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Columna
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Bomba de humo en Nochebuena

Las personas que abandonan las fiestas sin despedirse ganan dos días al año de vida, según un estudio australiano. Pero el estudio, ay amigo, es falso

Mariah Carey durante una actuación navideña.
Mariah Carey durante una actuación navideña.WireImage/ Getty
Manuel Viejo

Hay mucho revuelo estos días. Runrún, recados, trasiegos. La Navidad llegó en junio con sus turrones y se marcha capitalista con sus luces viguesas y sus cenas de empresas. Pero ―siempre hay peros en Navidad― hay una muchedumbre que no se mueve bien en estos escenarios. La clave de todo suele estar en la ubicación. No es nada fácil elegir el sitio perfecto para este tipo de ambientes. Tampoco la silla en la mesa. Hay quienes directamente pasan. No se sienten cómodos y, qué casualidad, declinan asistir horas antes. Algún día se hablará del virus que cogen los niños el día de la cena de empresa. El representante del rechazo a las grandes ceremonias en la Tierra es Tim Burton. A Burton no le gustan las promociones pomposas. Hace 13 años, en Londres, durante la presentación de la película Alicia en el país de las maravillas, contestaba así a una inquietud de la prensa:

―¿No debería usted estar un poco más acostumbrado a todo este circo de promociones y entrevistas?

―No, no me acostumbro.

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Burton explicaba que no suele leer las críticas ni revisa sus películas. “No me gustan nada las chifladuras que se publican sobre mí”, dijo. “Una vez un periodista alemán escribió que Helena [Bonham-Carter, por entonces pareja] y yo vivíamos en dos casas separadas unidas por un túnel. Es una locura”. El periodista, sorprendido, repreguntó:

―Pero ustedes viven en casas separadas, ¿no?

―Sí, por un túnel.

Saber irse es fundamental, más aún, de la casa de tu expareja. Quizá por eso se inventó el Metro para los plebeyos. Más allá de las relaciones amorosas está el saber despedirse de un sitio, sobre todo en las fiestas. En las últimas décadas, se ha cuestionado mucho a los que deciden marcharse —en las cenas de empresas y en Nochevieja se multiplican— sin dejar rastro. Sin túnel, requiere de una dosis de imaginación, de estrategia y, sobre todo, de alcohol: las bombas de humo son fundamentales.

Esta semana se ha publicado un estudio clave sobre los escapistas nocturnos. El informe se ha viralizado por diferentes rincones. “Hacer bomba en las fiestas hace que ganes dos días de vida al año, según un estudio”, decía La Sexta. “El sorprendente beneficio de abandonar las fiestas sin despedirse de la gente”, el Abc. El documento es del Instituto de Gestión del Tiempo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, que preguntó a 2.000 australianos sobre sus hábitos escurridizos cuando se van de parranda. Los investigadores han calculado el tiempo que lleva abandonar una fiesta desde el momento en que se toma la decisión hasta que se realiza: 45 minutos. “Dedicamos una media de 18 horas y 45 minutos cada año a despedirnos”, explica en el texto el investigador principal, Dean Hoddle. El cálculo viene porque los australianos salen de media 25 días al año. Sí, allí no hace falta más.

“Pues yo debería estar muerta”, escribió una usuaria al leer el estudio en X. “Mi padre ganaría más si no tuviera que esperar a que mi madre se despida de la gente”, contaba una hija que se quedará sin herencia. Prolongar el momento de abandonar el lugar de la fiesta, explicaba el informe, da pie a que aumenten las probabilidades de que el anfitrión convenza a los invitados para quedarse. “No caigas en esta trampa”, dice Hoodle, el jefe del estudio. La trampa es aún peor: no existe. El estudio, como ha publicado El Confidencial, es un invento de la web satírica australiana Double Bay Today. Se publicó por primera vez en diciembre de 2021 y, cada Navidad, resucita como un estudio real en varios continentes. Vamos, que la bomba de humo no alarga la vida. Vamos, que lo mejor es construirse un túnel.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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