X, la ciénaga del debate migratorio

Un debate populista sobre la inmigración abre puertas difíciles de cerrar después. La discusión abrazada por Junts, que vincula —con disimulo en las formas y descaro en el fondo— migración y delincuencia, incita al miedo y se construye de arriba a abajo, a base de deshumanizar al otro. Por eso no es raro que, estos días, X sea una ciénaga (todavía más profunda) xenófoba, donde conviven viejos y nuevos resentimientos identitarios.

“Si a los señores encorbatados se les ocurre decirme que soy española o no soy suficiente catalana, les diré con la cabeza bien alta que soy tan catalana o más que ellos”, se presentó en el Parlament el martes la diputada de la CUP, Laura Vega. Destacó su origen obrero, de abuelos andaluces que llegaron a Cataluña en la posguerra. “Ni una palabra dedicada al pueblo catalán del Baix [Llobregat] que se vio superado en número por forasteros como quien dice de la noche a la mañana”, reprocha un usuario, preocupado por aquellos que quieren “descatalanizar” Cataluña.

Como seguramente lo es, a su juicio, la historiadora italiana Paola Lo Cascio. “Mucho miedo. Mucho”, tuiteó citando una noticia del medio digital El Nacional, titulada: “Un 44,4% de los catalanes quiere limitar la entrada de los inmigrantes al país, según un sondeo”. “Miedo dais vosotros cuando ponéis las garras en las instituciones”; “y echar a los inútiles como tú. Tiembla!”; “ya puedes ir empaquetando tus pertenencias y facturarlas hacia la tierra de tus antepasados”; “te queda poco por aquí”... Estas y otras respuestas recibió la profesora, que subieron de tono cuando escribió un segundo tuit para denunciar que los comentarios recibidos confirmaban su tesis: “Que dan miedo muchos los discursos xenófobos que están aflorando en Cataluña”.

“Por mucho que tu familia lleve aquí ocho generaciones, o tienes un gen de Guifré el Pilós o no eres catalán”, denunció el antropólogo José Mansilla, después de leer las declaraciones del secretario general de Junts, Jordi Turull, en el consejo nacional que el partido celebró el sábado en El Morell (Tarragona). “No actuar contra los multirreincidentes, haga 15 días que viven aquí u ocho generaciones, pone en peligro la convivencia”, arengó Turull entre efusivos aplausos de los suyos. La alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols (insigne líder del partido ultra Aliança Catalana), que ha hecho de X su campo de batalla, reprochó a Junts que ahora se cobijen bajo su sombra: “Aurora Madaula [exdiputada de Junts] me bloqueó al grito de racista y xenófoba… ¿Bloquearás a Jordi Turull ahora, Madaula?”.

Pero donde realmente surgen los comentarios más despiadados sobre la inmigración es ante la detención de un presunto delincuente extranjero. No tanto cuando se trata de Jonas Falk, apodado el Pablo Escobar de Suecia, o John McAfee, acusado de defraudar al fisco en Estados Unidos y que tristemente se suicidó en una prisión catalana. El insulto grueso se dedica al ladrón callejero multirreincidente. “¡Tienen barra libre! ¡A delinquir! Siempre que no sean catalanes”, resume uno de los muchos comentarios.

Por suerte, siempre hay quien proporciona un poco de cordura en X, y lleva la discusión a su verdadero punto de partida. “Vincular el debate de la inmigración a la criminalidad es un error. La inmigración no es negativa porque puede delinquir (eso es circunstancial), es perversa porque desnaturaliza el país, nos disuelve en un melting pot. No debería ser un debate sobre seguridad, sino sobre demografía”, tuitea un anónimo en estos días en los que Junts esgrime la necesidad de expulsar a los delincuentes multirreincidentes extranjeros. Otro, astuto, le responde: “Exacto. Pero ellos utilizan este argumento porque no quieren parecer demasiado duros con el tema”. También en las redes sociales habitan los sabios.