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Vox, PP y Cs ignoran el llamamiento de la presidenta del Congreso para evitar “herir y ofender” al adversario

Batet intenta sin éxito que los diputados renuncien a términos como “fascista” o “filoetarra”, en un clima cada día más crispado

Meritxell Batet pide a los diputados que no utilicen la tribuna de oradores para "herir y ofender" este jueves en el Congreso.
Javier Casqueiro

Los intentos de la presidencia del Congreso durante toda la semana por reconducir el escenario creciente de crispación e insultos que los debates parlamentarios siguen chocando con la realidad. Este jueves, tras otra dura intervención de una diputada de Vox, la presidenta de la Cámara baja, la socialista Meritxell Batet, ha vuelto a pedir que los oradores no suban a la tribuna a “herir y ofender” sino a “defender” sus posiciones de una manera “digna y eficaz”. No hubo lugar. Varios diputados de Vox, del PP y de Ciudadanos volvieron a desplegar en sus intervenciones, sobre distintos asuntos, acusaciones de “filoetarras” y “golpistas” contra los socios del Gobierno. Batet y el vicepresidente primero, el también socialista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que procuraron en su función de árbitros acotar algo las “digresiones” en los debates, acabaron por asumir que solo podrán retirar las expresiones inadecuadas de las actas y poco más.

No hay propósito de enmienda al ambiente de tensión que se vive a diario en el Congreso en las últimas semanas. El martes, en la Mesa y la Junta de Portavoces, que son los órganos que regulan el funcionamiento de la Cámara, todos los partidos menos Vox acordaron “reflexionar” críticamente sobre la imagen que estaba dando la sede de la soberanía nacional. Pero esas buenas intenciones quedaron en nada en pocas horas: diputados de Vox, pero también varios parlamentarios del PP, reincidieron este jueves en las acusaciones de “filoetarras” y “golpistas” contra varios partidos socios habituales del Ejecutivo.

La primera parlamentaria de Vox que retomó esa estrategia fue Patricia de las Heras, en una discusión sobre el proyecto de ley ferroviaria. La diputada ultra por Baleares recuperó la idea expresada estos días por varios compañeros de su grupo: “El Gobierno cede ante comunistas, separatistas, golpistas, malversadores y aquellos que defienden a condenados por terrorismo, es decir, filoterroristas, pero además también defienden a pederastas y a violadores”.

La presidenta Batet intervino entonces para pronunciar otro alegato sobre la relevancia y trascendencia de ser diputado y lo “sagrado que debería ser subir a la tribuna en representación de los españoles”; y lamentó que, mientras “la única voluntad” de muchos diputados sea “herir y ofender” a rivales de otros partidos, no será posible dar un “nivel digno al parlamentarismo” español. Dirigiéndose a la bancada de Vox y a su líder, Santiago Abascal, Batet les pidió que no sigan por esa vía y hasta les sugirió que serían “más eficaces” con un buen uso del lenguaje. Les recordó, además, que si persisten vulnerarán el artículo 16 del Reglamento de la Cámara, que establece que los diputados deben “respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentarias”. El portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, intentó ahí pedir la palabra para replicar, pero Batet se la negó. Los ánimos continuaron a flor de piel toda la sesión.

A los pocos minutos, otro diputado de Vox, Rodrigo Jiménez, retomó durante una discusión sobre la ley de empresas emergentes la idea de que el Ejecutivo está entregado a los enemigos de España, y los citó así: “Comunistas, separatistas, secesionistas y filoetarras”. El vicepresidente del Congreso, Gómez de Celis, acabó por retirar esas expresiones del acta del día (aunque estas no se quitan físicamente, sino que se ponen entre corchetes para expresar que no debieron decirse en el Parlamento) y le urgió a concentrarse en el tema en discusión.

La ofensiva de la derecha continuó más tarde durante la intervención de la diputada del PP Llanos de Luna en el debate sobre la ley de institucionalización de la evaluación de políticas públicas en la Administración del Estado. De Luna construyó su alocución sobre la idea de que el Gobierno “se ha rendido” a los que quieren romper España y “a los delincuentes”, y arremetió también contra las consecuencias penales de la ley del solo sí es sí de la ministra Irene Montero. Gómez de Celis la conminó también a centrarse en el debate, Llanos de Luna se encrespó, fue llamada al orden y acabó encendiéndose aún más contra las supuestas pretensiones del Congreso por coartar su libertad de expresión. Fue ahí cuando el vicepresidente recordó el toque de atención anterior de la presidenta Batet y explicó que la intención de la Presidencia es acotar algo más las discusiones y, sobre todo, retirar ese tipo de “ofensas”, entre las que incluyó el término “fascista”, para referirse a cualquier partido. No mencionó a Vox, pero sí especificó que también había conminado a no usar ese tipo de “ofensas” a un diputado de Podemos.

Esa equidistancia de Gómez de Celis molestó sobremanera a la dirección parlamentaria de Unidas Podemos. Su portavoz, Pablo Echenique, se quejó en Twitter: “La presidencia del Congreso del PSOE acaba de prohibir que se diga ‘fascista’ en el hemiciclo. Lo tiene todo. El aplauso de los fascistas que saben que así avanzan. La limitación de la libertad de expresión. Prohibir el uso de un término político en Parlamento. Incalificable”.

Sin lista de ofensas

La dirección de Unidas Podemos planteó ahí, como hizo Vox desde el otro extremo de la Cámara, la misma queja contra el supuesto intento de la Presidencia del Congreso de limitar la libertad de expresión de los parlamentarios. Un asunto que también preocupa en el equipo de Batet porque no es sencillo de delimitar. Nunca lo ha sido. La Presidencia del Congreso ni tiene ni pretende confeccionar una lista de ofensas o insultos a prohibir en los debates, que siempre podría rebatirse por arbitraria. Fuentes de la presidencia de la Cámara concluyen con una nueva y voluntarista declaración de intenciones: “Se estudiará cada caso, discusión a discusión, según el contexto, el tipo de expresión, el nivel del debate y el uso del lenguaje”. A continuación, varios diputados de Vox, como Pablo Sáez Alonso o Javier Ortega, insistieron en increpar al Ejecutivo por sus aliados “filoetarras”.

La presidencia del Congreso dejó entonces, seguramente por lo imposible del reto, algo más de manga ancha en las expresiones. Pero la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ya en la discusión sobre la derogación del delito de sedición, remató que ese tipo de definiciones no son un error: “Desde luego que la diputada de Vox no dijo la verdad, porque no son filoterroristas, son directamente terroristas”, afirmó, en alusión a EH Bildu. Batet, más tarde, retiró esa mención de las actas, pero su eco perduró incluso con la buena atmósfera que dejó en la sala la emocionada despedida de la mayoría de la Cámara al diputado popular Adolfo Suárez Illana, hijo del recordado expresidente del Gobierno, con el que se abrazó entre lágrimas la propia Batet.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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