Ecuador busca el cambio

Los ecuatorianos acudieron el domingo a las urnas en un clima de máxima tensión y profunda conmoción por el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en plena campaña electoral. El país, asfixiado por la violencia del crimen organizado, celebró elecciones anticipadas con militares en los centros de votación y aspirantes protegidos con casco y chaleco antibalas. La fotografía evidencia la situación del país andino, que sufre la peor crisis de seguridad de su historia reciente.

Los resultados de la primera vuelta dejan un mensaje claro: la voluntad de cambio de los ciudadanos respecto a la gestión del presidente saliente, el conservador Guillermo Lasso. La candidata más votada fue Luisa González, representante de Revolución Ciudadana, el movimiento del expresidente Rafael Correa. Estos comicios han abierto la puerta al regreso al poder de la izquierda, pero la fragmentación del voto, repartido en ocho candidaturas, aboca a la celebración de una segunda vuelta, fijada para el 15 de octubre. González se medirá con Daniel Noboa, empresario de 35 años que se convirtió en la sorpresa de la noche electoral. Hijo del multimillonario Álvaro Noboa, quien se ha postulado sin éxito a la presidencia en cinco ocasiones, el joven político intentará aglutinar todo el voto anticorreísta.

Pero más allá de las posiciones ideológicas, la cuestión central de estas elecciones es la violencia y así lo manifestaron todas las candidaturas. Villavicencio había recibido amenazas de un líder local del crimen organizado en múltiples ocasiones; la última, horas antes de ser asesinado. El desafío del narco al Estado ecuatoriano ha alcanzado cotas insostenibles. La misma investigación del atentado muestra la existencia de un entramado criminal con conexiones internacionales. Los sicarios acusados de perpetrar el ataque son colombianos, mientras las bandas armadas que operan en Ecuador están al servicio de los dos principales carteles mexicanos, el de Sinaloa y el llamado Cartel Jalisco Nueva Generación, que se disputan las rutas del tráfico de cocaína también en los puertos de Sudamérica.

Ese cóctel de violencia y corrupción ha agravado la crisis de seguridad en un país que en las últimas décadas vivió una relativa tranquilidad y que ahora es uno de los más tensos de la región. En este contexto, es imprescindible y urgente la vuelta al Estado de derecho para devolver la tranquilidad a los ciudadanos, quienes más la demandan; pero también hay que evitar atajos efectistas como el régimen de excepción aplicado por Nayib Bukele en El Salvador para combatir a las pandillas a cambio de retrocesos en libertades y derechos fundamentales. Por eso es fundamental que los candidatos desgranen con transparencia todos sus planes con vistas a la segunda vuelta.