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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Horror saudí

El Gobierno de Riad recibe a los migrantes desarmados que llegan a sus fronteras disparándoles como si fueran un ejército enemigo

Migrants dig a grave near the trail from Al Thabit into Saudi Arabia
Un grupo de migrantes cava una fosa cerca de la frontera con Arabia Saudí, en territorio yemení, en una imagen obtenida de un video publicado por Human Rights Watch.REUTERS TV (REUTERS)
El País

La escala del horror no tiene límites. Esta semana han fallecido abrasados en un incendio forestal 18 migrantes que pretendían pasar de Turquía a Grecia. Se suman a los millares de personas que siguen ahogándose en el Mediterráneo o en el Atlántico en busca de asilo, refugio o tan solo una vida mínimamente decente. Pero el horror que desborda cualquier límite es el que practica la opulenta y autoritaria Arabia Saudí, que ha recibido a los migrantes desarmados —en su mayoría niños y mujeres— como si fueran un ejército invasor con disparos a quemarropa, explosivos, fuego de ametralladora y mortero y luego con torturas, violaciones y malos tratos a los supervivientes detenidos y candidatos a la inmediata expulsión.

Human Rights Watch ha denunciado estos hechos insólitos que superan cualquier atrocidad conocida respecto al trato proporcionado en frontera a quienes buscan asilo y refugio. Son hechos documentados al menos desde marzo hasta junio del año actual, en el que se cuentan por centenares las víctimas, ciudadanos etíopes que pretendían cruzar su frontera con Yemen, según un detallado informe publicado esta semana que califica los hechos como crímenes contra la humanidad. No es la primera vez que el Gobierno de Riad es denunciado por un trato a los migrantes que llega hasta la ejecución sumaria o la mutilación en el mismo momento de su llegada a la frontera. El pasado año, un informe de Naciones Unidas documentaba más de 400 muertos y 600 heridos en al menos 16 ataques con artillería a las rutas de migración, así como la existencia de varios cementerios clandestinos con más de 10.000 cuerpos enterrados anónimamente. Otras organizaciones como Amnistía Internacional y la Organización Internacional para las Migraciones han publicado también informes y denuncias sobre esta ruta marítima y terrestre entre Etiopía y Arabia Saudí.

Este tipo de prácticas por parte del Gobierno saudí están documentadas al menos desde 2014 y siguen creciendo. En Arabia Saudí viven y trabajan unos 750.000 ciudadanos etíopes, en su mayoría sin reconocimiento legal, habiendo pasado por periodos de detención y sometidos al peligro de expulsión. Riad ha rechazado hasta hoy todas las denuncias de las organizaciones internacionales y mejora sus relaciones con los principales países democráticos gracias a su control del mercado del petróleo, del que es el primer productor mundial, su fuerza como cliente de la industria de armamento —es el primer cliente de la industria española— y sus inversiones estratégicas en el mundo del deporte —fútbol, golf, tenis y fórmula 1— con las que consigue tapar sus flagrantes vulneraciones de la legalidad internacional y de los derechos humanos y, especialmente, el asesinato y descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi en 2018 por orden del príncipe heredero Mohamed bin Salmán.

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