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Sánchez en Eurovisión

Las encuestas intuyen quién va a vencer, pero siempre hay emoción. Aunque el giro del lunes lo supera todo

Pedro Sanchez
Pedro Sánchez, durante su comparecencia este lunes en La Moncloa.
Víctor Lapuente

Las elecciones son como Eurovisión: las encuestas intuyen quién va a vencer, pero siempre hay emoción. A veces ganan las piezas serias y, otras, las payasas. Y, al día siguiente, nadie habla de lo mismo que la víspera. Pero el giro del lunes lo supera todo: ¿Por qué convoca Pedro Sánchez las elecciones ahora?

No puede haber una respuesta clara, porque a todos nos pilló por sorpresa. Hoy podemos elucubrar mil factores, pero si nadie lo esperaba es que no entraba dentro del rango de respuestas razonables a la derrota electoral del PSOE. Fue un golpe de efecto intrépido incluso para un político que ha hecho de la audacia inesperada su sello de marca. Y, como es el jugador de póker más curtido de la ciudad, nadie se atreve a decir si va de farol o tiene algún as debajo de la manga.

Pero, aunque la convocatoria de elecciones no sea razonable, es racional. Sánchez creyó que, en la coyuntura post-28M, las elecciones anticipadas son su mejor arma (o la menos mala de las disponibles), en las tres batallas que disputa.

Primero, la guerra por el partido. Dentro del PSOE se había impuesto el relato de que el sanchismo había lastrado a los (buenos) candidatos locales y autonómicos. Sánchez lo reconoce abiertamente ayer en la rueda de prensa, zanja la discusión interna, que se hubiera alargado agónicamente hasta diciembre, y cierra filas de cara a las generales. Ni ahora ni tras una derrota (probablemente dulce) en julio, Sánchez sufrirá una oposición interna fuerte.

Segundo, la guerra por la izquierda. El domingo fue malo para el PSOE, pero desastroso para Podemos y Sumar. Con ambos barcos semihundidos y enfrentados todavía, el PSOE puede recoger muchos náufragos. Añadiendo el voto útil de la izquierda, Sánchez debería obtener unos resultados decentes, suficientes para seguir siendo la referencia de la izquierda. ¿Quién si no?

Tercero, la guerra por La Moncloa. El PP se beneficiará del efecto carro ganador del 28-M, pero las inevitables fotos de los pactos con Vox pueden erosionar su avance en el centro. Y sólo una derrota aplastante acabará políticamente con Sánchez. En cualquier otro escenario, Sánchez gobernará o aspirará a gobernar manteniéndose como líder de la oposición y esperando la coyuntura propicia.

Es una apuesta arriesgada, pero, como dice Clint Eastwood, otro cowboy temerario: si quieres una garantía, cómprate una tostadora.

@VictorLapuente

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