Lo conseguido
El ruido de las broncas egoístas sólo sirve para que las cuestiones menores cobren protagonismo sobre los grandes asuntos
Siento poca simpatía por la gente que quiere vivir al margen de las instituciones y por las instituciones que se despreocupan de la gente. Es una argumentación sencilla, pero recordar el valor primero de las cosas es una estrategia oportuna cuando se viven situaciones de crisis. Una institución o un Gobierno trabajan para toda la ciudadanía. No es bueno un uso sectario del bien común, ni en el comportamiento, ni en las polémicas, ni siquiera en los logros. Cuando se dignifican el salario, las pensiones, los contratos laborales, la fiscalidad, los derechos civiles, la paz territorial y la cultura, se trabaja para toda la ciudadanía.
Mis gotas de sangre jacobina me han hecho convivir durante años en el fuego inhóspito del desprecio. Una parte de la izquierda se ponía al servicio de los empresarios para confundir el progreso con los beneficios de las élites neoliberales. Despreciaba a los locos del izquierdismo puro. La otra parte, se legitimaba en la pureza y condenaba cualquier intento de gobernar la realidad. Despreciaba la traición de los valores históricos. Por diversas y afortunadas curvas, se produjo de pronto un Gobierno de coalición. La servidumbre a los empresarios y las nubes de la pureza se vieron superadas por la necesidad de aprobar medidas y dignificar la existencia.
El Gobierno ha conseguido muchas cosas. Nadie debería olvidar que los partidos y las instituciones trabajan para la ciudadanía, no para sus propios intereses. El ruido de las broncas egoístas sólo sirve para que las cuestiones menores cobren protagonismo sobre los grandes asuntos. El impudor de los partidarios de una sociedad gobernada por las élites (poderes mediáticos, jueces, grandes empresarios, enfurruñados aristócratas) responde al deseo de evitar que lo conseguido se consolide en un segundo Gobierno de coalición. Por eso es tan importante recordar que las instituciones trabajan para la gente.
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