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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Rebelión de las mujeres en Irán

No remite la contestación contra el uso obligatorio del velo en la calle pese a las feroces medidas del régimen para imponerlo

Mujeres Iran
Mujeres pasean por una calle de Teherán en presencia de un policía.WANA NEWS AGENCY (via REUTERS)
El País

Cuando faltan apenas dos meses para el aniversario el 16 de septiembre de la muerte bajo custodia policial de la joven Mahsa Amini, las autoridades iraníes están recrudeciendo la represión contra las mujeres que desobedecen la ley que las obliga a llevar velo desde los nueve años. Antes de las protestas desatadas por el fallecimiento de Amini, era un gesto anecdótico de rebeldía; desde la muerte de la joven kurda de 22 años tras ser detenida por llevar mal colocado el velo, un número creciente de iraníes lo ha adoptado, y no solo las más jóvenes.

El reproche pacífico, silencioso y valiente contra el régimen iraní que representa mostrar el cabello, mantiene visible el anhelo de cambio con un nuevo y elocuente eslogan: “Zan, zendeguí, azadí” (“Mujer, vida, libertad”). Muchas iraníes que se quitaron el hiyab entonces siguen sin ponérselo meses después de que el régimen sofocara con dureza esas manifestaciones. Al menos 500 personas murieron a manos de las fuerzas de seguridad y de paramilitares, según organizaciones de derechos humanos iraníes en el exilio; más de 22.000 ciudadanos fueron detenidos y siete hombres, ahorcados en relación con las protestas.

De poco han valido hasta ahora las amenazas de la Administración presidida por el ultraconservador Ebrahim Raisí. No ha servido de nada el anuncio de que se identificaría y procesaría a las mujeres sin velo, ni las penas de cárcel, ni la adopción de castigos insólitos como el de condenar a una mujer a lavar cadáveres u obligarlas a costearse terapias psicológicas. La última de esas medidas para forzar a las mujeres a respetar el rígido código de vestimenta islámico iraní ha sido el nuevo despliegue en las calles de la policía de la moral, que había desaparecido del espacio público después de que Mahsa Amini muriera bajo su custodia. Pero tras el anuncio oficial del retorno de ese cuerpo de seguridad, el 16 de julio, las redes sociales se han llenado de fotografías de iraníes a las que no han doblegado en su determinación y que muestran su pelo con otro lema de resistencia: “No volveremos atrás”.

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Con la imposición del uso generalizado del velo, el régimen iraní trata de restaurar un orden moral y social misógino, simbolizado por esa prenda, que se tambaleó el día en que miles de iraníes —hombres y mujeres— empezaron a rebelarse en las calles contra normas y castigos retrógrados y destinados al fracaso. El refuerzo de la represión contra las iraníes que desobedecen la ley del hiyab tiene probablemente una causa inmediata y preventiva: el aniversario del fallecimiento de la joven y del inicio de las protestas, el próximo 16 de septiembre. La estampa de esas mujeres que no cubren ya su cabello es un recordatorio del rechazo de una parte importante de la población al régimen iraní, un desapego que podría hacer revivir las protestas coincidiendo con esa efeméride.


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