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Brasil
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mito de la primera dama se agudiza en Brasil

Tanto la actual esposa del presidente, Rosângela da Silva, como la del expresidente Bolsonaro, Michelle Bolsonaro, ya se vislumbran como posibles futuras candidatas a jefas de Estado

 Michelle Bolsonaro y  Rosângela da Silva durante actos públicos en Brasil
Michelle Bolsonaro y Rosângela da Silva durante actos públicos en Brasil AP
Juan Arias

En Brasil, como ya ocurre en algunos países de América Latina, se agudiza el mito de las primeras damas, las esposas de los presidentes, que de ser simplemente sus compañeras sentimentales o madres de sus hijos, han pasado a ser un mito, con la esperanza incluso de poder sustituirlos en el poder.

En este momento, en Brasil el tema se ha intensificado porque, tanto la actual esposa del presidente, Rosângela da Silva, conocida popularmente como Janja, como Michelle Bolsonaro, la actual y tercera esposa del expresidente Bolsonaro, ya se vislumbran como posibles futuras candidatas a jefas de Estado en las urnas. Así, acaban ocupando no solo en las redes sociales, sino hasta en los sesudos medios de comunicación, un espacio que no les correspondería.

Ha sido Lygia María en el diario Folha de São Paulo quien ha levantado la alarma al recordar que en este país “nunca existió el cargo de primera dama. Esposas de médicos, ingenieros, jueces, nunca tuvieron importancia en el papel de sus maridos”. Y recordó que en Alemania, por ejemplo, nadie se preocupó nunca del papel del marido de Angela Merkel, que vivió siempre en el anonimato.

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En Brasil el tema de la primera dama se ha agudizado al coincidir el hecho de que tanto la esposa del derrotado Bolsonaro como del triunfador, Lula, ya aparecen como posibles candidatas a heredar el papel de sus maridos. Y eso a la luz del día y aprovechado por los propios partidos, en busca de figuras carismáticas para exhibir en las elecciones.

La diferencia entre la esposa de Bolsonaro, Michelle, y la actual esposa de Lula, Janja, es que mientras esta última, además de activa feminista, es socióloga que ha trabajado durante años en la estructura del Estado y en políticas feministas, a la esposa del líder de ultraderecha solo se la conoce por ser una evangélica carismática, al parecer con dones espirituales extraordinarios como quedarse en éxtasis y hablar lenguas antiguas mientras se queda en trance. Según los políticos de su partido, además de ser una clara conservadora, habla muy bien y sabe comunicarse con el gran y poderoso grupo de los evangélicos, sobre todo con las mujeres. Una mujer anónima que de repente llega a decir que desearía ser la Evita Perón de Brasil y que ya no esconde sus tentaciones de debutar en política activa.

Michelle es la tercera esposa de Bolsonaro y entre ellos nunca existió un gran entendimiento. Tuvo con ella una hija y ya es conocido el desaliento de su padre, claramente machista, cuando después de haber tenido tres hijos varones con las dos esposas anteriores, le nació de Michelle una hija. Llegó a comentar entonces, sin pudor, que se había tratado de un “tropiezo”, ya que a él lo que le gustan son los hijos varones.

Ahora, sin embargo, que Bolsonaro tiene la casi seguridad de que la Justicia lo considerará inelegible por ocho años por los crímenes de los que se le acusa y que sabe que no le será fácil encontrar un sucesor al que pueda dominar, ya defiende que su mujer, Michelle, podría muy bien ser su sustituta en las urnas. Y así, el mito está ya naciendo, sobre todo entre las mujeres y entre ellas las más pobres y evangélicas, que son mayoría en las urnas.

Muy diferente es el caso de la actual esposa de Lula, Janja, que en los tres meses que su esposo lleva en la Presidencia, ya ha protagonizado un rosario de episodios hasta polémicos, en los que aparece como protagonista política y una gran influenciadora en las decisiones de Lula, a quien acompaña en cada instante de su actividad política. Ella ocupa ya una oficina al lado del despacho presidencial de su marido y es sabido el influjo del que goza frente a él.

Y lo de Janja es más grave si cabe que lo de Michelle, porque en este momento ella puede, con su gran influencia sobre su esposo, aparecer como copresidenta en algunos de los conflictos políticos en curso, empezando por la economía.

Lula había confesado durante la campaña electoral que su tercer mandato sería el último de su carrera presidencial, ya que en 2026 tendrá más de 80 años y no pensaba presentarse. No es que todos lo hayan creído, conociendo la pasión del exsindicalista por la política. Ello hace, sin embargo, queriéndolo o no, o quizás queriéndolo, que su esposa Janja aparezca ya y actúe a veces hasta inconscientemente como su sucesora natural en las urnas.

Todo ello tiene un pro y un contra, ya que lleva en su seno una cierta ambigüedad y arrastra no solo a los partidos, sino a los medios de comunicación en general a seguir paso a paso, con motivo o sin él, a las esposas de Bolsonaro y Lula, incluso en los más pequeños detalles, en detrimento a veces de los problemas reales y graves que acucian al país.

Un botón de muestra ha tenido lugar días atrás durante la visita de Lula a Portugal. Un detalle insignificante protagonizado por Janja en Lisboa acabó como noticia relevante no solo en las redes sino en los grandes diarios del país.

El hecho era banal: al llegar al hotel de Lisboa donde se alojaron, Janja salió un momento y entró en una tienda de lujo, la del famoso estilista italiano Ermenegildo Zegna. La primera noticia que apareció al instante en los medios fue que la mujer de Lula “había sido vista entrar en una tienda de lujo y salir con un paquete de compras en la mano”. Y hasta dieron los precios de las prendas que se vendían en dicha tienda.

Todo se deshizo en pocos minutos cuando se supo que la mujer de Lula había salido simplemente a buscar la tienda más cercana del hotel para comprar una corbata azul para Lula y que coincidió que era una tienda del estilista Zegna. Pero la noticia ya había corrido agigantada en todos los medios.

Tuvo tal repercusión que Chico Buarque, el ídolo de la música brasileña, uno de los mayores personajes de este país con imagen internacional, al que no se le distingue por su humor, aprovechó el momento en que Lula le entregó en Lisboa el Premio Camoes que había recibido hace cuatro años para ironizar el episodio de la corbata comprada por Janja para Lula.

El famoso compositor y poeta, que nunca aparece con corbata, se presentó esta vez con ella al recibir el premio de manos de Lula. Interrogado por la prensa, respondió irónico que su esposa había salido del hotel a comprarle una corbata en la primera tienda que encontró y no había tenido más remedio que usarla.

Y pasando de la ironía a la crítica política, Buarque aprovechó para filetear a Bolsonaro con elegante y genial sarcasmo. Recordando que el expresidente de extrema derecha se había negado cuatro años atrás a firmar el famoso Premio Camoes que le estaba entregando Lula, comentó: “Agradezco a Bolsonaro su delicadeza al no haber querido ensuciar mi Camoes con su firma”. Y acabó ofreciendo su importante premio a todos los artistas “humillados y despreciados” por el expresidente durante su Gobierno que, felizmente, se había negado a ratificar su importante premio literario.

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