_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dios, Darwin y Pedro Sánchez

La duda no es solo por qué se señala únicamente a Ábalos cuando hay otras figuras relevantes implicadas, sino dónde termina la cadena

José Luis Ábalos, en el Congreso, antes de la comparecencia de este martes.
José Luis Ábalos, en el Congreso, antes de la comparecencia de este martes.Samuel Sánchez
Daniel Gascón

Pedro Sánchez es presidente del Gobierno gracias a una transacción corrupta: la promesa de impunidad a unos delincuentes a cambio de su voto para la investidura. Como el procés, se hace a plena luz del día y, a la manera de una muñeca rusa, incluye otras corrupciones. Frente a esa variante posmoderna, el caso Koldo es un ejemplo de corrupción tradicional. La reacción del PSOE ha sido caótica, impulsada por el pánico. La trama, con su carga de costumbrismo chabacano, debilita el discurso anticorrupción, argumento de la moción de censura que llevó a Sánchez al poder; siembra dudas sobre la gestión de la pandemia; afecta a colaboradores directos del presidente del Gobierno. Koldo García llegó de la mano de Santos Cerdán, Sánchez cuenta en sus memorias que fue el que custodió los avales de su candidatura en las primarias, era asesor del ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE, y las compras afectan a otros ministerios, además de las comunidades autónomas de Baleares y Canarias.

El Gobierno balear (dirigido por la actual presidenta del Congreso) cargó a los fondos europeos 3,7 millones de euros en mascarillas de la trama sabiendo que eran defectuosas y solo reclamó la mayor parte del dinero un día antes de ser desalojado del poder; según ha contado El Mundo, el Gobierno canario (presidido por el actual ministro de Política Territorial y Memoria Democrática) modificó los contratos de las mascarillas para pagarlos con fondos europeos. Entre las maniobras de distracción están los ataques falaces al hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid y las presiones sobre José Luis Ábalos. Entre los gestos, comisiones de investigación en el Senado y el Congreso, donde el PP y el PSOE harán la autocrítica a su adversario.

Ábalos no aparece de momento mencionado en la investigación. Dimitir, como ha explicado él mismo, implicaría aceptar una culpabilidad. Se le pedía un sacrificio: un chivo expiatorio para unos, una pieza de caza (menor) para otros. La dimisión no era por asumir responsabilidades, sino para evitar que las tengan que asumir también otros. Se justificaba en la idea extravagante de la responsabilidad in vigilando: en ese caso, la duda no es solo por qué se señala únicamente a Ábalos cuando hay otras figuras relevantes implicadas, sino dónde termina la cadena. Si Ábalos es responsable de Koldo, alguien es responsable de Ábalos. La transitividad nos llevaría a Dios o Darwin, pero antes llegaríamos al presidente del Gobierno y secretario general del partido.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_