lunes, podrían pasar tres cosas: el anuncio de una cuestión de confianza en el Congreso de los Diputados, la dimisión de Sánchez sin disolver las Cámaras para la investidura de un nuevo presidente o presidenta, o la disolución de las Cortes Generales y la convocatoria de nuevas elecciones, que se celebrarían al año del agónico 23-J.
Sea cual sea el resultado, lo que es impensable es que el lunes no pase nada. Un presidente del Gobierno no puede escribir una carta de esa naturaleza a la ciudadanía sin que tenga consecuencias. Con lo que decida, Sánchez volverá a hacer un ejercicio cargado de épica que recuerda en muchos aspectos a aquella convocatoria anticipada de elecciones tras el fracaso de la izquierda en las municipales y autonómicas del pasado 28-M, a su dimisión como diputado para no romper la disciplina de voto en la investidura de Rajoy, o a su batalla por la secretaria general del PSOE en esas míticas primarias.
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