Ucrania, Rusia y la historia
La agresión se apoya en un pastiche de nostalgia: por una parte del imperialismo ruso, por otra del dominio soviético
“Rusia combate por el pasado y Ucrania combate por el futuro”, dice el escritor ucranio Yuri Andrujovich. Estos días se cumple un año de la invasión rusa de Ucrania, una agresión que se apoya en un pastiche de nostalgia: por una parte del imperialismo ruso, por otra del dominio soviético. En Un Occidente secuestrado, Milan Kundera escribía que el comunismo era la negación de la historia rusa y a la vez la culminación de sus tendencias centralizadoras y de sus sueños imperiales. Rusia se presenta como defensora de valores tradicionales —da igual que la sociedad rusa no se parezca mucho a esa imagen— frente a un Occidente agresor y a la vez decadente, con familias que no responden al modelo clásico, tolerancia de la homosexualidad y otras corrupciones morales, y también emplea argumentos historicistas.
La retórica reaccionaria convive con tropos del anticolonialismo y discursos fabricados en las facultades occidentales. Eso produce fenómenos sorprendentes: el ensayista Richard Robert explica que los tankies de ahora —los que justificaban la intervención soviética en Budapest o Praga, y que, huérfanos del comunismo, ven en la Rusia de Putin una alternativa al capitalismo occidental— son inconscientes discípulos de Chomsky. Del lingüista estadounidense toman “la metodología de la duda izquierdista que irriga la esfera conspiranoica” en la extrema izquierda y en la extrema derecha, con su desconfianza de los medios tradicionales y su reivindicación de la información descentralizada y supuestamente directa. La retórica anticolonialista sirve para justificar una agresión imperialista y el rechazo a la violencia justifica abandonar a quien sufre una agresión: es el discurso de Unidas Podemos y de aquellos que solo repudian el colonialismo y la violencia cuando pueden culpar a Occidente. Slavoj Zizek ha denunciado esa contradicción de los críticos del imperialismo, que vemos en la izquierda occidental y en algunos grandes países como India, Brasil o Sudáfrica. Al señalar a Occidente, que ha apoyado y armado a Ucrania, Putin parece escoger un interlocutor distinto del objeto de sus agresiones, como si Ucrania no contara. Un informe reciente de ECFR dice que la contienda se percibe cada vez más como una guerra contra Europa. “No olvidemos que solo oponiéndonos a la Historia como tal podemos oponernos a la de hoy”: Kundera escribió que le gustaría grabar esa frase de Witold Gombrowicz en la puerta de entrada a la Europa Central. @gascondaniel
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