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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Blinken en China

El encuentro entre el secretario de Estado de EE UU con Xi Jinping reconduce las tensas relaciones hacia un incipiente diálogo

Antony Blinken
Antony Blinken saluda al presidente chino, Xi Jinping, en Pekín.LEAH MILLIS (AP)
El País

Los canales de comunicación entre Pekín y Washington se han restablecido, tal como ha reflejado el viaje este fin de semana del secretario de Estado, Antony Blinken, a la capital china, y sobre todo su culminación en el encuentro con el presidente Xi Jinping en el Palacio del Pueblo. Las relaciones entre las dos mayores superpotencias se habían deteriorado en los últimos meses, especialmente a partir del abatimiento del globo espía chino que cruzó el espacio aéreo de Estados Unidos el pasado mes de febrero y la suspensión como respuesta del desplazamiento oficial de Blinken a China programado para aquellas fechas.

Este es el primer viaje de un secretario de Estado estadounidense a la capital china desde 2018, cuando Mike Pompeo, el titular con Donald Trump, viajó a Pekín. Superada la mitad de la presidencia de Biden, la cancelación del viaje introdujo una anomalía que correspondía al punto más bajo en las relaciones entre ambos países desde que se establecieron en 1979. La guerra comercial y arancelaria iniciada por Trump y en buena parte continuada por Biden, la benévola actitud de China hacia Putin ante su guerra de agresión rusa contra Ucrania y, sobre todo, el contencioso de Taiwán han sido los catalizadores del creciente enfriamiento en unas relaciones bilaterales que se dirigían, al menos hasta ahora, en dirección hacia una nueva confrontación con el riesgo incluso de un eventual incidente armado en el espacio aéreo o en aguas internacionales del mar de China Meridional, tal como estuvieron a punto de producirse entre aviones y barcos de ambos ejércitos hace apenas 20 días.

Una tensa cordialidad ha rodeado los encuentros de Blinken con el ministro de Exteriores, Qing Yan, y con el responsable de Exteriores del partido comunista, y auténtico número uno de la diplomacia china, Wang Yi, más centrados en el repaso del repertorio de contenciosos y en la agenda de interés común que en la escalada de reproches habitual en los últimos meses. Es un indicio menor, pero favorece la distensión en un contexto de guerra en Ucrania. La reunión final con Xi Jinping, que no constaba en la agenda oficial del encuentro, es el mensaje de aprobación china de las conversaciones de Blinken, también expresada en las declaraciones posteriores de los portavoces y en la perspectiva de un encuentro entre Biden y Xi Jinping en noviembre en San Francisco con motivo de la reunión anual del Foro de Cooperación Asia-Pacífico. Quizá solo sea el inicio de un incipiente pero aún inseguro diálogo, pero en todo caso, se han restablecido los canales de comunicación y aceptado el lenguaje común que permite expresar las fuertes discrepancias entre ambos gobiernos, algo nunca interrumpido en el pasado y que ahora se había llegado a dar por perdido.

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