El tenis y Arabia Saudí, ¿la ética o el dinero?
El desembarco anticipado del opulento país asiático plantea la disyuntiva entre seguir potenciando el negocio o ejercer la defensa de los derechos humanos
La sombra de Arabia Saudí empieza a extenderse con fuerza sobre el deporte y, después de un par de amagos, parece alcanzar definitivamente al tenis, o al menos es lo que se deduce de la afirmación del presidente de la ATP, el italiano Andrea Gaudenzi, al Financial Times la semana pasada. “Las conversaciones son positivas”, afirmó el dirigente, dejando entrever que el desembarco del circuito masculino en el país asiático está más bien al caer, siempre y cuando, remarca él, “se respete la historia” de su deporte “y del producto”, y que se preserve también “algo que es sagrado”. Pese a que la maniobra se vea venir, sus palabras resuenan todavía en Wimbledon, donde los profesionales opinan y la división se hace palpable. ¿Ética o dinero?
Desde diversas organizaciones que defienden los derechos humanos se esgrime que la inversión de Arabia Saudí en el deporte responde exclusivamente a una estrategia de sportwashing; esto es, un blanqueamiento de la marca del país por medio de la competición. Y, hace cinco años, cuando Rafael Nadal y Novak Djokovic iban a protagonizar en una exhibición en Jeddah, ya censuraron la participación de las dos figuras después de que se produjera el asesinato del periodista Yamal Kashoggi, “planificado y perpetrado por funcionarios saudíes”, según precisó entonces Naciones Unidas (ONU). El espectáculo no se celebró, porque el español se operó del tobillo en noviembre y finalmente se canceló.
Ahora, las intenciones de Gaudenzi encuentran respuesta estos días en Londres, donde algunos profesionales manifiestan su rechazo. “Sinceramente, es difícil hablar de esto, pero seguro que es más fácil para los hombres porque se sientes bastante bien allí, y para nosotras no es igual”, expresó la rusa Daria Kasatkina, que el curso pasado reconoció abiertamente que es gay. “El dinero manda ahora mismo en el mundo, pero yo no creo que todo tenga que ver con el dinero. Quizá Nick [Kyrgios] estaría encantado de ir allí a cambio de un gran cheque, pero para mí el dinero no es la prioridad en este caso”, prolongó la número diez.
Crítica, la estadounidense Chris Evert, ganadora de 18 grandes y hoy comentarista, transmitió: “Es un lavado de cara, no creo que sea necesario que vayamos allí”. Su colega John McEnroe profundizó. “Me parece cómico. Lo que hizo el PGA [circuito estadounidense del golf] al cerrar un acuerdo con ellos fue una hipocresía, después de haber luchado contra ellos. Pero, al mismo tiempo, nuestro gobierno también ha hecho negocios con ellos, al igual que muchos fondos de riqueza y muchas personas que negocian con ellos. ¿Qué sucede con Cristiano Ronaldo? Le pagan un par de cientos de millones al año... Y, aparte, ya han estado comprando deportistas de otras disciplinas”, expone el norteamericano; “no me sorprende que ahora se esté metiendo ahí al tenis, pero no lo fomentaría. Eso sí, no está en mis manos”, se resigna.
La resignación de Murray
De entrada, la idea inicial consiste en que el país asiático pueda albergar próximamente la Copa de Maestros de las promesas (Next Gen ATP Finals) y que más adelante, cuando venza el contrato de Turín con la ATP para acoger la de los séniors, en 2026, también organice dicho torneo. Además, se proyecta la posibilidad de crear un futuro Masters 1000 –torneo de segunda categoría, tras los Grand Slams– y seguir ofreciendo exhibiciones de alto nivel.
El mes pasado, el escocés Andy Murray fue tajante: “No jugaría allí, no”. Sin embargo, la inminencia del acuerdo le invita a reconsiderar su posición. “Supongo que en los últimos años ha habido muchos acontecimientos deportivos allí, importantes combates de boxeo, golf e incluso una carrera de Fórmula 1. Me imagino que será cuestión de tiempo que veamos allí tenis”, apunta el británico. “En el pasado querían que jugásemos allí exhibiciones, pero si hablamos de torneos importantes, es una cuestión diferente, difícil, porque afecta al funcionamiento del circuito y al ranking. Cuando no juegas, te penaliza… Es algo que debo pensar, pero desgraciadamente, así es como funciona el deporte hoy día”.
