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Anatomía de Twitter
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

‘Mayday’, pongan a salvo sus tuits

La posibilidad de que Elon Musk se cargue el invento llena de inquietud a los tuiteros que pasan el día asomados a la red

Rodri
Entrenamiento de la selección española de fútbol dirigido por Luis Enrique en la Universidad de Qatar, en Doha, el pasado lunes.Jaime Villanueva

El día que Silvio Berlusconi se quedó por fin libre de sus innumerables causas judiciales, exclamó en su tono de chanza habitual: “No sé qué voy a hacer a partir de ahora los sábados por la mañana. Ya me había acostumbrado a pasarlos con mi abogado...”.

Algo parecido —aunque en tono menos burlesco y más aprensivo— estarán pensando muchos usuarios de Twitter ante la posibilidad de que el invento se venga abajo. Algún tuitero se preguntará: ¿Dónde voy a contar yo que me acaba de salir mi primera cana, que anoche me lo pasé fenomenal en tal concierto, que aquella compañía aérea me ha dejado sin maleta o que mi banco de siempre me ha cobrado 3,75 euros por sacar 70 del cajero? ¿En qué otro lugar —bajo mi verdadero nombre para cultivar el ego o con uno falso para desbarrar a gusto— me van a prestar tanta atención? ¿Y dónde se iba a enterar uno de quién es Papi Gavi, la estrella del momento, un youtuber de fortuna que formó parte de la selección española de fútbol que el pasado sábado se enfrentó a sus colegas franceses? Según un tuit que puso en circulación el domingo alguien que se identifica como @diduugcf, Papi Gavi es “un tío de Villaverde de 1,57 que baila la pescadinha y se enchufa entre 10 y 20 roncolas cada fin de semana que ayer se dedicó a defender a España y pegarle ostias a los gabachos. Siempre en mi equipo @papigavi”.

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El tuit —sin comas que valgan ni la hache que suele preceder al guantazo— se hacía acompañar por un vídeo en el que, efectivamente, se veía al tal Papi Gavi repartiendo leña a mansalva durante un partido que ganaron los franceses por 0-2 y que —ojo al dato, que diría el ínclito José María García (¿quién sabe ya quién fue García y qué diablos significa su adjetivo favorito?)— contemplaron en directo más de 20.000 personas en un estadio de París y ni se sabe cuántas, pero muchos cientos de miles más, a través de las redes sociales. Un partido que, por cierto, también retransmitieron en directo y sin perderse un detalle —incluida la arenga en el vestuario de Ibai Llanos, el rey de los youtubers convertido en Luis Enrique— los principales diarios deportivos. Tiempos nuevos y sobre todo extraños para quien no pertenezca a la llamada “comunidad tuitera”, un grupo heterogéneo pero que tiene un común denominador: se cree el centro del mundo y no concibe la vida sin Twitter. De ahí que en las últimas semanas una de las conversaciones más recurrentes haya versado precisamente sobre su propia supervivencia tras el desembarco —con el cuchillo entre los dientes— del magnate Elon Musk. El mayday ha sonado tres veces y resulta enternecedor ver que muchos están pidiendo auxilio para poner a salvo sus hilos de Twitter como si se tratara de la Biblioteca de Alejandría. ¿Se cargará Musk el invento o no llegará la sangre al río? ¿Quién estará dispuesto a pagar un puñado de dólares por usar una red que la mayoría utiliza como un balcón al que asomarse pero donde otros muchos han encontrado un púlpito gratuito y global en el que bendecir a los buenos y enviar al infierno a los impuros? El caso es que, pase lo que pase, siempre habrá que quedarse con lo bueno. A los que han hecho de Twitter su patria, habría que consolarlos con aquel poema del mexicano José Emilio Pacheco titulado Alta traición: “No amo mi patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, / fortalezas, / una ciudad deshecha, / gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas / —y tres o cuatro ríos”.

Si, llegado el día, hay que escribir el epitafio, siempre se podrá decir que en Twitter cabía todo, desde Papi Gavi a José Emilio Pacheco.

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