Señores muchos, señoras pocas
La foto de familia de la reunión de 22 países de Iberoamérica deja al ojo preguntándose nuevamente ¿dónde están las mujeres?
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De vez en cuando, la evidencia de que pocas mujeres están invitadas a actos oficiales y conferencias salen a la luz en fotos. La última en América Latina ha sido en la Cumbre Iberoamericana que se celebró la semana pasada en Santo Domingo, República Dominicana. La foto de familia de la reunión de 22 países de Iberoamérica deja al ojo preguntándose nuevamente ¿dónde están las mujeres? Deteniéndose a observar la imagen, se alcanza a ver a la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, y forzando un poco la vista, al fondo, la canciller de Perú, Ana Cecilia Gervasi. Ha sido el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien ha hablado de lo evidente en su intervención en la cumbre: “Señores muchos, señoras pocas”, saludó al inicio de su discurso.
Cuando parece que hemos dado un paso adelante con mujeres líderes representándonos, se dan dos pasos atrás al notar que esa presencia no se consolida en la agenda. En muchos rincones del mundo se celebra la elección de presidentas, pero muchas de ellas llegan a ser estrellas fugaces de la política internacional. Estupendas líderes, con políticas públicas incluyentes y estrategias brillantes de negociación. Pero no pasa de un momento muy concreto en el tiempo. Aunque hace varias décadas que las mujeres intervenimos significativamente en la política de nuestros países, sitios como la Cumbre Iberoamericana nos recuerdan que nuestro lugar en la conversación no está garantizado.
La representación importa y en las últimas décadas hemos visto en la pasarela política a más mujeres que nunca. Sin embargo, la consolidación de esa representación pasa por la permanencia sobre la mesa de los temas que a nosotras nos importan y afectan. Los debates sobre género no son una moda y las políticas públicas enfocadas en la inclusión de la población femenina tienen que estar permanentemente en estos foros. Las agendas de las mujeres tienen que estar representadas con mujeres acudiendo e interviniendo en los mecanismos internacionales, pero también deben estar en los objetivos de los países liderados por hombres.
El presidente Petro hizo evidente en su discurso la ausencia de mujeres en la cumbre, pero evitó reflejar su posición respecto a los temas que las colombianas debaten diariamente en su país. Pese a que la Cumbre Iberoamericana ha puesto el foco en temas de gran importancia como el cambio climático y las desigualdades, poco o casi nada se ha hablado del cómo estos dos temas atraviesan a las mujeres. La perspectiva de género y las ideas que pueden ayudar a palear los problemas de la región también deben venir de quienes lo padecen desde siempre.
Una de las pocas intervenciones que puso la inclusión de las mujeres sobre la mesa fue la del presidente chileno, Gabriel Boric, quien introdujo en su discurso la importancia del trabajo de cuidados no remunerado y su valor en las economías latinoamericanas. “Debemos tomar la igualdad de género en serio y no solamente en los discursos. Por ejemplo, reconociendo que las labores de cuidado llevadas adelante en América Latina, principalmente por mujeres, producto del machismo y el patriarcado que históricamente se ha impuesto en nuestro territorio, son trabajo. Las labores de cuidado son trabajo y deben ser reconocidas y valorizadas como tales”, dijo antes sus homólogos. Los foros internacionales tienen que servir para hablar de lo evidente.
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Y una sugerencia para acabar:
📚 Un libro: La guerra me hizo puta, de Mary Luz López Henao
Por Noor Mahtani
“¿Te han usado como letrina más de veinte hombres en una noche? ¿Has llorado teniendo un hombre asqueroso encima que te lame las orejas y las lágrimas? ¿Han ido contigo para limpiar sus malas energías después de asesinar a alguien?”, se pregunta Mary Luz López Henao (Antioquía, 1977) en su cuarta obra, La guerra me hizo puta. “A la mayoría de mujeres nos llaman ‘putas’ por libres, pero no lo han sido [...] Ahora ya sabes lo que duelen esas cuatro letras”.
Esta biografía, que presentará en la Feria del Libro de Bogotá, que arranca el 18 de abril, es un relato desgarrador por todas las redes de apoyo que se rompen y obligan a que una niña acabe prostituyéndose en el marco del conflicto armado colombiano. López Henao narra la violencia doméstica, el reclutamiento de una guerrilla y la década en la que “subirse a unos zapatos de tacón” era lo único que podía hacer para ganarse la vida. “Nunca fui una trabajadora sexual. Fui una superviviente”, dijo. La catarsis, explica, pasa por nombrar. “Por eso escribo, para hacer memoria y dignificar a las mujeres en situación de prostitución”.
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