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La teletienda de Ayuso

Gila haría maravillas con el plan para las urgencias virtuales de Madrid. Un brazo chorreando sangre mientras no se logra establecer la conexión. La sangre podría incluso salpicar la pantalla y empañarla. Pero hablamos de salud

Urgencias ambulatorias en España
Dos pacientes atendidos a su llegada al Punto de Atención Continuada de Pirámides, en la ciudad de Madrid.DAVID EXPÓSITO
Berna González Harbour

En otro tiempo nos podía fascinar la teletienda, esa retahíla de ofertas tentadoras que se desplegaban en las madrugadas televisivas y que podían convertirte en comprador sin pasar por un comercio. Después llegó la pandemia, donde las reuniones de trabajo fueron posibles gracias a Zoom, una plataforma en la que además quedábamos para tomar el aperitivo con la familia, llorar a los seres queridos o ver a los abuelos y romper de alguna forma su aislamiento. Que también era el nuestro. Todos lo agradecimos, pero también nos saturamos de pantalla, de la posibilidad tan instantánea de saltar de una reunión de marketing a un funeral por Zoom o de una entrevista de trabajo a un cumpleaños virtual sin la transición mental y física que procura el coche, la calle, el metro.

Hasta que ha llegado la presidenta Isabel Díaz Ayuso con el plan para una nueva era asistencial en la sanidad pública, una especie de teletienda de las urgencias en la que, al otro lado de la pantalla habrá, en lugar de un vendedor, un médico. Si hay suerte.

Gila haría maravillas con la materia. Un brazo chorreando sangre mientras no se logra establecer la conexión. La sangre podría incluso salpicar la pantalla y, una vez que apareciera el médico, empañar su campo de visión. Cuántas bromas podrían hacerse entorno al “ojo clínico”. Little Britain tenía un personaje memorable, una dependienta que siempre se atascaba ante las peticiones de clientes mirando al ordenador y diciendo, simplemente: “Computer says no”. El ordenador ha dicho que no. Imposible superar el bloqueo de un móvil, una tableta, una pantalla, algo solo parecido a que se le encasquillara una pistola a un héroe en una peli del Oeste. Porque no estamos hablando de una cita telefónica de atención primaria, de una consulta para conocer los síntomas y ordenar una analítica, ni para comunicar el resultado si todo va bien. Hablamos de urgencias. Infecciones que generan problemas, accidentes, agravamientos de males, cosas medianamente serias, cosas por las que puedes morir. Humor negro.

Pero la presidenta Ayuso, a quien nadie imaginaría recurriendo a la urgencia virtual en caso de accidente, se ha propuesto reabrir a trompicones las urgencias ambulatorias que cerró por la pandemia sin médicos suficientes. Otros recibirán la llamada de emergencia, mirarán a la pantalla y deberán distinguir si hay hepatitis, peritonitis o falsa alarma. Así de crudo.

Y, mientras lo hace, abre una autovía para que los madrileños sigan huyendo en masa a la sanidad privada: si el 25% de los españoles tiene seguro privado, en la Comunidad de Madrid la cifra alcanza el 38,11%. Entre la teletienda y la póliza, los madrileños eligen.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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