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Cumbre Iberoamericana
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mediación, liderazgo y altura de miras

La mediación se ha revelado como un instrumento sumamente eficaz en diferentes ámbitos

Cumbre Iberoamericana
Algunos de los mandatarios que se dieron cita en la Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado, el 25 de marzo de 2023, en República Dominicana.Mónica González Islas
Marlen Estévez Sanz Borja Díaz-Puertollano García

Hace un par de semanas ha tenido lugar la XXVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que se ha celebrado en Santo Domingo. En la Cumbre se reunieron representantes de 22 países, tanto de América Latina como de Europa. Durante la misma, se alcanzaron tres acuerdos fundamentales entre las delegaciones presentes, como fueron la Carta de Derechos Digitales, la Carta Medioambiental y la Estrategia de Seguridad Alimentaria y, sin embargo, no se alcanzó un consenso sobre otros temas como el problema migratorio o la condena común a la guerra en Ucrania, pese al intento de algunas delegaciones por alcanzarlo.

Este año también se echó en falta una referencia al uso e importancia de la mediación. Y es que, la mediación, como institución por la que un tercero independiente coadyuva a que dos partes enfrentadas alcancen un acuerdo, se ha revelado como un instrumento sumamente eficaz en diferentes ámbitos y, por ello, la posibilidad real de aplicarla a un conflicto bélico entre naciones debe ser impulsada y apoyada por terceros países y líderes internacionales.

Hay fuentes históricas que reflejan el uso de la mediación desde la antigua Mesopotamia, donde un gobernador sumerio evitó una guerra por una disputa de territorios o en la China de los Cinco Emperadores (3076-2029 a.C), en la que el emperador Shun se trasladó a vivir a la zona del lago Lei para ayudar a los agricultores a solucionar los conflictos que tenían por el uso de las tierras y la pesca de esa zona. Por tanto, es posible afirmar que la voluntad de alcanzar acuerdos entre las partes con la intervención de un tercero forma parte de la historia mundial. Así, se ha ido configurando la mediación como una institución esencial para la solución de conflictos que ha ido perfeccionándose muy unida en el ámbito internacional a la propia diplomacia.

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De este modo, tras la Segunda Guerra Mundial y la creación de las Naciones Unidas, se establecieron las bases para el mantenimiento de la paz y seguridad internacional recogidas en el capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas que lleva la rúbrica de Arreglo pacífico de controversias,donde se contempla expresamente la mediación como medio de solución de conflictos. Centrándonos en el plano internacional, los conflictos y disputas interestatales e internas han sido una constante en nuestra propia evolución como sociedad. Y es que, los conflictos presentan orígenes y causas muy diversas, ya que pueden englobar motivos ideológicos, políticos, religiosos, culturales o económicos. En cualquier caso, el resultado de este tipo de confrontaciones siempre es parecido al dejar un rastro de horror, frío, desolación, destrucción y pobreza.

La experiencia indica que las características de los conflictos indicen directamente en la estrategia y en el modo de llevar a cabo la mediación. No es lo mismo, mediar en un conflicto sobre el uso de unas aguas territoriales discutidas, que conseguir mediar en un conflicto bélico en el que las posiciones enfrentadas y la tensión se han trasladado en el territorio con una batalla real, como sucede en la brutal guerra iniciada tras la ocupación rusa de parte del territorio Ucrania. No solo la capacidad y preparación del mediador resultan esenciales, sino que también deberá atenderse al propio perfil del mediador ya que influirá su prestigio, su aceptación por las partes o el conocimiento que tenga del entorno local donde radique el conflicto, factores todos ellos esenciales para poder guiar y ayudar a las partes a acercar sus posturas y alcanzar un acuerdo.

Se debe recordar que la aceptación del mediador por las partes es un elemento intrínseco al éxito de la propia mediación, ya que su función no es imponer soluciones a las partes, sino favorecer las vías de comunicación y entendimiento necesarias para la búsqueda de un objetivo común, esto es, el acuerdo. Basta con mirar al pasado más reciente y comprobar la existencia de diferentes conflictos internacionales que han derivado en declaraciones de guerra e intervenciones militares. Si bien no podemos retroceder en el tiempo y evitar conflictos como los de los Balcanes, Siria, Yemen, etc., sí que podemos hacer el ejercicio de imaginar qué hubiera ocurrido si se hubiera mediado en ellos a tiempo.

De este modo, podrían haberse escrito crónicas muy distintas si se hubiera logrado reunir a las partes con la posibilidad real de exponer sus diferencias en un entorno seguro, dirigido y controlado por un mediador, ya que, con bastante probabilidad el desarrollo de los acontecimientos hubiera sido otro mucho más esperanzador. Por poner nombres propios, en nuestra historia reciente existen algunos ejemplos de mediaciones internacionales que sirvieron para lograr la paz.

Así, a principio de la década de los 90, Álvaro de Soto en su condición de representante especial del secretario general de la ONU, intervino de manera esencial en el conflicto existente entre el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). De un modo diferente George Mitchell, que gozaba del respaldo del otrora presidente de EE UU, Bill Clinton, resultó determinante en la solución alcanzada en Irlanda del Norte mediante el Acuerdo de Viernes Santo. Por su parte, el Papa Juan Pablo II intervino de modo esencial para evitar la más que probable guerra entre Argentina y Chile sobre el conflicto de finales de la década de los 70 relativo al Canal de Beagle.

Debe destacarse igualmente la mediación liderada por el expresidente finlandés Martti Ahatissari Indonesia en el conflicto de Aceh, que se tradujo en el Memorando de Entendimiento de agosto de 2005,entre el gobierno de Indonesia y del Movimiento Libre de Aceh, por el que se puso fin a 30 años de conflicto armado. Para no ser exhaustivos, podemos también citar la elemental actuación en Mozambique de Andrea Riccardi y Matteo Zuppi, quienes fueron capaces de construir puentes entre el Frente de Liberación (FRELIMO), que estaba en el gobierno y el grupo guerrillero Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO), generando un clima de respeto y confianza que operó de manera paralela a la propia negociación política y que resultó decisivo para alcanzar la paz en 1992.

Por ello, es posible afirmar que existen importantes precedentes en los que líderes internacionales se involucraron directamente a través de una mediación para desatascar situaciones que parecían irremediablemente enfrentadas, como pueden ser en la actualidad la invasión actual de Rusia a Ucrania, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, el existente entre Israel y Palestina o el derivado de la relación entre Taiwán y China. No hay que desfallecer en ese intento.

Por ello, esperamos que la altura de miras de nuestros líderes contemporáneos pueda dejar al margen los intereses estratégicos de las partes o de terceros y, con una voluntad decidida se consiga, iniciar mediaciones reales y efectivas que permitan alcanzar acuerdos por los que, aunque no se puedan reparar los gravísimos daños causados por los conflictos, sirvan para frenar la destrucción y dar comienzo a la reconstrucción material y personal de tantos pueblos hoy devastados por la ausencia de un mediador.

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