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RED DE REDES
Columna
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Espanto en Haití

Las redes sociales son una de las principales fuentes de información, muy a menudo poco fiable, sobre el país. Mientras, acogen un debate político sobre qué hacer ante la emergencia

El expolicía Jimmy Chérizier, 'Barbecue', durante una rueda de prensa en Puerto Príncipe (Haití).
El expolicía Jimmy Chérizier, 'Barbecue', durante una rueda de prensa en Puerto Príncipe (Haití).Ralph Tedy Erol (REUTERS)
Francesco Manetto

Haití tiene cerca de 11 millones de habitantes y 10.000 policías. El país caribeño está dominado por las pandillas, las instituciones, históricamente muy frágiles, han colapsado y la población navega en un mar de violencia y miseria: la tormenta perfecta del caos. Haití lleva años luchando contra el olvido de la comunidad internacional a pesar de la terrible emergencia humanitaria, que no es nueva, aunque cíclicamente se convierte en un símbolo y despierta interés más allá de sus fronteras. Es la representación del fracaso de un modelo alentado por élites corruptas, el reflejo de un espanto más propio de una obra de ficción y la materia prima para discusiones ideológicas. Hoy su territorio está cerrado a cal y canto y las redes sociales son una de las principales fuentes de información, muy a menudo poco fiable, sobre el día a día. Al mismo tiempo, sobre todo en X (antes de Twitter), se libra un debate político sobre qué hacer ante la crisis y el papel de Estados Unidos.

“Los comercios están cerrados y los que están abiertos se están quedando sin agua o no la tienen. Con los vuelos suspendidos y el puerto inaccesible, lo que podemos esperar es ver más existencias agotarse. Me contaron que el sabotaje de la red eléctrica por parte de las bandas afectó a cientos de contenedores”, escribe la periodista Jacqueline Charles. La escalada se aceleró hace dos semanas tras la evasión de miles de presos de la principal cárcel de Puerto Príncipe. El Gobierno decretó el estado de emergencia, pero el propio primer ministro, Ariel Henry, de regreso de un viaje a Kenia, no pudo regresar al país y se quedó varado en Puerto Rico. El pasado lunes se vio forzado a dimitir y anunciar la creación de un consejo de transición que todavía no se ha concretado.

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Las autoridades ampliaron el toque de queda y “la prohibición de las manifestaciones” en un momento de máxima tensión. Pero ¿quiénes son las autoridades en Haití? Tras el asesinato, en julio de 2021, del presidente Jovenel Moïse, la situación se desmoronó. Henry asumió el mando, aunque evitó convocar elecciones escudándose en los problemas de seguridad y nunca logró legitimidad. Mientras tanto, crecía el descontento y los grupos armados aprovecharon ese vacío. Lo acabó ocupando el expolicía Jimmy Chérizier, alias Barbecue, cabecilla de una coalición de criminales llamada G-9 y Familia. La organización Insight Crime recuerda que “las pandillas de Haití están fragmentadas” y, “sin embargo, muchas de ellas han mostrado una inusual unidad a la hora de atacar a las instituciones del Estado”.

El propio Barbecue amenazó recientemente con desencadenar “una guerra civil” si el primer ministro no dimitía y ahora pretende presentarse como interlocutor político. El analista Ian Bremmer, fundador de Eurasia Group, destaca una de sus máximas: “Nunca masacraría a personas de mi misma clase social”. Su intento de construir un personaje parecido a un guerrillero no tuvo éxito. Sin embargo, cualquier consejo de transición tendrá que enfrentarse a este señor local de la guerra.

La Administración de Joe Biden y la Comunidad del Caribe (Caricom) son actores cruciales para el futuro de Haití. El Departamento de Estado primero alentó y después aplaudió la renuncia del primer ministro como condición que “allana el camino para una transición pacífica del poder”. Previsible, por otro lado, fue la reacción de la alianza bolivariana ALBA. Su secretario ejecutivo, el exministro de Exteriores venezolano Jorge Arreaza, hizo referencia a los “riesgos del intervencionismo en Haití”. E igual de predecible, el presidente salvadoreño Nayib Bukele, que logró acorralar a las pandillas a cambio de un profundo deterioro de los derechos humanos y de las libertades, se hizo eco de unas fotos de caos y destrucción y presumió: “Podemos arreglarlo”. Mientras tanto, los haitianos solo demandan una salida urgente del abismo y el fin del terror.

Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.
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