_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El moderno prestigio de la tiranía

Más allá de sus consecuencias para la OTAN, el apoyo a Ucrania frente a Putin y las relaciones con Europa, el regreso de Trump a la Casa Blanca sería la ruina definitiva de la democracia en un país que habría renunciado a la igualdad ante la ley y al rendimiento de cuentas por parte del presidente

donald trump
Donald Trump en una fotografía de archivo de 2020.Carlos Barria (REUTERS)
Lluís Bassets

Donald Trump es el primer presidente de Estados Unidos incriminado por la justicia, porque su precursor, Richard Nixon, consiguió eludirla gracias al perdón que le otorgó su vicepresidente y sucesor, Gerald Ford. Sin amnistía, habría sido conducido ante el juez, como ahora le sucederá al auténtico pionero en esta fea y escandalosa historia. Nixon escapó de la destitución o impeachment por el escándalo de espionaje electoral conocido como el caso Watergate, gracias a su dimisión a cambio de un perdón que abarcó todos los delitos que hubiera podido cometer durante su presidencia, como obstrucción a la justicia, fraude fiscal, perjurio, soborno, malversación y prevaricación.

Trump, como ciudadano privado, tiene un largo historial de turbulentas relaciones con la justicia desde hace 50 años, pero siempre ha salido bien librado gracias a los trucos y dilaciones de su ejército de abogados y al poder corruptor del dinero a su disposición. Ya en la Casa Blanca, ha tenido que enfrentarse con la investigación de un fiscal especial sobre su complicidad con las interferencias del Kremlin en la elección presidencial, y no precisamente por falta de pruebas, sino por la imposibilidad de incriminar a un presidente en ejercicio sin su impeachment previo. Luego, al final de su presidencia, también a dos impeachment —caso insólito en la historia presidencial—, el primero por abuso de poder y obstrucción al Congreso y el segundo por incitación a la insurrección en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, ambos rechazados gracias a su control sobre los senadores republicanos.

Aunque es el soborno a una actriz porno el que lo lleva ahora ante el juez, pesan sobre él un rosario de casos, desde la obstrucción del recuento electoral y el asalto al Congreso hasta la apropiación de documentación oficial clasificada como secreta. Nunca le ha faltado el apoyo de los republicanos, agradecidos por los frutos de su presidencia en cuanto a control de la justicia, especialmente del Tribunal Supremo, y arrastrados ahora por su capacidad de convertir su incriminación judicial en un espectáculo mediático de victimización populista que se gira contra sus adversarios demócratas, acusados de politizar a la justicia, hasta situarle de nuevo camino de la victoria en las primarias republicanas y quizás en las presidenciales.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Trump piensa lo mismo que Nixon defendió en una célebre entrevista: “Si lo hace el presidente, significa que no es ilegal”. Más allá de sus consecuencias para la Alianza Atlántica, el apoyo a Ucrania frente a Putin y las relaciones con Europa, el regreso de Trump a la Casa Blanca en 2025 sería la ruina definitiva de la democracia en un país que habría renunciado a la igualdad ante la ley y al rendimiento de cuentas por parte del presidente, convertido así en un monarca tiránico, exactamente lo que quisieron evitar los padres fundadores de la república cuando redactaron la Constitución en 1787 tras independizarse de la Corona británica.


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_