Hablemos de las dedicatorias de los premios
Seguro que hay una forma de que podamos agradecer las cosas solo a una persona sin miedo a quedar mal con el resto del mundo
![Asistentes a la Feria del Libro de Madrid hacen cola para una firma de ejemplares.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AIBEIC7CPVLT3K3IUPMSILMIM4.jpg?auth=03d90f9979f2289b9b682283092f87e4ccd1419878ed9db604afa8bcaa0a00a7&width=414)
Cada vez que abro un libro y lo veo lleno de dedicatorias (a mi padre, a mi hermano, a mi esposa y mi marido, a mi abuela Paquita donde quiera que esté: te amo, abuela), lo cierro escandalizado y enciendo el televisor: es obvio que si se lo dedica a tanta gente es porque cree que jamás le publicarán otro; esa persona, agradeciéndole a todo el mundo su primera obra, nos ha dicho a su manera que también es la última. Nadie se arriesga: hay que arriesgarse. “Este Oscar se lo dedico a mi padre”. “¿Y a tu madre, y a tu hijo?”. “He dicho este Oscar en concreto”. Hablemos de las dedicatorias de los premios (de los premios de cine, sí), ese momento turbador en que el premiado agarra el micrófono y repasa a toda la gente que conoció desde parvularios: por qué. Hay que pensar en una persona, una sola, sin que eso signifique que al pronunciar su nombre entierres en la ignominia a todas las demás: hay que confiar, también, en la inteligencia de las personas. Hace años, cuando el arzobispo de Santiago Rouco Varela nos confirmó a los muy cristianos adolescentes de la parroquia de San José de Campolongo y mi madre me compró un polo Lacoste de dos colores (granate y azul marino, parecía un defensa del Barcelona), pasé varias noches dándole vueltas a quién podría ser mi padrino de confirmación, ese que me acompañaría al altar y posaría su mano en mi hombro. Finalmente, elegí a Manoel Coruxo Ferro. ¿Por qué, si ni siquiera era mi amigo? Porque era mi vecino y tenía un Amstrad 464 pantalla verde y un montón de juegos. A las cosas no hay que darles más vueltas. Si yo me presenté ante Dios con mi vecino y un joystick, seguro que hay una forma de que podamos dedicar las cosas solo a una persona sin miedo a quedar mal con el resto del mundo, drama perfecto de nuestro tiempo. “¡Qué pensarán de mí!”. “¡Como si alguien pensase en ti!”.
Sobre la firma
![Manuel Jabois](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F643e6247-f9af-4c29-b158-70f4b8fdbcfc.png?auth=d28825d7562d6ab3d97543d9315aec3d03a924beecea71fa5ef685a93b7a4e71&width=100&height=100&smart=true)