Mientras, el malagueño Alejandro Davidovich responde a EL PAÍS: “Ya jugamos en Doha y Dubái, así que, ¿por qué no íbamos a hacerlo allí también?”. También contesta Roberto Carballés, que al igual que el malagueño figura en la tercera ronda. “Es un tema complicado, entiendo a las dos partes”, introduce; “como todo, al final esto es un negocio y deben intentar hacer lo mejor para la ATP y para los jugadores. No defiendo lo que está pasando en Arabia Saudí, pero si es una buena oportunidad para que el tenis crezca, tampoco lo veo como una mala opción”.
El crudo informe de Amnistía
También aprueban la llegada del dinero saudí la tunecina Ons Jabeur –”espero que no solo inviertan en la ATP, sino también en la WTA; es ahora o nunca, una gran idea”– y la belga Greet Minnen, lesbiana. “Quizá no sea lo ideal y espero que el país evolucione, pero estoy convencida de que la WTA se encargará de que nos respeten; yo no voy a provocar a nadie. Debemos respetar su cultura y al final, cuantos más torneos femeninos haya, mejor para todos”, indicó las 123ª del mundo en unas declaraciones recogidas por UbiTennis. El británico Liam Broady se encoge de brazos, reconocido defensor de los derechos LGTBI+: “Es un dilema, pero necesito mantener a mi familia. Es diferente al fútbol o al golf; quizá McIllroy [prestigioso golfista] pueda rechazar 300 0 400 millones de libras, pero alguien en mi posición no puede renunciar al dinero”.
Desde la WTA, el presidente Steve Simon asegura que todavía no han tomado ninguna decisión respecto a Arabia, pero que, “como todo el mundo”, lo están evaluando. Sin embargo, en febrero viajó allí junto con un par de jugadoras para comprobar “cuál era el cambio del país“ y va sembrando el terreno. Es decir, también va plegándose al dinero saudí. Añade: “Sigue habiendo problemas, pero el avance de los derechos de la mujer y el lugar de donde proceden es transformador en estos momentos. Han dado pasos de gigante. Quiero entender cuál sería su percepción, es algo importante. Es un tema controvertido y valoro su voz”. Simon matizó que “todavía hay toneladas de asuntos allí con respecto a la comunidad LGBTQ+ que tienen que resolverse. Hemos mantenido conversaciones y seguiremos haciéndolo”.
En su informe de 2022 sobre el país asiático, Amnistía Internacional incide en que “se persiguieron a personas por ejercer pacíficamente sus derechos a la libertad de expresión y de asociación”, la “aplicación de la tortura y el mantenimiento la pena de muerte” y “la exportación de al menos medio millón de personas extranjeras”, entre otras precisiones.
“GANAREMOS LO QUE NOS MERECEMOS”
A finales del año pasado se celebró a modo de ensayo la Diriyah Cup, en la que participaron jugadores de alto prestigio como Daniil Medvedev, Stefanos Tsitsipas, Andrei Rublev, Stanislas Wawrinka, Dominic Thiem o Taylor Fritz. Venció este último, que se adjudicó un millón de dólares, aparte del fijo que recibieron de antemano los tenistas inscritos.
Novak Djokovic, por su parte, desliza que “era cuestión de tiempo que se entablaran negociaciones” y que la alianza con el circuito de golf puede servir de referencia, prevaleciendo “la protección de la integridad, tradición e historia” de su deporte. Cuestionado por el asunto recientemente, cuando triunfó en Queen’s, Carlos Alcaraz fue rotundo. “No tengo duda de que jugaré allí en el futuro”, sentenció el número uno.
Sin remilgo alguno, el australiano Kyrgios celebró el nuevo nexo económico cuando supo de la afirmación de Gaudenzi: “Finalmente ven lo que valemos y recibiremos el dinero que nos merecemos. Yo me apunto. Nunca he jugado un torneo oficial allí, pero no tengo duda alguna de que lo haré”.
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