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tribuna
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¿Derecho o violencia en el conflicto árabe-israelí?

El Tribunal Penal Internacional, bajo la presión de Estados Unidos y otros países occidentales, no ha hecho casi ningún avance en su investigación por los crímenes de Israel contra Palestina desde la primera demanda en 2015

Un grupo de palestinos busca entre los escombros a víctimas de los bombardeos israelíes sobre el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza este martes.
Un grupo de palestinos busca entre los escombros a víctimas de los bombardeos israelíes sobre el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza este martes.STRINGER (REUTERS)

Las bombas israelíes cayeron la semana pasada sobre la casa de mi amigo, Raji Sourani, director del Centro Palestino de Derechos Humanos en Gaza, y un icono en la lucha por defender los derechos de su pueblo. Tres días antes, Raji había declarado a una cadena de televisión estadounidense que no acataría la orden israelí de evacuar la ciudad de Gaza. “Estoy aquí como un olivo. Nunca abandonaremos nuestra patria”, pero cuando empezaron a caer las bombas, se preguntó si se había equivocado. “Me preguntaba si había hecho mal en negarme a marchar y ser parte de la nueva Nakba cuando el ejército israelí pidió a la población salir de la zona norte”, nos escribía a mí y a otros amigos.

Afortunadamente, “mi familia y yo hemos sobrevivido de milagro. Mi casa ha sido destruida por bombardeos … durante casi dos horas y he vivido junto a mi querida esposa y mi hijo las dos horas más largas y horribles de mi vida. Estábamos seguros de que no sobreviviríamos y que moriríamos con cualquiera de esas bombas”.

Lo que hace que el ataque a la casa de Raji sea especialmente inquietante entre todas las matanzas sin sentido de las tres últimas semanas es que, durante 40 años, Raji ha sido un símbolo del intento de utilizar la ley para abordar los crímenes contra su pueblo. En particular, ha luchado durante una década para que el Tribunal Penal Internacional (TPI) investigue sobre los crímenes presumidos de Israel contra civiles palestinos, incluidos el apartheid y los asentamientos ilegales.

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Como hijo de un refugiado judío húngaro cuya experiencia en los campos de trabajos forzados alemanes contribuyó a forjar mi propia decisión de dedicar mi vida a los derechos humanos, encontré en Raji, que ha pasado cinco condenas en las cárceles de Israel y de la Autoridad Palestina por sus actividades pacíficas, un espíritu afín. Recuerdo estar sentado junto a Raji en La Haya cuando miró a los ojos a la entonces fiscal del Tribunal Penal Internacional, Fatou Bensouda, y le suplicó que dijera a los palestinos que podían confiar en el derecho internacional y que no necesitaban recurrir a la violencia. Pero, el TPI, bajo la presión de Estados Unidos, que ni siquiera es miembro de la Corte, y de los Estados occidentales, no ha hecho casi ningún avance en su investigación en Palestina desde la primera demanda en 2015.

En 2022, la agresión de Rusia contra Ucrania y los horribles crímenes de Bucha y otros lugares desencadenaron una amplia y rápida movilización del TPI y los fiscales nacionales. El nuevo fiscal del TPI, Karim Khan, ha aprovechado el momento para realizar múltiples visitas al país que calificó de “escenario del crimen”, abrir la mayor oficina sobre el terreno del TPI, crear un portal en línea para reunir pruebas, recaudar cantidades sin precedentes de contribuciones extrapresupuestarias del Estado para apoyar su investigación y obtener una primera orden de arresto contra el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Raji, partidario de la investigación del TPI sobre Ucrania, lamentó el año pasado, que el fiscal nunca hubiera buscado dinero externo para la investigación del TPI sobre Palestina, que fue autorizada por los jueces del tribunal hace varios años ya, nunca hubiera hablado de una “escena del crimen”, y en aquel momento nunca hubiera presionado para visitar Palestina.

No solo en el TPI se ha dicho a los palestinos que no pueden utilizar la ley para exigir responsabilidades a los funcionarios israelíes por presuntos crímenes de guerra. Los intentos inspirados u organizados por Raji de utilizar las leyes de Bélgica, el Reino Unido y España para obtener reparación por tales crímenes no sólo han sido rechazados, sino que en cada caso las propias leyes fueron recortadas por los políticos para despojar a los tribunales de su jurisdicción sobre los actos en cuestión.

Los esfuerzos de utilizar la diplomacia internacional no han ido mejor que los intentos de utilizar el derecho internacional. Desde 1997, Estados Unidos ha vetado más de una docena de resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que criticaban a Israel por sus acciones en Cisjordania y Gaza.

Mohammed Deif, comandante del ala militar de Hamás, citó esta desilusión durante el ataque del 7 de octubre. “Ante la orgía de la ocupación y su negación de las leyes y resoluciones internacionales, y ante el apoyo estadounidense y occidental y el silencio internacional”, declaró, “hemos decidido poner fin a todo esto”.

Seamos claros. El señor Deif carece de cualquier autoridad moral para citar el derecho internacional. Las décadas de opresión israelí contra los palestinos no justifican ni legitiman en modo alguno los despreciables, y en muchos casos sádicos, crímenes de guerra cometidos por Hamás contra civiles israelíes el 7 de octubre. Como los crímenes cometidos por Hamás en aquel terrible día tampoco justifican el “castigo colectivo” que Israel impone ahora a los 2,3 millones de habitantes de Gaza.

Pero el sentido de impunidad de los líderes de Israel es tal que, cuando el secretario general de la ONU, António Guterres habló de las raíces del conflicto (que los ataques del día 7 “no vienen de la nada”, sino tras “56 años de ocupación asfixiante”) y denunció el 25 de octubre las “claras violaciones del derecho internacional constatadas” en Gaza. Una evidencia para cualquier jurista, aunque Israel pidió su renuncia.

Ante la escalada de la crisis humanitaria, el 30 de octubre el fiscal Khan de la CPI hizo unas declaraciones muy importantes desde el paso de Rafah y El Cairo advirtiendo a todas las partes que su oficina estaba intensificando su investigación y detallando los posibles delitos cometidos por ambas partes. Dijo que había querido entrar en Gaza, pero no ha sido posible, al igual que, “durante el último año, había hecho todo lo posible por entrar en Israel y Palestina.”

¿Cómo podemos esperar encontrar una solución pacífica y duradera a la cuestión de Israel y Palestina si decimos que no hay lugar para el derecho internacional, que Israel puede actuar sin consecuencias? ¿Cómo podemos creer en la justicia internacional cuando sirve para responsabilizar a unos y no a otros? ¿Cómo podemos encontrar soluciones sin personas como Raji Sourani?

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