Dos meses después del 23-J
Los lectores escriben sobre las críticas a los pactos que busca el PSOE, las dificultades de viajar con hijos pequeños, las lenguas oficiales en el Congreso y la importancia de que los hombres digan basta al machismo
Este sábado se cumplen dos meses de las elecciones del 23-J, aquellas en las que el PP y Vox no alcanzaron la mayoría que esperaban según las encuestas. Solo dos meses han pasado y ya está la derecha mediática bombardeando con la ilegitimidad de un Gobierno de izquierdas que aún no se ha configurado. Los “analistas” políticos se permiten incluso hablar en nombre de los votantes de izquierda, asumiendo que nos sentimos engañados. Solo quería recordar que muchos aprobamos los esfuerzos de Sánchez por desenquistar el problema de Cataluña, por entender que España no se rompe, sino que muchos aceptamos y creemos en su diversidad, que la palabra es la mejor arma para coser heridas y hacer lazos, y que incluso a muchos nos gusta más este PSOE valiente que la vieja guardia socialista, tan adorada y utilizada ahora por ese Partido Popular incapaz de alcanzar acuerdos con nadie, simplemente porque no sabe ir más allá del conmigo o contra España.
Javier Barba Garzón. Parla (Madrid)
No sin mi hijo
Qué difícil es prepararse para traer un bebé a un mundo que no está preparado para él. A mi marido y a mí nos encanta viajar, y un bebé no iba a ser un impedimento. Pero en el restaurante de Francia no tenían trona. En aquel bar de Sevilla la tenían, pero sucia cual trasto del basurero. En el aeropuerto de Milán no había ascensor. ¿Cambiador? ¡Cuántas veces he tenido que cambiarle el pañal en plena calle! Estamos adaptando el mundo para incluir a todos, pero nos hemos olvidado de los que acaban de llegar a él. También de sus padres, que solo queremos salir y tener las infraestructuras para seguir llevando una vida normal.
Rebeca Herrero Cánovas. Elche (Alicante)
Lenguas en el Congreso
Ningún diputado de la bancada de la derecha utiliza el auricular cuando se habla en euskera. Debe ser o bien que ya lo entienden con fluidez y lo hablan en la intimidad o bien que lo consideran un lenguaje intraducible. Hasta en la ONU se usan esos chismes traductores para entender el camboyano, el checo, el portugués o el hindi. Claro que, eso sí, hay una intención de entendimiento, un objetivo de consenso; una política, vaya. Aquí parecen olvidar que hay varias lenguas cooficiales en el Estado y que, para llegar a entendernos, es necesario escucharnos primero.
Carlos Serrano Fuentes. Madrid
Salirse del grupo
A ver, chavales, que no es necesario que esperéis a salvar a una damisela en apuros en un callejón. Empezad por vuestros grupos de WhatsApp, dejad que entre la luz y retirad la mierda, todo eso que sabéis que “ya no”. Comenzad por lo pequeño, por esos lugares de violencia normalizada que “no son para tanto porque comentarios así han existido toda la vida”. Cuestionad, dejad que os llamen histéricos y exagerados. Porque hay que salirse del grupo, bloquear, decir “¿de qué vas tío?”, no enviar esa foto de dudosa procedencia. Es hora de arrinconar a esos machitos alfa. No seáis los que palmean, ni los risitas, pero sobre todo, no seáis los que callan. Porque sois la mayoría, y esa masa silenciosa es la tiene que alzar la voz. Es con vosotros con quien contamos.
Lara Recuero Díaz. Madrid
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